Acabo de leer en una biografía de san Ignacio que cuando sus primeros discípulos, y en votación repetida, dos veces, lo eligieron General de la naciente Compañía, él se reservó su aceptación hasta haberlo consultado con su confesor, que era un fraile franciscano; y ello cuando ya tenía a su alrededor ocho o diez sacerdotes jesuitas. Un buen ejemplo.
Pepito