Colegios del Opus.- Aram
Fecha Friday, 25 November 2016
Tema 010. Testimonios


Hola a todos,

Buscando información sobre colegios del Opus en Madrid y alrededores he llegado hace unos días a vuestra página. Llevo días leyendo relatos y testimonios y he de deciros que habéis captado toda mi atención. Soy ex alumna de un colegio del Opus de Madrid. Mi experiencia se parece a varias de las que aquí se han relatado. Personalmente no recuerdo que el "lavado de cerebro" se produjera antes de los 11-12 años cuando estábamos todas en 6to de EGB. A partir de ahí sí que recuerdo cómo se empezaba a insistir en cosas a las que antes no se les daba la menor importancia. Una vez estábamos en 1ero BUP, con 14-15 años, ya empezaban muchas de clase a verse como numerarias. Ya ni se ponían pantalones, cambiaban sus costumbres, bajaban a misa todos los días, se confesaban una vez a la semana y hasta su vocabulario cambiaba. ¿Cómo es posible que niñas de tan solo 14 años sepan ya lo que van a ser el resto de sus vidas? Sobre todo cuando se trata de algo tan serio como es el dedicar tu vida a Dios y el Opus para el resto de tu vida!...



Hay uno de los relatos de un exnumerario que habla sobre su experiencia como profesor en alguno de estos colegios y me sonreía al leerlo porque reconocía muchas de las cosas que relataba. Yo no me sentí perseguida, ni en el colegio, ni en el club al que asistía a dar clases de guitarra. Recuerdo un hecho en aquel entonces que me dejó helada. Un día, al salir del Club, mi madre llegaba tarde y una de las chicas del club se quedó esperando con nosotras a que llegara. Era una mujer muy agradable, de unos treinta-y-pico. Nos contó que era licenciada en Física y química, pero resulta que trabajaba limpiando los baños del colegio Retamar. Seguramente limpiaría las instalaciones en general, pero a mí eso de los baños se me quedó marcado. En nuestra ingenuidad y asombro, mi hermana y yo le preguntamos por qué lo hacía y si le gustaba y ella nos explicó que era lo que se le había pedido que hiciera. Yo estaba que no daba crédito. Nos explicó que ellas (todo mujeres de la Obra) no podían entrar hasta que hubieran salido todos los hombres del colegio y que además lo hacían por un acceso diferente para evitar "problemas". - ¿qué problemas?- yo no entendía nada - pues hay que evitar tentaciones - dijo. Y a continuación añadía - Dios quiere que yo dedique mi vida a servirle a Él y el demonio está esperando el más mínimo descuido para tentarte. Si yo me cruzara a diario con los chicos y los profesores, sería como pedirle al demonio que me tentara, por eso, para evitar tentaciones, evitamos cruzarnos - - claro, claro - yo para nada estaba de acuerdo, pero aparentaba que si lo entendía. Me dejó helada. Creo que esa fue la primera vez que fui consciente de que algo en algunas personas del Opus no iba bien.

En mi casa tenía a mis amigos, que ninguno iba a colegios religiosos, sino colegios Laicos, privados, mixtos. En casa no se rezaba el rosario, íbamos a misa los domingos (mi padre pasaba porque le daba pereza. Eso sí, como llegáramos tarde nos echaba la bronca de turno). Rezábamos por las noches, y ya. Con esto quiero poner de manifiesto que mi entorno fuera del colegio era de lo más normal. Que una mujer con dos licenciaturas se dedicará a limpiar retretes porque eso era lo que la Obra necesitaba de ella en ese momento me parecía denigrante. Ella parecía feliz. Tampoco entendía el peligro de cruzarse con hombres a la entrada a su trabajo. Si resulta que alguien te gusta, pues sería porque te tenía que gustar y punto! No entendía la razón de evitar que eso pudiera ocurrir. Años después fue mi profesora de física en el colegio. Me preguntaba si ella se acordaría de aquella conversación que mantuvo con dos niñas de 10 y 11 años varios años atrás.

A lo largo de los años, me fueron llegando informaciones sobre cilicios, mujeres que no pueden hablar con un hombre a solas porque el demonio acecha y cosas por el estilo. Recuerdo preguntarle abiertamente a mi preceptora si eso era cierto. Ella me dijo que sí, y me explicó que: 1- el Cilicio se usaba para ofrecer a Dios ese dolor por alguna causa importante? No le vi mucho sentido y no me gustó nada la idea. 2- un hombre del Opus, sacerdote o numerario, con una numeraria a solas, NO, NO, NO, NO! eso sería tentar a la suerte y ponerle en bandeja al demonio que hiciera a su antojo. Sinceramente, me parecía una salida de pista de las gordas. Vamos, que pensar que va a pasar algo por el simple hecho de hablar a solas cuestiones profesionales... me parecía rizar el rizo. Es ver peligros donde no los hay. Y así con muchos pequeños detalles. Cosas con las que yo no estaba de acuerdo pero, aunque trataba de ponerme en su lugar, no conseguía comulgar con ellas. Al final, en lugar de seguir rebatiendo, me hacía la loca y asentía como si hubiera comprendido y visto La Luz al estar de acuerdo.

Recuerdo en clase de Filosofía. Una vez la profesora dijo que "todos los católicos somos farolillos de Dios, pero los del Opus somos farolillos encendidos". Me pareció indignante ese comentario porque era como si fueran y se creyeran superiores y mejores que el resto. No os podéis imaginar el debate que se montó en clase, con más del 75% en contra. O la cantidad de veces que he escuchado que la religión católica es la única verdadera, y que por tanto, un niño del Amazonas profundo alejado de toda civilización, jamás podría entrar al reino de los cielos. Yo lo creía, pero me parecía injusto y me daba pena porque ese niño no había hecho ningún mal, ¿por qué Dios no le dejaba entrar en el cielo? Era cruel en cierta manera. "Pobrecitos los no católicos" pensaba yo... irán directos al purgatorio. Que ahora resulta que no existe, así que me expliquen dónde van a ir. Lo mismo con aquellos niños no bautizados, los recién nacidos que fallecen al poco de nacer, o los que se pierden por el camino en un aborto, ya sea provocado o fisiológico. No entendía por qué, esos niños inocentes, no podrían llegar jamás al reino de los cielos. Ahora sé que no es verdad.

Con tanta duda y desacuerdo, jamás creí que yo pudiera ser "pitable". Por eso, cuando me invitaron a ir a Roma con el UNIV no me lo esperaba. Yo era buena estudiante, sacaba mención especial a final de curso, en el recreo me solía quedar a ayudar a una compañera a explicarle asignaturas que ella no comprendía y cosas así. Pero jamás había ido a un círculo, ni a un retiro. Me dijeron que al UNIV íbamos sólo las elegidas, un grupo reducido y selecto de niñas de la clase. Eso me alagó mucho. El plan consistía en ver Florencia y luego ver al Papa en Roma y visitar Roma, claro! Menudo viaje me iba a hacer! Yo feliz. Una vez allí todo era normal. Lo pasábamos genial. Los problemas empezaron al poco tiempo. Unos días antes de salir de viaje, bajé a confesarme por indicación de mi preceptora porque "era bueno y recomendable llegar a Roma a ver al Papa con el alma limpia". Vale, me parecía normal. Le conté al sacerdote (nuevo en el colegio) que iba al UNIV y me dijo que allí nos veríamos porque él también iba. Me hizo hasta ilusión! A los 5 días, ya en Roma, nos dijo la tutora (que además era mi preceptora) que bajáramos a confesar de nuevo todas porque era un regalo tener esa suerte de contar con el sacerdote del colegio allí mismo. Y allí que me fui yo a contarle poco o casi nada, porque en 5 días no había tenido tiempo ni de bostezar. A los dos días mi tutora me vino a buscar y me dijo "te busca D. Fulano, que quiere hablar contigo". ¿YOOOO? Pero si me confesé hace dos días!! Pero ella dijo que quería hablar conmigo de algo importante. Tuve una sensación incómoda, rara, algo de miedo, pero fui.

Según llegué al confesionario le dije "hola D. Fulano, he venido porque mi tutora me ha dicho que me buscaba para hablar conmigo". En seguida me dijo que para que fuera una conversación privada, era mejor hacerla dentro del secreto de la confesión y que dijera lo del "Ave María Purisima". Así lo hice, pero añadí que no tenía pecados que confesar. De sopetón va y me pregunta: - ¿Cuál es tu vocación? - me saltaron todas las alarmas y aunque yo siempre decía en público que lo de casarme y tener hijos no iba conmigo, respondí rápido - siempre he querido casarme y tener hijos - - Pues yo creo que no, yo creo que tu vocación es otra. Estos días rezando, Dios me ha dicho que tu vocación es la de dedicar tu vida a Él - Así me lo soltó, sin anestesia. - Noooo... yo de verdad que quiero casarme y formar una familia - estaba cagada de miedo - Pues yo te digo que Dios espera otra cosa de ti, Dios espera que seas fuerte, eres una chica valiente, arrastras masas, lo he visto en el colegio. Eres líder, te admiran, caes bien a todas, eres constante... nos hace falta gente así en el mundo para luchar por Dios- Y me dijo más cosas del estilo que ya no recuerdo.

Insistió mucho en algo que nos habían dicho mil veces a lo largo de los años de colegio: Debes hacer siempre la voluntad De Dios, porque si decides no escucharle, darle la espalda y hacer lo que tú quieras, jamás serás feliz. De pronto vi pasar las imágenes de mi preceptora actual, de la anterior, de mis tutoras, de las profesoras de religión, vi pasar las charlas en el club y todas esas veces, en las que nos habían repetido hasta la saciedad que había que hacer la voluntad De Dios o "JAMÁS ENCONTRARAS LA FELICIDAD" Aquello me dejó hundida en la miseria.

El sacerdote me dijo que la misa del día siguiente me encomendaría en la misa para que pudiera ver con claridad cuál era mi camino. Me fui de allí llorando, angustiada porque una persona en quien confiaba, un adulto con vía directa con Dios le había dicho en sus oraciones que YO debía ser numeraria. Y yo no quería, pero si no lo hacía sería infeliz toda mi vida y eso me angustiaba más que cualquier otra cosa en ese momento. Era una adolescente de 17 años... con la vida entera por delante y esa vida se terminaba porque debía ser numeraria.

Siguiente conversación esa tarde fue con mi preceptora y tutora, que me dijo abiertamente que ya había hablado con el sacerdote sobre el tema y ella estaba de acuerdo, peeeeero, no me veía preparada del todo. Normal! Yo numeraria!! Sería como tener a una disidente en su casa!! No podía pitar allí en Roma. Tenía que esperar a llegar a Madrid. Quizá una vez en España me dejaran en paz y se olvidaran del asunto. ¿Y cómo se lo iba a contar a mis padres? Me dijeron que era mejor no decirles nada durante un tiempo hasta estar preparada del todo. Por cierto, que mis padres no me llamaron ni una sola vez en esos 12 días. Nosotras no podíamos llamar, nuestros padres tenían la dirección y el teléfono del centro donde estábamos y llamaban a todas menos a mí. Estaba indignada con ellos.

Nada más llegar a casa les conté todo muy agobiada, como quien les dice que se tiene que ir a Galeras y que no hay otra opción. Mis padres me contaron que ellos habían llamado muchas veces y que yo nunca podía ponerme. ¿Cómooooo? Pero si jamás me pasaron un recado, ni me dijeron que habían llamado!! Resultó que el sacerdote del colegio era antiguo compañero de clase de colegio de mi padre. Casualidades de la vida. Así que mi padre le llamó, habló con él largo y tendido y le dijo que o me dejaba en paz, o se vería con una denuncia por Dios sabe qué. En ese viaje pitaron dos amigas de clase, que luego despitaron a los pocos meses, una vez se enfrió ese fervor falso.

Ahora me encuentro viviendo en una zona donde el 95% no pisa una iglesia, ni reza, ni hay ciertos valores. La promiscuidad es brutal entre la gente de 12 años para arriba, los curas son considerados pederastas y carcas y las monjas son lo peor. Me veo con la dificultad de que mis hijos se eduquen como a mí me gustaría. No saben ni la mitad de las cosas de religión que sabía yo a su edad y aunque les doy catequesis, en un entorno que no acompaña nada, se hace muy difícil. No paran de preguntarme por qué hay que ir a misa si su amigo Fulanito no va, por qué menganito no está bautizado, que por qué hay que creer en Dios si resulta que nadie cree en clase. Están rodeados de una violencia verbal en el colegio que incluso a mí, que no soy ninguna hermanita de la caridad, me deja helada en niños de edades tan tempranas. Me cuesta mucho inculcarles en casa algo de moral cristiana y eso, he de reconocer, que me angustia. No quiero que vean normal cosas que para mí no lo son. Si el entorno escolar, de amigos y relaciones es totalmente opuesto a lo que hay en casa, al final, por ese sentimiento de pertenencia a un grupo, dejarán de escucharme y serán parte de esa mayoría.

Donde vivimos ahora, la gran mayoría de los chicos deja los estudios antes incluso de acabar la ESO, son chicos sin ambiciones, padres que una vez los hijos cumplen 16-18 se desentienden porque creen que ya han cumplido. No hay opciones, ni oportunidades reales para la gente joven. Los colegios de la zona (radio de 15km) son deficientes, o muy deficientes en todos los sentidos. No se inculca el compañerismo, no se corrigen a tiempo los abusos verbales y/o físicos, hay profesores (no todos) que practican la ley del mínimo esfuerzo porque a final de mes van a cobrar igual. Recursos económicos muy limitados o nulos. Hablan de la educación en valores, pero yo me quedo perpleja de ver cómo se insultan los niños, cómo faltan al respeto a sus padres, cómo los padres faltan al respeto a sus hijos, cómo insultan a los profesores, o se ríen de ellos, hay una gran falta de disciplina, cero tolerancia a la frustración. Aquí todos tienen el último modelo de Wii, PSP, NINTENDO, o lo que sea que se pone de moda. Llegan los reyes y tiran la casa por la ventana gastando 300€/niño, pero eso sí... luego la factura de La Luz no la pueden pagar.

Dar ropa/comida a Cáritas es una pérdida de tiempo porque dicen que los responsables de la parroquia roban, fumar porros a plena luz del día no es problema siempre que lo hagas fuera de los muros del colegio. Robar algo de algún compañero está a la orden del día, y si te pillan, dicen que era una broma. Así que harta de que mis hijos estén aquí las 24h, decidí mover ficha y buscar colegio más lejos. Quería algo más pausado, más normal, más inocente, donde también les dieran una formación cristiana, valores morales... y me vi buscando información de colegios del Opus Dei. Creí que conociendo esos colegios desde dentro sería pan comido. Aunque no esté de acuerdo con muchas cosas, siempre puedo decirles a los niños que no hagan caso de esto, o lo otro, que en el colegio exageran un poco. El hecho de que mi familia no fuera del Opus influyó muchísimo. Es más, haciendo balance y viendo con perspectiva a todas las de mi curso, aquellas que tenían familias de la Obra, son supernumerarias, numerarias, o muy simpatizantes. Las que no teníamos familia de la Obra, somos como el común de los mortales. Creía que podría hacer lo mismo. Pero después de haberos leído, ya tengo mis dudas. Si volviera a vivir en alguna gran ciudad, lo tendría fácil porque hay donde elegir, pero en mi caso, hay muy poco. ¿De verdad creéis que acabarán con una empanada mental tremenda?

Por las cosas que he leído, me da la sensación de que en los colegios de chicos van mucho más a saco que en los de chicas. No tengo hermanos varones, así que no puedo hablar de los colegios masculinos. No quiero que mis hijos se sientan culpables si alguna vez ven un cuerpo desnudo en la televisión, o una revista, o una tía estupenda en ropa interior en un cartel publicitario, o que se flagelen mentalmente por haber pecado contra el sexto mandamiento. Pero sí quiero que respeten y quieran a la iglesia, quiero que recen, que encuentren consuelo, paz y calma en Dios. Quiero que crezcan en la religión, que no se queden con las cuatro bobadas que les enseñan en el colegio, en cualquier colegio, sea del Opus o no. Estoy de acuerdo en lo que escribía otra persona (ya no recuerdo los nombres, ni el título del relato) cuando decía que la moral y la enseñanza de la religión católica deja mucho que desear en colegios de órdenes como los salesianos, maristas, jesuitas, etc. Donde yo vivo es así en gran parte. No hay mucha diferencia entre un colegio laico y uno de una orden religiosa. Ya no sé qué hacer.

Un saludo a todos y gracias por esta web!! Enhorabuena

Aram







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