Pautas para la recuperación a la salida.- María Canela
Fecha Friday, 07 October 2016
Tema 105. Psiquiatría: problemas y praxis


Buenos días,

Dedicado a todos aquellos que han salido con síntomas de estrés postraumático  

Me llamó mucho la atención lo que "Ramón" y "Entregado" se escribieron entre ellos y me animé a escribir este artículo.

Para empezar, es necesario entender el contexto de la toxicidad del Opus Dei, para ver por qué hay miembros de la misma organización que han tenido experiencias tan distintas. En segundo lugar, entre los efectos de una crisis de ansiedad aguda está el llegar a tener alguna alucinación puntual, así como los efectos de estrés postraumático complejo...



Forma parte del funcionamiento de una familia tóxica y disfuncional, el trato dramáticamente desigual que tienen sus miembros. Ocurre de tal manera que los más favorecidos no son testigos del maltrato soterrado que reciben otros miembros. Lo que llegan a ver son los resultados y síntomas de tal violencia que deja a quien la recibe en un estado de confusión que le paraliza. Estos síntomas se confunden con la causa y con "la forma de ser" del afectado.

El restablecimiento de la salud empieza por establecer la seguridad del afectado, es decir, asegurar que su día a día no tenga contacto con sus agresores. Alejado de cualquier estímulo sensorial que le recuerde la situación. Una vez establecida la seguridad, caer en la cuenta de que se es víctima. Sin reconocer esta realidad, no se puede construir la salud en el afectado. Y esto toma tiempo, hay un rechazo social y personal a nombrar a la víctima como tal. A esto contribuye el error de algunos psicoanalistas de percibir solo lo que ocurre en la cabeza del individuo y si este ha sido agredido mentalmente es un cómplice masoquista. Y esto no es cierto, lo que ocurre es que hay un agresor real que lo ha hecho pedazos.

La cantidad de situaciones, frases, experiencias que se han vivido dentro y que no se pueden nombrar, so pena de la explosión de los síntomas de estrés postraumático. Para evitar el derrumbamiento, que no ayuda a la curación, la integración de lo sucedido debe hacerse con sumo cuidado. Es vital que el psicólogo que lleve el caso sea experto las técnicas actuales que haya para el trauma, violencia psicológica y acoso. 

Por otro lado, igualmente importante es documentarse sobre el tema de violencia psicológica y acoso. Toma su tiempo asimilar esta información, pero es necesaria para la curación. Recomendaciones: Judith Hermann "Trauma y recuperación", Iñaki Piñuel (videos en youtube, blog sobre acoso y libros publicados) y Marie Hirigoyen (libros publicados y artículos).

Cuando uno empieza una terapia como es la salida del Opus Dei, no debe intentar saber primero por qué ha caído en esa situación. Lo primero es liberarse de ella inmediatamente.

La terapia debe resultar reconfortante y tiene que permitirle a la víctima liberarse del miedo y de la culpabilidad. Tiene que percibir claramente que el psicoterapeuta está ahí por él, y que su sufrimiento no le resulta indiferente. Al reforzar el psiquismo de la víctima y al consolidar sus partes psíquicas intactas, se la ayuda a confiar suficientemente en sí misma como para atreverse a rechazar lo que percibe como nefasto para sí misma. 

Las experiencias que vivió son una gran cantidad de datos que, en su día, no llegaron a adoptar ningún sentido, pues fueron disociados. Esos datos sólo son claros desde el punto de vista de una lógica perversa. La víctima, con toda su valentía, debe preguntarse qué sentido podían tener ciertas palabras y determinadas situaciones. Con mucha frecuencia, las víctimas llegaron a percibir que lo que dejaban decir o hacer no era bueno para ellas, pero, al no disponer de otro criterio que el de su propia moral, se sometieron.

La terapia no debe en ningún caso reforzar la culpabilidad de la víctima haciéndola responsable de su posición de víctima. La víctima no es responsable, sino que asume su situación. Mientras no consiga sustraerse al dominio, la duda y la culpabilidad la invadirán: «¿Hasta qué punto soy responsable de esta agresión?». La culpabilidad no permite que la víctima progrese, sobre todo si, como a menudo es el caso, el agresor le ha señalado como enferma, directamente o con silencios sobreentendidos. Desplaza su culpabilidad en la víctima y queda como "inocente" en incluso dando la imagen de "preocupado por la víctima".

Si la víctima se desembaraza de su culpabilidad, puede volver a apropiarse del sufrimiento. Más adelante, cuando este sufrimiento se aleje, cuando note la curación, podrá volver a su historia personal e intentar comprender por qué entró en este tipo de relación destructiva y por qué no pudo defenderse. Para poder responder a semejantes cuestiones, primero hay que existir.

Una psicoterapia que se centra únicamente en lo intrapsíquico sólo puede conducir a la víctima a repetirse o a compadecerse en un registro de depresión y de culpabilización, con lo que se aumenta su responsabilidad en un proceso que implica a dos individuos. Buscar únicamente en su historia el trauma pasado proporcionaría una explicación lineal y causal de su sufrimiento actual y vendría a significar que es la responsable de su propia desgracia, lo cual constituiría un serio peligro.

Aun cuando alguno de los puntos de esta visión sean admisibles, este razonamiento es injurioso, pues en ningún momento respeta a la víctima. Sin duda ninguna, el acoso moral constituye un trauma que acarrea un sufrimiento. Como en todo trauma, existe un riesgo de fijación en un punto preciso del dolor, que impide que la víctima pueda desprenderse de él. El conflicto se convierte entonces en su único tema de reflexión, y domina su pensamiento, especialmente, si la víctima está sola y no tiene a nadie que la escuche. Interpretar el síndrome de la repetición en términos de placer, como a menudo se interpreta, no hace más que reproducir el trauma. Primero hay que curar las heridas; la elaboración sólo se podrá realizar más adelante, cuando el paciente esté en condiciones de recuperar sus propios procesos de pensamiento.

Si tuviera que dar un único consejo, no podría, pero tres sí. El primero: a quien tienes que perdonar en algún momento del proceso es a ti mismo, por no haber podido entender el funcionamiento perverso que hay en la organización. Dentro de tal confusión no podías defenderte, cuando puedas hacerlo, perdónate por ello. El segundo: ¿cómo puedes saber si el profesional de la salud mental, la amiga, el familiar que te está ayudando a salir adelante es bueno para ti? Lo sabes por intuición. Ya sé que en este momento tu intuición es lo que crees que tienes peor. Pero la reconstrucción tienes tus cimientos empieza y termina por volver a confiar en ti. Cuando al salir de una sesión de terapia, o de un café con este amigo que te quería ayudar, ¿te sentiste bien?, ¿te sentiste apoyado incondicionalmente?, ¿sentías que confiaba en ti incondicionalmente aunque tú aun ni puedas hacerlo?: Entonces sigue ahí. En caso contrario, sigue buscando otro profesional o deja de quedar con esa persona. Lo tercero: documéntate sobre los procesos de acoso, maltrato psicológico, y qué características y motivaciones tienen quienes dirigen tales procesos.

La diferencia que hace que una víctima, después de un trauma complejo, pueda seguir o no hacia adelante, no depende de su constitución psíquica o física. Un factor clave es recibir cariño y confianza incondicional. Eso es lo que se ha roto, es lo que necesita ser reparado. En el caso de que no tengas a tu alrededor este cariño en familia o amigos, hay también otros recursos. 

Y por si pudiera quedar alguna duda, el profesional mental que busques no debe tener ninguna relación con el Opus Dei, aunque en estos momentos quieras creer que te va a entender mejor. Necesitas el mayor alejamiento y la menor contaminación posible, como mínimo, para empezar tu recuperación.

Espero verte pronto bien “Entregado”.  

María Canela







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