El Congreso, acallado.- Orange
Fecha Wednesday, 22 March 2017
Tema 010. Testimonios


En la carta del nuevo prelado de 14-2-17, Mons. Ocariz se dedica a glosar los temas que según él se han tratado, trabajado y recomendado en el último congreso del Opus Dei. Llama la atención que, en la carta, el prelado, aun siendo el protagonista del congreso, no habla en primera persona como correspondería a un Padre con autoridad y solo asume el papel de mero "informador" o "relator" de las ideas que circularon por el congreso. Es como si pensara: vosotros hablad todo lo que queráis, que lo que yo pienso y los planes que tengo no los voy a desvelar de momento (naturalmente es una idea mía subjetiva).

En primer lugar, se supone que todo congreso de cualquier tipo, tiene sus ponencias en las que se debaten los temas, y al final se elaboran unas conclusiones que deben quedar escritas en las correspondientes actas oficiales, las cuales se publican. Pues bien, dando un ejemplo más del ocultismo del que sigue adoleciendo el Opus Dei, las actas oficiales de este congreso no se han hecho públicas. Se hurta así una información muy importante a la que tienen derecho los miembros de la Prelatura, que vuelven a ser considerados como personas de importancia menor, tratados con infantilismo, como si no merecieran que esa información llegara a ellos (ni ellos, atemorizados, se atreven a pedirla, que todo hay que decirlo). De lo que en el congreso se trató, trabajó y concluyó, el Opus Dei da a sus miembros y al público en general solamente la versión que Mons. Ocariz decide transmitir en su carta del 14-2-17. El es pues, la única vía por la que podemos conocer algo del congreso.

Esto demuestra que el Opus Dei sigue siendo una institución hermética, férreamente dominada por el prelado, en la que no cabe el menor atisbo de contraste de ideas. Porque, es de suponer que en el congreso alguien hablaría de algo distinto de la consabida alabanza a los amados lideres. Me imagino que todos los congresistas no estarían todos los días y a todas horas diciendo ¡Sí bwana!, ¡Sí bwana!  o ¡Sir, Yes Sir!, ¡Sir, Yes Sir!. Y hay que tener en cuenta que los miembros del congreso no se eligen por su capacidad, competencia, preparación ni por sus propuestas sino solo por su impecable carrera de acérrima fidelidad probada al amado líder. Bueno, pues ni aun así, el amado líder deja que se publique lo que dicen o debaten. Se repite así el viejo esquema de poder del dictador respaldado por su guardia pretoriana que tan eficaz siempre ha sido en el ejercicio de la autoridad abusiva a lo largo y ancho de innumerables situaciones históricas de diverso pelaje.

Mas pena me dan aun las componentes femeninas del congreso que siguen tragándose el sistema misógino que no las deja ni pensar, ni hablar ni participar en los temas de debate y las relega al papel de comparsa segundona. Parece mentira que estas mujeres (muchas de ellas de alto nivel cultural, académico, intelectual y personal), toleren esta vergonzosa discriminación a estas alturas.

Los órganos análogos a estos congresos del Opus Dei que existen en la Santa Madre Iglesia, son los Concilios. Desde los tiempos apostólicos estas asambleas eclesiales, de tradición centenaria, siempre han sido públicos. De ellos se conoce por la historia todas y cada una de las vicisitudes que en ellos ocurrieron, todos los fuertes debates, diferentes puntos de vista, tensiones intensísimas (a veces con hechos fuertemente violentos), y al final, conclusiones públicas a la luz del día. No hay un solo Concilio en el que no haya actas oficiales y solo se conozca la opinión que da el Papa. Nadie en la Iglesia lo toleraría.

El estilo general de la carta en la que el prelado, con astucia, "no se moja" personalmente, aunque está anclado formalmente en la tradición epistolar de la casa, deja escapar intermitentemente algún suave perfume anunciador que podría intuirse como una leve tendencia a dejar algún resquicio para el aire fresco. Pero eso solo son suposiciones mías que seguiré con curiosidad por ver si progresan.

Por último, no me resisto a comentar una pequeña frase de la carta que dice así: "8. En primer lugar, se ha considerado la centralidad de la Persona de Jesucristo, a quien deseamos conocer, tratar y amar". Es decir, que el congreso en pleno con su prelado a la cabeza dicen que el centro de sus vidas debe ser la Persona de Jesucristo. Pues ¡vaya descubrimiento! Pero en fin, nunca es tarde si la dicha es buena... Descubrir que Jesucristo y no otras cosas es el centro de la vida del cristiano. ¡Bienvenidos al Cristianismo!

Orange









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