La carta de Ocáriz sobre libertad.- Gervasio
Fecha Monday, 11 June 2018
Tema 090. Espiritualidad y ascética


La carta de Ocáriz sobre libertad

Gervasio, 11/06/2018

 

            La primera parte de la carta versa sobre el buen uso y el mal uso de la libertad. Por eso habla de la “verdadera libertad”, como contrapuesta a la “falsa libertad”, de “aparentes libertades, que en realidad son cadenas”, de “una libertad que, antes o después, se revela vacía” y por ahí p’alante. No puedo estar más de acuerdo. Hay personas que en sus memorias —o en una entrevista con un periodista— afirman que no se arrepienten de nada de lo que han hecho: de nada. Tal cantaba Edith Piaf a grito herido en su famosa chanson: Non, rien de rien, non, je ne regrette rien… con una magnífica erre muy nasal y gutural. El menda, a diferencia de la Piaf, se arrepiente de muchas de las cosas que libremente ha decidido a lo largo de su vida. Sin ir más lejos, el otro día, en un restaurante solicité fritos de merluza rebozados. Una equivocación. La merluza, estaba pasada y me resultaba incomible. Hubiese sido mejor haber pedido cualquier otra cosa: un filete, unos huevos fritos, otro platillo… En fin, que me he equivocado muchas veces. Por supuesto lo de menos es lo de la merluza…



            En el Opus Dei, para que no nos equivoquemos, eligen por nosotros. Pero no sólo en tema de alimentación, sino en todo. Hasta para comprarse unos calcetines hay que pedir permiso y, una vez obtenido el permiso, solicitar asesoramiento sobre los calcetines que vayan a ser objeto de compra. Todo está regulado; sobre todo para los numerarios y los agregados. Recuerdo cómo al llegar al Colegio Romano de la Santa Cruz me enseñaron a mear conforme al espíritu del Opus Dei (Cfr. La pobreza en el Opus Dei 15-IX-2008) Una situación parecida padecía, hasta que ser divorció, mi amigo Federico.

            Federico, le decía su dulce y bella esposa, antes de emprender viaje en coche, no dejes de pasar por el cuarto de baño. Luego, a mitad de camino, te entran ganas y tenemos que detenernos.

            Lo más irritante de la recomendación de su dulce y bella esposa era que encima tenía razón. Se trata de una recomendación acertada. Para emprender viaje lo mejor es salir de casa ya “meado”. Sin embargo, ciertas advertencias sólo se deben tener con los niños.

            —Niños, a hacer pipí y a la cama.

A los mayores ya no se les dicen estas cosas. En el Opus Dei, sí. Lo más irritante de tanta nota, tanto criterio y tanta normativa es que como decía uno de mis directores están “llenos de sentido común y de sentido sobrenatural”. ¡Qué acertado todo! De acuerdo; pero el caso es que a uno le queda muy poco margen de libertad.

Libertad. Con estos ejemplillos me parece que dejo claro el sentido en que Ocáriz utiliza la palabra libertad al comienzo de su carta de 9-I-2018. Pues bien, en tal sentido en el Opus Dei hay muy poca libertad. Todo está minuciosamente regulado, programado, previsto, calculado. Para todo hay un protocolo. Cosa distinta es que toda esa normativa se cumpla y si se cumple se haga voluntariamente.

En la segunda parte de la carta se señala como el mejor modo de ejercitar la propia libertad la entrega. Se habla de entrega como de actitud contrapuesta al egoísmo. Se toma como ejemplo la entrega de Nuestro Señor Jesucristo, que acepta la muerte y muerte de cruz. También estoy de acuerdo. Las opciones egoístas no constituyen un buen ejercicio de la libertad. Ahora bien, no toda opción abnegada supone un buen ejercicio de la libertad. Ahí están los que se inmolan por una causa reprobable, como es el terrorismo, el quemarse a lo bonzo u otras modalidades de entrega a causas discutibles o tontas. Me viene a la cabeza el relato de Kazuo Ishiguro sobre un mayordomo inglés tan entregado a las tareas propias de su oficio que, para no dejar de servir el Oporto a su señor a la hora prevista, renuncia a acudir a la cabecera de su padre, que se encuentra en trance de muerte. Su padre muere solo, porque él tiene que servir el Oporto a su amo y señor.

¿Es la entrega al Opus Dei una buena opción? Esta es la problema gorda. Generalmente, al redactar la carta pidiendo la admisión en el Opus Dei, uno cree haber acertado. Pero a veces sucede lo que a mí me pasó con la merluza rebozada. Al segundo bocado ya resultaba difícil echársela al coleto. Ante este tipo de situaciones, caben varias posibilidades: rechazar la merluza y pedir otra cosa en su lugar; no pedir nada y aguantarse con la opción ya hecha, por aquello de stare decisis; dejar la casi totalidad de la merluza en el plato y calcar en el postre. Todo depende de las circunstancias.

Lo que deseo poner de relieve es que abandonar el Opus Dei no siempre, ni mucho menos, responde a una actitud egoísta. Es más. Incluso puede ser egoísta permanecer en la institución desencantado, no creyendo en ella, sin otro mérito que el de perseverar, si es que el mero perseverar se puede considerar un mérito.

No quiero extenderme más. Al hablar o escribir sobre libertad, se corre el peligro de mezclar no sólo churras con merinas, sino también con otros muchos bichos más, incluso no rumiantes.

Y para cerrar, recordar aquello de dime de qué presumes y te diré de qué careces. En el Opus Dei de libertad, poco.

Gervasio







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