Viejas ideas para modernizar el congreso electivo.- Orange
Fecha Wednesday, 21 December 2016
Tema 070. Costumbres y Praxis


Se acerca la celebración del congreso para la elección de un nuevo prelado, es decir, se ventila el verdadero poder del Opus. Todos los estatutos, normas y reglamentos que la casta que manda tiene previstos y detalladamente estudiados para la ocasión están completamente amañados para dar el derecho al voto solamente a una exigua minoría de hombres "sabios y prudentes". A los de poca monta, a los que no pertenecen al núcleo controlador, a los "pequeños", se les desprecia y se les niega el voto. Y además, practican una discriminación descaradamente sexista: las mujeres no tienen derecho a voto. Es decir, la casta dominante desprecia el voto de la inmensa mayoría de los fieles de la prelatura. Si no perteneces a su círculo cerrado no eres nadie dentro del Opus Dei y, por tanto, no participas en la principal votación de la prelatura.

Quizá el principio de "un fiel, un voto" pueda producir sincopes, urticaria, alucinaciones, agresividad, cefaleas y actitudes despectivas en la casta dominante, misógina, autoritaria y cerrada, que tiene bien cogida la sartén por el mango. Pero… ¿serian razonables estas reacciones?

Todos los fieles de la prelatura deberían tener el derecho a participar en la elección del prelado y no solo unos pocos previamente designados por los de arriba entre miembros de probada sumisión e indiscutible obediencia ciega a la casta dirigente. Estos tienen la desfachatez de autoerigirse en interlocutores únicos y exclusivos del Espíritu Santo. Los miles de numerarias auxiliares, supernumerari@s, agregad@s y numerari@s y curas "de poca monta", son marginados.

En una institución de estas características, los laicos deberían ser elegibles para el cargo de prelado y para todos los demás cargos, dado que constituyen y son por derecho propio el núcleo del específico carisma fundacional de la Obra. Una institución cuya base es la santificación dentro el mundo debe estar regida por un laico y no por un cura episcopalizado ad hoc que vive apartado, alejado y muy de espaldas -sin apenas pisar la calle- a las realidades temporales sobre las que debe versar su pastoral. Sin embargo, el prelado habla y escribe de lo que no vive, de lo que no comprende, de lo que no conoce, de lo que no es. Un oscuro supernumerario, una olvidada numeraria auxiliar o un agregado poco brillante tendrían muchas más cosas interesantes que contar. El prelado les suelta unos repetitivos plomazos repletos de músicas celestiales que no conectan con la realidad de la gente ordinaria que se gana la vida en la calle y que los fieles no sienten como algo que les llega al nervio de sus vidas. Casi pueden adivinar antes de leerlas o de escucharlas las cosas que les va a decir.

Además, no hay que poner cara de espanto. Esto de las elecciones en asamblea es un antiquísimo proceder en la Iglesia pues como todos sabemos, así elegían a sus líderes en los primeros siglos los primeros cristianos, cuyo maravilloso ejemplo el Opus Dei nunca ha cesado de alabar. Pues bien, de aquella manera, la Iglesia marchaba y se expandía estupendamente mientras que la marcha actual del Opus Dei está en franco retroceso caminando hacia la irrelevancia.

Orange









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