Foto adulterada de Escrivá con Pablo VI.- Ex_apéndice
Fecha Monday, 27 November 2017
Tema 115. Aspectos históricos


                Stoner hace referencia a la posibilidad de que la foto de Pablo VI con Escrivá y Álvaro Portillo, que aparece en Crónica de febrero de 1964 con motivo de una audiencia que les concedió el citado Papa, esté adulterada o retocada.

                Todavía tengo presente esa foto y el pie de foto que la acompañaba. Recuerdo además el comentario que, refiriéndose a ella, nos hizo el director de turno en una tertulia que tuvimos en Tajamar. Nos explicaba el amor, el gran amor, de Escrivá por el Papa fuera el que fuera. También lo mucho que el Padre rezaba por él y lo vivamente que deseaba poder estar cerca de él.

                Recordemos aquella expresión de Escrivá que ha quedado escrita en la homilía Amar al mundo apasionadamente, que tanto nos repetían allá dentro, ya sabéis donde:

                Me siento romano, porque romano quiere decir universal, católico; porque me lleva a querer tiernamente al Papa, il dolce Cristo in terra”.

                El hecho es que entre otros testimonios que adujo para demostrar tan grande amor filial de Escrivá al Santo Padre, se refirió nuestro director a la foto de Crónica a la que Stoner hace referencia.

                Pasaron los años. Bastantes años. Un día un sacerdote que había trabajado en la imprenta de Villa Tevere, nos contaba, en la paz de un curso anual, en una plácida tertulia, la segunda parte del cuento, de la cual había sido testigo:

                Resulta que después de mucho tiempo en el que no se le concedían audiencias a Escrivá en el Vaticano –recordemos el famoso “cerco”-- alguien logró que le concedieran una. Allá acudieron presurosos Escrivá y su Sombra. Escrivá, como no podía ser de otra manera, dada su especial personalidad y singular manera de amar al Papa más que nadie, dio la nota, esa nota que lo diferenciaba de los demás mortales, enterneciéndose como era de rigor  y derramando unas lágrimas de a puño. Lo asombroso es que quizá aquellas lágrimas fueran sinceras. ¡¿…?!

                Una vez recibidas en Bruno Buozzi 75 las fotos de rigor, que suele enviar la Oficina de Prensa del Vaticano, se comprobó lo que más arriba decíamos: No era publicable la deplorable realidad de los hechos. El Padre no podía haber llorado, no y no, de aquella manera. Por lo tanto había que retocar la foto. Pero no bastaba con un simple retoque. Los ojos se resistían a quedar limpios. Se notaban raros… ¿Solución? Cortar la cabeza y poner otra más ad hoc. Y mira por donde Heraldo nos cuenta como se hizo.

                Añado y termino. Durante muchos años cuando leía artículos de Crónica, solía yo buscar aquella en la que aparece esa foto que ahora ha traído a nuestra consideración Stoner. Por mucho que le daba vueltas, no podía compaginar los improperios y comentarios privados que Escrivá propinaba a algunos Papas –y por supuesto a Pablo VI, al que llamaba, entre otras lindezas --jesuistón-- con aquel tierno cariño que oficialmente le atribuían las lenguas laudatorias.

                Abrazos para todas y para todos. Ex Apéndice









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