Violadores de almas.- Manzano
Fecha Wednesday, 06 March 2019
Tema 050. Proselitismo, vocación


No quiero referirme específicamente al tema que tristemente está de actualidad. Más bien pretendo insistir en el paralelismo y su equivalencia en maldad -si es que se puede medir la malignidad- del delito que representa la manipulación y el abuso de las tiernas e inocentes conciencias para que, en definitiva, esos menores entreguen su vida completa al Opus Dei.

La Iglesia, que da cobertura y aprobación a ésta única Prelatura, tiene un problema estructural muy grave. La sostiene un patriarcado milenario que soporta una tensión muy fuerte entre la palabra de Dios y la naturaleza del hombre. Entre el celibato y la pederastia o, en nuestro caso, entre la pretendida santificación de la vida ordinaria y el proselitismo institucional desmedido. Son ambas conductas claramente anticristianas e incompatibles con los valores que pretenden representar además de criminales.

La Iglesia ha tenido protocolos para encubrir sus delitos, se basan en el arrepentimiento y el perdón, en preferir la Ley de Dios a la del hombre para fijar culpas y penas. La opacidad de este sistema al margen de la justicia civil contribuye que continúen las violaciones, al menos no garantiza que se detengan.

Este silencio, del que han participado buena parte de las sociedades civiles afectadas, implica necesariamente una complicidad con los eclesiásticos violadores de niños que es imposible de justificar. Justo hasta hace poco que no se ponen focos más potentes, aunque sin luz suficiente. Pero si eso es así en la Iglesia, o sea, reconociendo como pecados de grave trascendencia lo actuado y lo silenciado: ¿cómo van a condenar y rectificar en el Opus Dei sus pecados si todavía no son conscientes o no han reconocido lo delictivo de su proceder?

Y en ambas realidades ¿cómo pueden silenciarse todavía los delitos que afectan a los derechos más fundamentales de las personas?

No deja pues de ser el Opus Dei una imagen y semejanza de lo conocido. Por ejemplo, la Iglesia es machista por "imperativo divino" y por supuesto no debería serlo. Tradicionalmente contraria al progreso del hombre y de la mujer, disfrazándolo con tímidas aperturas unos o enmascarando otros y a toda prisa aquello de "ellas basta que sean discretas" del padre Escriba.

En el seno del Opus Dei se afronta una oposición muy seria, al igual que muchos prelados, obispos y cardenales conservadores, veteranos del poder, que no dan la cara para asegurarse -en contra de toda evidencia- que sus actuaciones u omisiones puedan considerarse delitos expuestos a la opinión pública.

Los países de poblaciones católicas no pueden escribir su historia, ni siquiera la más reciente, al margen de la Iglesia. Escriben y aprueban sus leyes con el catecismo a mano, como sistema imbatible para la convivencia y realización personal, aunque sean oficialmente laicos o aconfesionales para ser más precisos.

Sólo asumiendo esta relación íntima puede entenderse que se haya permitido que una parte del clero o que una poderosa organización como el Opus Dei, violen cuerpos o conciencias, respectivamente. En definitiva violaciones del alma, de niños y niñas que deben custodiar y educar sin que hayan consecuencias nefastas para el resto de sus vidas. 

Cuando Francisco habla de salvar a los niños, habla de construir una Iglesia más justa. 

Y eso lo abarca todo.

Manzano









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