Un peculiar antecedente de la obra de Dios (V).- Pinsapo
Fecha Wednesday, 05 October 2016
Tema 900. Sin clasificar


La Escuela de Sevilla y visita de Escrivá de 1938.  

La mañana del 21 de abril de 1938 es el día perfecto de primavera para perderse en el Barrio de Santa Cruz, bajo el luminoso azul del cielo de Sevilla. “Me pierdo en el laberinto de las viejas calles. Una mirada al cielo, ante cada imagen, y dos palabricas de Amor –frío, frío-, ante cada Sagrario.” (Diario externo del viaje, AGP, serie A.3.4,255-2)...



En los años 30 Escrivá dedica parte de su actividad sacerdotal a la institución teresiana, y en sus viajes durante la Guerra Civil siempre acude a sus residencias a celebrar Misa o impartir una meditación (El primer viaje a Andalucía de S. Josemaría, Herrera Dávila). Tras celebrar Misa en Salamanca el 18 de abril donde vive Josefa Segovia, emprende el viaje a Andalucía con dinero para el tren que ella le presta, y nada más llegar el día 19 celebra Misa en el colegio de las teresianas de la calle Arguijo, lo que repite el día 20 en Córdoba. Acude con un residente de DYA al Hospital de la Caridad donde contempla los cuadros de Valdés Leal que inspiran el punto de Camino sobre la muerte.

Comienza la mañana del 21 de abril en una peluquería para afeitarse y luego se dirige al palacio arzobispal junto a la Catedral, para ver si le puede recibir el Cardenal Segura, como relata: “tuve que perder mucho tiempo y como hay que solicitar audiencia de antemano, no vi al Sr. Cardenal. No puedo emplear otro día por esa sola cosa innecesaria.” (Diario externo del viaje, AGP, serie A.3.4, 255-2).

Visita la catedral y al salir por la puerta junto a la Giralda, se dirige por la Calle Mateos Gago para adentrarse en el barrio de Santa Cruz, pasa por la Calle Fabiola, y tras girar a la estrecha calle Ximénez de Enciso, aparece en una preciosa plazuela con olor a azahar y a romero. Escucha el sonido del agua de una pequeña fuente con peces de colores. Macetas de pilistras y geranios aparecen colgadas en las blancas paredes. Es la plaza de la Escuela de Cristo, situada en las traseras de la Parroquia de Santa Cruz, donde se levanta el oratorio propiedad de dicha Escuela, cobijando uno de los patrimonios históricos y artísticos más desconocidos de la ciudad.

De lo que en 1938 llamó la atención de Escrivá al visitar el oratorio de la Escuela de Cristo no tenemos constancia, pero es fácil suponer el impacto al conocer la espiritualidad laical, la importancia del plan de vida espiritual en medio de las ocupaciones mundanas, devoción eucarística, la importancia de la dirección espiritual, de la meditación y vida de oración, la tierna devoción mariana, mortificaciones corporales, exámenes  de conciencia, enmendatio, los novísimos, la discreción, el porte exterior y hasta la obligación de hacer testamento y la prohibición de acudir a espectáculos públicos. No sabemos si el nombre de la sociedad sacerdotal de la Santa Cruz fue inspirado durante la estancia en el barrio y parroquia de Sevilla del mismo nombre.

No hay que olvidar que Escrivá era muy intuitivo y se inspiraba en cualquier hecho al que sacaba punta para darle una trascendencia insospechada, como fue en ese viaje observar en el Hospital de la Caridad los cuadros sobre la muerte de Valdés Leal, del que surgió el punto 742 de Camino: “tanta carroña distinguida –obispos, calatravos- en viva podredumbre, me parece imposible que no te muevan.”

En la obra de Dios de los años 30 brilla el mensaje del cristiano como sal de la tierra, idéntico al de la Escuela de Cristo, facilitando la mutua conexión de Escrivá con sus ilustres miembros Fray José López Ortiz en Zaragoza desde 1924, Casimiro Morcillo desde 1929, Mons. García Lahiguera desde 1932, el Beato Manuel Gonzalez desde mayo de 1933. Solo será a partir de 1941 comienza a crecer como hojarasca la estructura del Opus Dei que con el tiempo agostará el mensaje original.

En el año 1938 puede decirse que no existe como institución el Opus Dei. La Guerra Civil ha dispersado a los 12 miembros entre los dos bandos, cuando llega Escrivá a Burgos Álvaro Del Portillo queda en Madrid en la Legación de Honduras tras una estancia en la cárcel, en la Checa de San Atón (actual parroquia que dirige el padre Ángel), donde sufrió torturas junto a otros presos por motivos religiosos, muchos de los cuales acabaron fusilados en las famosas sacas de Paracuellos del Jarama, como el sacerdote Jose María Vegas, discípulo de Escrivá.

Al contactar en Burgos con las hermanas de Del Portillo, Escrivá nunca les mencionó de la existencia de ninguna obra de Dios, según relata Pilar del Portillo: “No recuerdo que nos contara nada de la Obra, no había recibido todavía la primera aprobación eclesiástica y procedía siempre con gran prudencia y discreción.” (Testimonio de Pilar del Portillo, AGP T-0138).

Pese a la amistad de Escrivá con López Ortiz desde Zaragoza, cuando se encuentran en Madrid en 1936 y conversan largamente, no le habla de la Obra: “Él no me habló explícitamente de la Obra, pero me pidió lleno de fe que le encomendase, que rezase mucho por él, porque el Señor le pedía algo muy superior a sus fuerzas. Aludió genéricamente a que el Señor le enviaba un gran trabajo.” (Testimonio canónico de Fr. José López Ortiz, marzo 1979). Tampoco le habló de la Obra en 1939 cuando le dirige la tesis sobre la Abadesa de las Huelgas, y no es hasta otoño de 1941 cuando lo hace: “Bueno, ya está bien, te voy a contar con detalle lo que hay.” (Testimonio canónico FJLO).

La coincidencia del mensaje de la Escuela de Cristo y el original de la obra de Dios la muestra García Lahiguera de 1953 al mencionar la excelsa exigencia de la búsqueda de la perfección, la superioridad respecto de las meras asociaciones piadosas de fieles, pues dicha finalidad se procura sin apartarse del mundo, con su “vida en el siglo, cada cual conforme a su estado.” (Carta Pax Christi, 1953).

Este mensaje reúne grandes confluencias con el mensaje del Padre Poveda fundador de las Teresianas, a quien Escrivá dedicó su atención pastoral durante los años 30, como otros (Vid. Poveda, dos amigos canonizados) explicaron. Por ello se puede afirmar que los compromisos y modo de vida de numerarios y agregados no están inspirados en normas conventuales como muchos (Vid. La espiritualidad del Opus Dei) han propugnado, sino en la vida espiritual de seglares que viven en el mundo, en medio de la sociedad y con sus propias familias.

Sorprende como Escrivá quitaba hierro a las dificultades de su misión en plena guerra civil con un país divido en dos, viajando en tren para mantener la lealtad de los jóvenes comprometidos con su causa que en algunos casos flaqueaban, como Miguel Sotomayor Muro, residente de DYA por quien principalmente viaja a Andalucía en abril de 1938, y que al acabar la guerra perderá todo contacto con la Obra:

“Llega Miguel: un abrazo. Pax! In aeternum. Anochece y, en confidencia filial, noblemente, con extremada sencillez, desahoga los casi dos años de separación. Y el Padre –muy Padre quiero ser siempre, para todos- da consejos y normas prácticas, y da también –quiero darlo- Amor de Dios y ese cariño nuestro, que es chispazo de aquel Amor.” (Carta desde Córdoba a sus hijos de Burgos, AGP- Escritos del Fundador 380419-2).

Ejemplo de cómo desdramatiza su incierto horizonte vital, propio de quien confía en salir siempre adelante, es la serenidad que muestra al volver de Córdoba y aventurarse por el barrio de Santa Cruz de Sevilla, según relata en sus detallados escritos: “continúo dando vueltas y cuando pasa un señor que parece que va a algún sitio –todo el mundo da la impresión de estar en mi plan de turista- le sigo, con el convencimiento de que es el único medio de salir del laberinto. Y así fue.” (Diario externo del viaje, AGP, serie A.3.4, 255-2).

De forma análoga saldrá Escrivá de su laberinto interior tras encajar las piezas del proyecto espiritual que aflora a grandes rasgos en octubre de 1928 e irá perfilándose durante unos años hasta la aprobación de 1941, momento en el que algunos (Vid. Fundación del Opus Dei: 1941) fijan la fundación real del Opus Dei. De hecho el nombre de la Obra lo toma Escrivá de una pregunta del jesuita padre Sánchez (¿Cómo va esa obra de Dios?), nombre incorporado en latín por vez primera en los estatutos de 1941. 

Pinsapo

 

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