No Rosarigasino. La Universidad de los Andes, de Bogotá, no tiene nada que ver con el Opus Dei. Es la universidad privada de más prestigio en Colombia. Cuando usted entra a la sede principal se topa con una estatua de san Alberto Magno, que está ahí no por santo, sino por sabio. Y luego, lo que encuentra es una comunidad diversa, con creyentes, ateos, mucho bluyín, poca corbata, algún indígena, uno que otro negro, muchos profesores con doctorado.
En los 60 y 70 hubo varias vocaciones de numerarios entre los que estudiaban allá. Uno de ellos terminó Arquitectura, fue miembro de la comisión regional y acompañó al consiliario a la elección de don Álvaro, como único elector laico colombiano. Hubo un ingeniero numerario que hizo toda su carrera profesional como profesor de los Andes. Fue un caso de real ejercicio de la libertad profesional, pues todos los demás profesores universitarios, no solo numerarios, sino incluso supernumerarios, terminaron vinculados a la Universidad de la Sabana, a medida que esta obra corporativa crecía y necesitaba cada vez más personal de confianza. El numerario en cuestión se jubiló como profesor de los Andes, y pasó sus últimos años de vida en la casa de mayores de Bogotá, sin hacer nada más, y sin caer en la «tentación» de ir como profesor a la Sabana.
Ser uniandino en Colombia es sello de prestigio. Se dice que la idea de fundar la universidad fue de Albert Einstein. Uno de sus discípulos fue el fundador. Aunque la universidad se ha visto envuelta en los últimos años en hechos de discriminación racial, lo idea general que hay en el país y en la región sobre la Universidad de los Andes es muy positiva. Se la considera la universidad de más alto nivel académico e investigativo, y sus egresados son los mejor calificados en las empresas y los mejor pagados. Uno fue presidente del país (César Gaviria Trujillo) y muchos han sido ministros de Estado y funcionarios de alto rango. Es, en definitiva, una universidad liberal, en el más amplio sentido de la palabra.
No tiene filiaciones ideológicas tan claras como la Javeriana (jesuita), el Externado (liberal, fundada por masones), el Rosario (laica, fundada por un fraile dominico), la Sabana (Opus Dei), la Bolivariana (de la arquidiócesis de Medellín), por mencionar las de más alto nivel.
La universidad del Opus Dei, como es bien sabido, es la Universidad de la Sabana, cuya sede principal está en el municipio de Chía. Usted entra y ve un magnífico campus que recuerda Cambridge, con estatua de Escrivá, capilla, capellanes, la Virgen del Amor Hermoso, un ramal del río Bogotá que recorre el área, estudiantes que practican remo, otros que juegan fútbol, y muchos profesores de corbata y profesoras de falda larga. Alrededor hay vallas que anuncian 98 posgrados, una clínica universitaria que la gente del pueblo conoce como Teletón, y un edificio alejado del resto, en el que funciona Inalde, versión criolla del IESE.
Gómez
