La perestroika prelaticia.- Pinsapo
Fecha Monday, 04 December 2017
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


LA PERESTROIKA PRELATICIA
Pinsapo, 4/12/2017

 

 

1.- EL DEBATE DEL CAMBIO. En un escrito anterior califiqué de valiente la actitud del Prelado de comparecer ante la opinión pública al someterse ante una periodista independiente a incómodas preguntas, abandonando el triunfalismo y afrontando los “puntos débiles” del Opus Dei. Fue una prueba más del deseo de adaptación a los nuevos tiempos y de abandonar el neolítico eclesial, quizás sólo por instinto de conservación. Finalizó el Prelado manifestado estar encantado de “hablar en clima de libertad, apertura y afecto”, concluyendo con todo un programa de intenciones: “Estoy contento de que me haya puesto algunas preguntas que quizá podrían parecer molestas, pero que han sido ocasión de tratar aspectos interesantes y que, además, estaban motivadas por un recto y sincero deseo de cooperar a la difusión de la verdad.”...



Son evidentes pequeños cambios desde el primer momento en que aparece el actual Prelado en la audiencia papal sin sotana ni signos ostentosos, pequeños cambios confirmados por el numerario Stoner como la abolición del saludo rodilla en tierra y beso del anillo, signo del anterior estilo principesco de la jefatura prelaticia que se ha llevado por delante el arrollador estilo de cercanía, humildad, coherencia y autenticidad cristiana del Papa Francisco. Se niega toda esperanza de cambio en el duro análisis de Madurez, por la férrea oposición de la nueva guardia y de la robotizada nueva generación dirigente, fruto de la demasiado larga y estéril etapa del anterior prelado, a quien dedica muy duras palabras en su breve escrito, por lo que insta a quienes tanto hablan de cambio a que se olviden y saltan de la barca para no caer en la locura.

El veterano numerario Alter alterius, de tan preclaros análisis, ha negado en rotundo toda posibilidad de cambios sustanciales, desgranando la larga lista de errores del anterior Prelado que dibujan incluso una penosa involución desesperante para tantos, pues aunque parece que quiere hacerlos el nuevo prelado, nada puede cambiar sin permiso del Consejo General (todo atado y bien atado), salvo que se impusiera la reforma por la Santa Sede para poner coto a graves abusos como la viciada y controladora dirección espiritual, y aun así, las trabas que encontrarían para erradicarlos serían descomunales.

Ante la renovación eclesial del Papa Francisco, Jacinto Choza vislumbra una posibilidad de renovación para el Opus Dei, pero de corto alcance, recordando la reflexión de Retegui poco antes de morir, tras sus paseos con Ocáriz: el prelado es como el almirante de un portaviones, puede maniobrar con un ángulo de giro muy largo y en un tiempo muy largo. Puede ver las pequeñas embarcaciones a lo lejos movidas por el oleaje, la dirección de los vientos y de las corrientes; pero no podrá darles una ayuda directa y cercana, tan solo ayudas indirectas que tardan tiempo en llegar y asentarse.

Como dice Zartan hay un antes y un después de la carta del 14 de febrero, por reconocerse desde la cúspide errores como el de haber sido sembradores de discordia, así como promover la colaboración directa en las parroquias. No obstante, aun en un autor tan optimista, no deja de sembrar dudas al respecto revelando su conversación con una amiga numeraria que le dijo que había voluntad de cambio, pero que la mayoría no está preparada para ello, en especial los numerarios dirigentes que se han quedado en punto muerto y bloqueados, arrastrados por la burocracia, pues tras toda una vida haciendo las cosas de una forma, ahora se les pide dar un giro copernicano que se ven incapaces de practicar por la inercia y porque son incapaces de entenderlo.

No obstante, es antinatural negarse a cambiar, pues todas las personas y todas las cosas evolucionan para mejorar, precisando la evolución interior de cada cual una gestión de ese cambio, que en primer lugar, opera en el querer. Un grupo social que se negase en rotundo al cambio, quedaría aislado y desconectado de la energía más poderosa, la de la transformación. No querer cambiar es tan absurdo como trágico, pero cuesta mucho reconocerlo, siendo primordial para hacer cualquier cambio el QUERER.

2.- ALCANCE DE LA PERESTROIKA EN LA OBRA. Todo sistema totalitario se cimenta en dos fuertes columnas: el miedo y la mentira, supeditando la persona al bien de la institución. Las reformas de la Perestroika (reestructuración) que impulsó Gorbachov en la Unión Soviética tuvieron como premisa la transparencia (Glasnot), ventana por la que entró el aire fresco de la verdad y la libertad, momento en que la población fue conociendo las carencias del sistema socialista y los engaños de la estructura totalitaria; y así, el régimen fundamentado en el terror se desmoronó al destruir las columnas del miedo y la mentira, pudiendo las personas ejercitar su libertad. 

El contexto español de mediados del siglo XX en el que de forma vertiginosa se desarrolla el Opus Dei, es el de un catolicismo que se impone a la persona tutelado por un poder autoritario, siendo la novedad que será la clave del éxito de la implantación social de la Obra la mecanización de la vida cristiana, con una estructura vertical en la institución pensada para someter hasta el más escondido pensamiento de cada persona, que es lo primero que cada semana conocerá su director espiritual laico, que ostenta la potestad de gobierno y la obligación de delatar a su “confidente” a sus superiores.

Thelonius Monk hizo un análisis de las tres etapas de la Obra hasta Echevarría: la exitosa etapa fundacional de la expansión, facilitada por un favorable contexto social y eclesial; éxito incrementado en la etapa del reglamentarismo de don Alvaro, cuya solidez se basó en la total ausencia de disidencia interna, el “prietas las filas” sin fisura, que hizo al joven Opus Dei pasar por encima del resto de instituciones de la Iglesia de forma arrolladora. En esta etapa se consolida la suma dureza de la estructura dirigente.

Los directores de la obra no es que se propusieran implementar el miedo y la mentira, sino que por estar entrenados para no cuestionar los modos de actuar de la cadena de mando, legitiman sus actos al sentirse instrumentos de la voluntad divina, cegados por el engranaje de la estructura piramidal de gobierno sustentada en la viciada dirección espiritual. Instauraron la mentira de una “realidad ideal” en la que se exige al dirigido obediencia ciega y que se considere “la nada y menos que nada”, exigiendo sinceridad salvaje sólo de abajo a arriba, sin que nadie pudiera osar pedir al director desvelar sus cartas. El individuo obligado a contarlo todo desconoce las consecuencias de una sinceridad solo de ida y nunca de vuelta.

Los directores no admitían preguntas ni daban explicaciones, tan solo comunicaban decisiones: tienen todos los datos pero no los razonan a los dirigidos, pues deben impedir que sepan tanto como ellos. La conciencia del director queda deformada por situar en la cúspide de la jerarquía de valores la lealtad hacia su “madre guapa la Obra”, a lo que todo queda sometido, aunque repugne a la inteligencia o a la conciencia cristiana. La sinceridad que vive el buen director es más retorcida que la de André MAUROIS, para quien “ser sincero no es decir todo lo que se piensa”, pues sus reservas mentales van más allá por bien de la institución, por la cual a veces habrá que decir lo contrario de lo que se piensa.

La segunda columna del sistema era el miedo, consecuencia natural de la falta de transparencia y del desequilibrio de obligaciones entre la parte débil (el dirigido) y la parte fuerte (el director). Para ello se utiliza el argumento de autoridad: los directores saben más porque “tienen todos los datos”. Y si la persona insiste, la enfrentan a Dios para que acate lo ordenado: la virtud de la Obediencia es uno de los tres compromisos de la Fidelidad, y la voluntad de Dios tan solo viene a través de los directores. Por eso se anatematiza al discrepante por la más leve crítica, imputándole la falta de unidad con los directores y el grave pecado de murmuración. Utilizan la presión psicológica de la marginación y la amenaza de la expulsión si no desiste de sus planteamientos.

3.- HITOS DEL PROCESO DE CAMBIO. Las personas resistentes al cambio pueden llegar a querer cambiar solo si experimentan una evolución interior, pues incluso quienes a veces dicen querer cambiar, cuando se les muestran los puntos concretos que implican los cambios, se dan cuenta de que en el fondo la negativa al cambio es por no querer afrontar los esfuerzos y cambios de rutina que implica. A pesar de los reproches a Echevarría, esta evolución comenzó en diciembre de 2014 con el nombramiento de Ocáriz como vicario auxiliar plenipotenciario, cuando decide utilizar el único cauce de los Estatutos para supuesto de pérdidas de cualidades psíquicas por senectud, siguiendo el camino señalado por Benedicto XVI. Así lo apuntó Gervasio de forma atinada y premonitoria en febrero de 2013, tesis que este mismo autor confirma al exponer los documentos del aggiornamiento de la Comisión de España de octubre de 2016.

La Comisión de España en el Anexo 2 del documento nº 8/16, insta acertadamente a centrar la predicación en la persona de Jesucristo (no tanto en el fundador de la obra), a explayarse en las parábolas evangélicas adaptadas a la vida diaria, utilizar el magisterio del Papa Francisco, ampliar la bibliografía a Padres de la Iglesia, santos, clásicos de la literatura, otros autores espirituales reconocidos, nociones de antropología, conectar la fe con las inquietudes actuales tras leer y escuchar mucho. Solicita primar la caridad y evitar el voluntarismo, fomentar la libertad interior para actuar tras razonar, hacer pensar, no dar meras recetas: que cada uno tome sus decisiones. De forma increíble se detalla: “esto supondrá para los directores acoger amablemente las decisiones de sus hermanos, especialmente cuando ellos no habrían actuado así (.) facilitar con empatía y respeto que manifiesten su punto de vista sin que perciba que casi necesariamente ha de dar la respuesta que se espera de él.” Aquí el autor hiló fino, conocedor del abuso de los detestables “consejos imperativos” de la tradicional dirección espiritual de la obra.

Se impulsa a rechazar el perfeccionismo, el uso de fórmulas estereotipadas, huir del discurso autorreferencial y mostrar agradecimiento a espiritualidades distintas. En los medios de formación se deben ofrecer oportunidades participativas con sesión de preguntas e intercambio ¡con feedback de los asistentes!, dar testimonio de vivencias personales de la fe, organizar medios de formación de varios centros aprovechando el talento de quienes tienen mayor gancho y calidad.

De esta forma se derogan las sectarias disposiciones del vademécum de sacerdotes que contiene imposiciones tan tajantes como la siguiente (aunque no sea textual): -En las meditaciones, charlas o clases doctrinales, los sacerdotes no admiten discusiones bajo ningún concepto. -Solo cabe acatarlo con un: ¡señor, sí señor! Además, obligaban al uso preferente de los escritos del Fundador y del prelado (mencionando a sus autores) de las publicaciones internas que desarrollan la ascética de la obra: “los sacerdotes utilizan mucho los escritos del Fundador y meditan y hacen meditar continuamente su vida.” Con estos excesos que perseguían las bondades de la “psicología del anuncio”, tan solo se consiguió el hartazgo y el rechazo, al mitificar un mensaje y un personaje de forma tan tramposa que lo desfiguraron, provocando la pérdida de su atractivo y la desilusión.

La carta del Prelado de febrero de 2017 es un paso más en esta evolución de cambios en apariencia pequeños, pero que como lluvia fina y por dirigirse a los fundamentos, van calando de forma inexorable. La referencia al apostolado como atracción por la figura de Jesucristo, llamada a colaborar con los obispos y parroquias, a valorar los carismas religiosos y la llamada de atención sobre la solidaridad y los pobres. Esa continuidad en los signos que manifiestan la voluntad de cambio, son de una importancia esencial en todo proceso dinámico de transformación, pues posibilita la apertura a muchos pequeños cambios que sumados implican el gran cambio.

Puede afirmarse que en la Obra desde finales de 2014 se ha ido apostado gradualmente por la “Glasnot”, que conduce progresiva e inexorablemente hacia la “Perestroika”, ante la evidencia de que una institución que se alejó de Jesús por la falta de verdad y de caridad; tiene como única forma de redención volver al Camino, la Verdad y la Vida. Y ello con la esperanza que garantiza la vuelta a lo esencial desde tiempos de KEMPIS: “El amante de Jesús y de la verdad, el hombre verdaderamente interior y libre de las aflicciones, se puede volver fácilmente a Dios, levantarse sobre sí mismo en el espíritu, y por fin descansar gozosamente.” 

Pinsapo







Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=24987