Leo recurrentemente que la respuesta opusística a las injusticias, problemas de la vida, y males propios o ajenos es la de la encomienda. Y no encuentro una solución más cómoda y desentendida de las cuestiones de este mundo que ésta.
Primero. Si el Señor lo sabe todo, no necesita que nosotros le llamemos la atención sobre los problemas propios y del prójimo. Segundo. El Señor no parece que nos haya puesto en este mundo para que le digamos lo que tiene que hacer y dónde tiene que actuar. Más bien, parece que nos ha dotado de inteligencia, voluntad y habilidades, para que seamos sus manos y los ejecutores de su voluntad, nos pongamos a su servicio,y para que utilicemos esta inteligencia, habilidades y los recursos de que a cada uno nos ha dotado, para detectar y tratar de poner remedio a los problemas que apreciemos en medio de este mundo desigual.
numantina