HISTORIAS DE TERROR Y DE DOLOR (IX).- Salypimienta
Fecha Wednesday, 18 April 2018
Tema 010. Testimonios


HISTORIAS DE TERROR Y DE DOLOR (IX)

 

La siguiente historia me ha dejado perpleja. Me considero una persona muy abierta de mente. Las preferencias sexuales ‘diferentes’ no me escandalizan para nada. Entre mis amistades hay personas que forman parte del colectivo LGBT y son seres humanos a quienes respeto profundamente y quiero muchísimo. Lo que no tolero es el doble juego, la hipocresía y la doble vida. Eso si me parece de lo más ruin y despreciable.

 

Antonella

Soy hija única y además de padres mayores. Se tardaron muchos años en tenerme, por lo que siempre fui demasiado mimada y muy sobreprotegida...



Decidí estudiar la misma carrera que mi padre y me hacía mucha ilusión, al igual que a él, estudiar en la misma universidad en la que papá lo había hecho. Para ello me tuve que mudar a la capital de mi país. Para ello, debíamos de buscar un lugar para que yo viviera.

Después de largas búsquedas y amplias recomendaciones dimos con una residencia universitaria administrada por el Opus Dei. Eso no los supimos inmediatamente, y cuando nos enteramos mis padres estaban muy contentos, porque aunque nunca habían estado cerca de la Obra, si habían oído hablar de ella, y tenían estupendas referencias.

Desde la entrevista que tuve antes de que me aceptaran para vivir allí, la directora me pareció un poco rara. No me quitaba los ojos de encima y me sonreía todo el rato. Yo pensaba que era por amabilidad aunque me mosqueaba un poco.

En cuanto llegué a vivir a la residencia mi vida se fue convirtiendo en un infierno gracias a esa mujer. Todo el tiempo me perseguía, me trataba de sacar plática, me preguntaba sobre mis cosas y cada vez que podía me hacía alguna caricia. Eran caricias muy inocentes y no les di importancia, pensaba que eran muestras de afecto maternales.

Cuando terminé el primer semestre, esa mujer verdaderamente me acosaba. Yo no me animaba a comentarlo con nadie porque me daba mucha vergüenza. Regresé a mi pueblo a pasar las vacaciones y les dije a mis padres que prefería cambiarme de residencia, pero como no les daba una razón de peso para ello, decidieron dejarme allí.

Comenzando el segundo semestre yo hacía todo para mantenerme alejada de esa mujer, pero ella se las arreglaba para estar junto a mí todo el tiempo que estaba en la casa. Era tanto, que prefería quedarme a estudiar en la biblioteca de la universidad hasta tarde con tal de no estar cerca de ella.

Un día, ya estaba metida en la cama y casi dormida cuando se abrió la puerta de mi cuarto y sentí como alguien se sentaba en mi cama. Con sus manos buscó mis pechos y me besó en los labios. Grité lo más fuerte que pude y la mujer esa me tapaba la boca. Tal era mi terror que la mordí para que dejara de hacerlo.

Inmediatamente se aparecieron varias residentes y la directora explicó que seguro tenía yo pesadillas y que me había escuchado gritar. Yo estaba tan aterrada que no atinaba a decir nada. Hasta que se le ocurrió decir que ella se quedaría conmigo para que se me pasara el susto y dije que ni loca quería quedarme sola con ella.

Una que era mi amiga se quedó conmigo esa noche. Yo atranqué la puerta con una silla y no pegué el ojo en toda la noche.

Al día siguiente salí de la residencia lo más temprano que pude y de un teléfono público le llamé a mi papá para contarle. Me dijo que recogiera todas mis cosas y me fuera a un hotel hasta que él llegara al día siguiente.

Le pedí a una amiga de la universidad que me acompañara y cuando llegamos me dijo la mujer esa que tenía que hablar conmigo para arreglar el malentendido. Le grité que no quería tener que ver nada con ella, saqué todas mis cosas del cuarto y me fui.

A los pocos días me mudé con otras amigas de la universidad a un pisito y las cosas me fueron muy bien hasta que me encontré con la amiga de la residencia (la que me acompañó la noche fatal) y me dijo que la directora había corrido el rumor de que yo la acosaba y le proponía tener relaciones sexuales y que por eso había sido expulsada.

No pienso ya hacer nada, podría pedirle a mi padre que la confrontara, pero no tiene caso. ¿Qué ganaría con ello? Esto lo cuento para que los padres tengan cuidado cuando metan a sus hijas en esas residencias, no sabes qué loca te puede tocar de directora.

 

Desafortunadamente el caso de Antonella no es un caso aislado. En otro país sucedió algo  parecido con una directora y unas auxiliares.

Estas son algunas de las consecuencias de la educación sexual deformada que se da en el Opus Dei. ¡Qué pena!

Besos a todos

Salypimienta. (salypimientalaencomendada@hotmail.com)

 

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