Estamos buenos. Si hiciéramos caso a los seguidores de Escrivá, su Obra sería debida a una expresa inspiración de Dios; pero ahora Ramana, apoyándose en la autoridad de un tal Carrillo, al parecer “un gran maestro”, nos hace saber que en realidad estamos ante un fruto del mismísimo Satán. De paso, enriquece nuestro vocabulario con términos como “egoica”, “desquicie”, “superyo” y otros. Al parecer, la terapéutica a aplicar, pese a hallarnos ante un producto diabólico, es la del Amor, mucho Amor. En fin, allá cada cual con sus ideas, pero creo que Ramana exagera un poco.
Pepito.