Mi testimonio.- Sevi
Fecha Monday, 20 February 2017
Tema 010. Testimonios


MI TESTIMONIO
Sevi, 20/02/2017

 

EL COMIENZO

 

Deseo escribir mi testimonio porque he descubierto que le puede venir bien a algún@. En mis tiempos aún no había internet, lo que lo hacía todo el proceso más solitario y aislado sin posibilidad de compartir.

 

Pité el día que cumplí los catorce años y medio. Llevaba frecuentando el centro unos meses. Hacia un rato de oración y unos minutos de lectura piadosa al día y asistía los sábados a la meditación, confesión y dirección espiritual. Los viernes tenia charla de “virtudes humanas”. Y los domingos a Misa y tertulia. Ese era mi patrimonio espiritual acumulado.

 

Llegó el día en cuestión…



Al entrar al Centro, me pasaron a una habitación y P me indicó que esperara un momento, enseguida vendría con papel y pluma para escribir la carta de solicitud de admisión. Desde el despacho adjunto, se escuchaba sin querer, una discusión educada pero de tono intenso, “si debería pitar de agregado o de numerario”. P. defendía la incorporación como agregado (era agregado y director del centro) y M. sostenía la de numerario (era numerario director de SM en la Delegación).

 

Yo, algo nervioso, rezaba para que se acabara pronto la cosa, me esperaban en casa al anochecer como siempre. La postura de numerario era la que menos me gustaba, vivir fuera de mi familia, rodeados de “hermanos” extraños y muy fiscalizado todo el día, aunque uno estaba para hacer lo que Dios me dijera y mi intención era de entrega total.

 

Al fin salieron del despacho, y me dictaron la carta de solicitud de la admisión como agregado al Opus Dei. Desde ese momento me manifestaron que era para toda la vida, que no lo comentara aun con mis padres y rezara para dar gracias por la vocación recibida. P. quería celebrarlo, eran más de las diez de la noche y le comenté que tenía que ser un hijo obediente, que me esperaban mis padres y me marché a mi casa.

 

Hasta 1978 la mayoría de edad en España era a los 21 años, eso supone que hice todas las incorporaciones estatutarias siendo menor de edad, sin permiso ni conocimiento paternos.

 

La semana siguiente me dieron casi todos los días charlas sobre la espiritualidad del Opus Dei, y que se hacían votos de pureza, pobreza y obediencia pero que eran por una extraña “obligación temporal”. Yo eso nunca me aclaré, era tanta la ilusión y entrega que pasaba del tema.

 

Los años del bachiller (5º,6º y COU) me lo pasé en grande en el Centro, excursiones, cine, tertulias divertidas,… y  me sentía entregado, con una sinceridad aplastante en la charla y en la Dirección espiritual. A por todas las 24 horas del día. Pronto me di cuenta que haciendo lo que me decían estaban contentos conmigo y ganaba puntos, todo lo demás “no importaba a nadie”.

 

La primera convivencia de verano me fue imposible ir por tema económico, mi casa ardió en un incendio fortuito que empezó en el piso colindante, mis padres tenían un fuerte apuro económico, estaban afrontando los gastos de una nueva vivienda. Me dijeron que la convivencia anual era muy importante y estaba por encima de todo, que le pidiera el dinero a mis padres para asistir, cosa que no hice.

 

Me comentaron a las pocas semanas en una de las charlas de mi formación que mi familia desde que se pita era el Opus Dei y mi otra familia era la de sangre. Se lo comenté un día a mi padre (de ideales liberales republicanos y buenísima persona), me miró a los ojos un rato y me comentó “yo te apoyaré en todo, hasta en esas tonterías que te han contado, coméntale a tu madre lo que me has dicho por si ella lo entiende a la primera”. Mis padres eran de oír Misa los domingos y si era posible de homilía cortita. Nunca se opusieron.

 

Al año siguiente pude ir de curso de verano, fue en Granada, Sierra Nevada, en Hoya de la Mora. Me pasé llorando y disimulando mi tristeza todos los días, tenía 15 años, inmaduro e infantil, nunca había estado fuera del hogar tanto tiempo y con gente desconocida para mí.

 

AÑOS DE ENTREGA

 

Pasaron cuatro años de mucha formación, entrega total, apostolado y proselitismo a tope. Me encargaron llevar las confidencias de 6 agregados, recién pitados, la contabilidad de ingresos y gastos del centro (secretariado), las proyecciones de cine, incluidas las previas, las catequesis externas y el club de excursiones. No tenía tiempo de pensar.

 

Ya hace más de 30 años que dejé el Opus Dei y aun me acuerdo de algunas cosas que marcaron mi formación del espíritu crítico liberador. Esto es lo que mejor recuerdo:

 

-       De la amistad de buenas personas como R., P. y A., que siguen siendo  honestos y heroicos en muchos sentidos, que no quisieron retirarme el saludo ni dejar de hablarme  cuando se lo indicaron y aún permanece nuestra amistad.

 

-       Mis padres nunca entendieron el rapto mental de su hijo siendo menor de edad y adolescente de experiencia de vida necesaria. No sabes qué entregas ni a quién, me decían, ¿cómo vas a disfrutar de la vida y a ser feliz?

 

-       Cuando cambiaba de director, me sorprendía que sin yo decirle nada me preguntaba sobre temas muy concretos que había hablado con el anterior director o en la dirección espiritual. ¿No se llamaba “confidencia”? Me costaba confiar.

 

-       Siempre alguien del Consejo Local me preguntaba por las personas que hacían la charla conmigo incluido una vez el cura. Nunca llegué hacer informes escritos, que me acuerde, despitaban al año o dos años de pedir la admisión.

 

-       En una tertulia invitaron a un director de la delegación, nos comentó su preocupación por el proceso de beatificación del Padre (fundador). Al preguntarle qué quería decir con eso, pues aún vivía, comentó que estaban convencido de la santidad en vida del Padre, que tenían cierta preocupación por los acontecimientos que se pudieran dar. Pusimos cara de no entender y se lanzó con un ejemplo: sería mejor para un proceso de beatificación una muerte trabajando en el despacho o predicando u oficiando Misa que en el comedor durante una comida. Me quedé bobo del asunto.

 

-       En una de las previas (proyección de una película solo para directores y/o curas) para suprimir posibles escenas escabrosas. Me llevaba algo para leer y esperaba que me avisaran cuando cortar y señalaba el principio y final de la escena en cuestión. A la película de “Los 12 del Patíbulo” le quité 13 minutos en tres cortes. Si la habéis visto, ya hay que ver donde no hay; es una película de guerra, sin participación femenina y menos escenas escabrosas. La distribuidora no nos quiso alquilar más películas. Que corte me llevé, nunca mejor dicho.

 

-       En la Facultad, en Segundo curso, me hice amigo de un compañero con el que sintonicé rápido y bien, me sinceró su vida y el momento que estaba pasando, era religioso, hermano de la Salle. Lo invité a estudiar y conocer el Centro. Al llegar le presenté al director que le dijo que asistiera a una charla que se daban semanalmente, mi amigo aceptó. Al pasar unos días me interrogó sobre mi amigo quería saber sobre sus estudios, familia,…. Al comentarle que era religioso me pidió que “lo echara del centro” o que al salir le dijera “que no volviera más”, no se debía contaminar mi espíritu. Perdí un magnifico amigo, y no le pude ayudar. Como veréis me acuerdo después de tantos años.

 

-       Un día me pidió mi director (numerario) “un encarguito peculiar”, me dijo que acompañara a un sacerdote (numerario) a pasear un rato y le contara cosas graciosas y animantes. Rápidamente me dicuenta que D. A.A. estaba en “mal plan” (término para definir que peligraba su fidelidad). Hice de bufón un rato, me lo agradeció mucho. Nunca volví a verle. Al preguntar por él me dijeron que rezara, y sin comentarios.

 

-       Con los que se marcharon y los que estaban en mal plan según la directiva me prohibieron hablar lo que me dolió mucho ya que para mí eran personas que necesitaban mucha ayuda y en parte habían entrado de mi mano.

 

-       Un día la persona que escuchaba mí confidencia en esa época, MG, me comunica que quiere ser sacerdote pero que debe dejar el Opus Dei por indicación de los directores (¿?); se marchó sin que le pudiéramos despedir. Al tiempo me lo encontré estaba en el seminario diocesano feliz. Nunca entendí nada.

 

-       En plena crisis de conciencia tratando que aflorara la mía, decidí confesarme con otro cura que no fuera del centro. Fui a la Iglesia del Opus Dei en el centro de la ciudad. Todos los confesores eran de casa. Me acerco a uno y después de escucharme me dice que duda en darme la absolución porque yo pensaba acabar fuera de la Obra, al final hizo un esfuerzo y me la dio. Salí roto por dentro. No tenía salvación. Unas semanas después pude acercarme a otro “padre topete” (esta vez franciscano) donde pude sentir el perdón de Dios y la alegría de vivir.

 

-       En todos los años que estuve en el Opus Dei nunca traté con mujeres y por supuesto ni se hablaba de ellas en ningún sentido, simplemente no existían. Sin embargo la sexualidad estaba muy presente, la represión hormonal se dejaba ver, sin ser motivo de escándalos estaba presente de forma cotidiana. No digo nada más.

 

LA SALIDA

 

Comento en una charla fraterna, un día en quinto de carrera, que deseo dejar la Obra. A partir de ese momento todo cambia en mi vida: Me trasladan a otro centro, me dicen que tengo que ver a un (numerario) psiquiatra y que me buscan trabajo en otra provincia si hace falta.

 

En el centro nuevo fui poco, era frio, no conocía a nadie y mi percepción de la situación es que todo el mundo estaba sobre aviso del “mal plan” que yo tenía.

 

Al psiquiatra fui con J. director del Centro. En consulta vi en la mesa una hoja de agenda con anotaciones de J., era su letra, la escribió en el coche mientras yo conducía camino de la consulta. Se la había pasado disimuladamente al psiquiatra que, mientras leía la nota, me preguntaba sobre mí. Le dije que me encontraba bien y no iba a tomar medicamentos.

 

Como había acabado la carrera en este tiempo y estaba en prórroga del servicio militar, me fui a la mili, me tocó en Ceuta donde estuve catorce meses casi alejado del Opus Dei pero no de Dios. Aprendí a diferenciarlo, porque te machacan diciéndote que es lo mismo y no lo es, en ese tiempo lo descubrí lo que me dio paz. Dios es más grande en amor que sus obras.

 

Antes de marchar a Ceuta escribí una carta al Padre con mi decisión de dejar el Opus Dei, la envié a Roma a la casa central. De la delegación me llamaron para decirme que no valía y que teníamos que vernos para hablar del tema. Contesté que lo escrito, escrito está. El texto era válido, lo tenía aprendido de ver unas cuantas ya de antes. Me sentía libre y con fuerza aunque un poco prestada. Volví de Ceuta comencé a trabajar y hacer mi nueva vida, solo, con la sola ayuda de dos ex (agregados) que seguían siendo amigos de verdad y me comprendían, (no había Internet).

 

Un día sonó el teléfono era un director de delegación, quería “verme unos minutos”, me contó primero que lo mío era un pecado contra la virtud de la religión” que no estaba cumpliendo los votos, (¿?). Permanecí en silencio. Después me soltó si quería ser supernumerario y al recibir mi negativa a la propuesta me comentó e informó que tenía concedida la dispensa del Padre.

 

Pasó el tiempo, me adaptaba poco a poco, sin pausa, a la vida corriente, al trabajo cotidiano a vivir sano de espíritu en libertad sintiéndome amado de Dios, colaborando en la parroquia con los más necesitados, sintiéndome útil como un cristiano más de calle. Conocí a mi mujer con la que he tenido dos hijos (26 y 30 años actualmente), esperamos que vengan los nietos, es la descendencia de mi familia de sangre.

 

Esto son los recuerdos de mi paso por el Opus Dei.

 

Sevi







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