Que nadie reemplace a tu conciencia.- Lupe
Fecha Wednesday, 01 August 2018
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


Hola Tresdecadas, 

He leído ayer tu correo y no he podido contener el impulso de escribirte. Me ha apenado lo que planteas, especialmente cuando expresas: Cuando era director, muchas veces no podía dar buen consejo según mi conciencia, sino que debía dar el que venía dictado de arriba. Lo mismo me pasa hoy con el grupo de supernumerarios al que atiendo.

 

Yo he sido supernumeraria algunos años y lo que tú manifiestas es justamente uno de los motivos por los que he sufrido inmensamente. Tú tienes la responsabilidad de aconsejar a los supernumerarios. Ellos confían mucho en ti y en tu buen juicio al punto que más de uno hará con su vida lo que tú le digas en la charla que debe hacer. Ten cuidado con ello. Seguramente haya quienes son de la Obra por mantener las apariencias (ellos no son vulnerables) pero habrá otros que creen a pie juntillas que su camino en la vida es santificarse haciendo el Opus Dei, siendo ellos mismos Opus Dei, y para ello se tomarán seriamente tus palabras como si las dijera el mismo Jesucristo. Si tú al momento de aconsejarles lo haces contradiciendo los dictados de tu conciencia (que entiendo bien formada) a mi modo de ver te estás equivocando. Los consejos que a mí me daban las numerarias en la charla me hicieron mucho daño. Probablemente alguna de ellas también actuaba como tú, recomendándome cosas que su propia conciencia le reprochaba (y tú sabes que las recomendaciones de los directores en Casa son en los hechos obligaciones para quienes las reciben). Esto es grave y hasta puede resultar peligroso. Tal vez no llegas a abarcar las consecuencias que tus palabras pueden ocasionar en la vida de un supernumerario entregado y su familia. Discúlpame que te lo diga de esta forma tan directa y sin maquillar. Si lees mi historia me entenderás mejor.

 

Te preguntas si al día de hoy te estás haciendo santo llevando la vida que llevas. ¿Me permites una opinión? Creo que tú mismo ya conoces la respuesta. Al momento de escribirnos todo ello que aquí te han dicho seguramente en mayor o menor medida lo intuías. Jamás un buen pastor te podría pedir que un día sí y otro también actúes en contra de los dictados de tu conciencia (insisto bien formada). Yo lo he entendido demasiado tarde y me he arrepentido de muchas cosas. Justamente por esto estoy aquí escribiéndote (pese a que me había propuesto no volver a ocupar mi tiempo con temas relacionados con el Opus Dei). Me tienes escribiendo para prevenirte: no cometas el mismo error que yo. Con el tiempo si continúas aturdiendo tu conciencia sistemáticamente puede que caigas enfermo. ¿Realmente crees que una vida así, a contrapelo, es lo que espera Dios de ti? 

 

Tú no eres un caso perdido. Por lo que planteas se nota que te importan las personas. Pues intenta hacerte santo empezando por cuidar de tu propia persona y procurando hacer todo el bien que esté a tu alcance (dicen que Jesús pasó por este mundo haciendo el bien). Reza menos y actúa más. Intenta en lo posible hacer feliz a quienes tienes al lado aunque te saltes alguna norma o criterio. Acércate a tus padres, ayúdalos como tú crees -en conciencia- que debes hacerlo. En una oportunidad participé de mi convivencia anual con un grupo de supernumerarias ya mayores. Algunas de ellas tenían hijos o hijas numerarios y en los momentos de confidencias más de una me confesó lo triste que se encontraba por la poca comunicación que tenían con sus hijos. Algunas se sentían abandonadas por esos hijos que solo les enviaban una postal el día de Reyes o les hacían un llamado telefónico de cinco minutos el día de su santo. Yo soy madre y me cuesta expresar cómo me alegra la vida una conversación de 10 minutos con alguno de mis hijos que viven lejos. El vacío que deja un hijo en el corazón de la madre cuando parte es inconmensurable. Muchos numerarios ni se imaginan lo que sufre su madre cuando pasan los días, las semanas y los meses sin dar señales de vida y solo se acuerdan de ella para pedirle dinero. Empieza por saltarte esta costumbre a la torera y demuéstrales a tus padres, con hechos, que los amas. Verás que vale le pena y te sentirás muy feliz.

 

Sé que amas. Amas a Dios y a tu prójimo. Por eso justamente te has entregado. Recuerda esto siempre. El Opus Dei es un camino entre tantos otros para acercarte a Dios, pero tu verdadera entrega no es a ninguna obra humana sino al Señor que está mucho más allá de cualquier institución. Todo lo que te aleje de Él no vale el esfuerzo.

 

Te deseo mucha paz en el corazón, tiempo de calidad para reflexionar y escuchar a Dios y valor para enfrentarte a lo que haga falta.

 

Recibe un fuerte abrazo, 

Lupe









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