Opus Dei, la ira de Dios.- E.B.E.
Fecha Monday, 01 February 2021
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


 

«Yo voy a entregar esta ciudad en manos de los caldeos y en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y él la tomará. Los caldeos que combaten contra esta ciudad entrarán en ella, le prenderán fuego y la quemarán» (Jer 32, 28-29)

«A uno que preguntaba; "¿y si alguno viene a la Obra para buscar ayudas humanas?", nuestro Padre le dijo: ¡que pruebe! Lo primero que hacemos es quitarles, a todos, hasta la camisa. Tendrá que obedecer, que trabajar como un burro, que ser casto: tendrá que mortificarse, y además se deberá ver que la alegría le rebosa por todos los poros. ¿Cree Vd. que es posible que persevere?» (Escrivá, Instrucción, mayo 1935, 14-IX-1950, nota 41)

La vida es sacrifico o es depredación, es donación, entrega (ofrenda) o es pillaje (¿pillería?), asalto a la mesa del sacrificio.

El Opus Dei fue (ya no lo es) un eficaz sistema de sacrificar gente al servicio de unos comensales ávidos -¿de qué?-, quienes se sentaron a la mesa anticipadamente sin haber hecho ellos mismos el sacrifico, el holocausto que exigían en los demás, en sus víctimas. Si lo hubieran hecho, no habrían llegado a ocupar el lugar que hoy usurpan.

No es casual que fomentaran el estoicismo y no el hedonismo (reservado para unos pocos), sometiendo a las conciencias a una extorsión psicológica progresiva, revestida de espiritualidad toda una labor destructiva. Necesitaban abundantes frutos y por lo tanto necesitaban sacrificios. Pero mientras unos se sacrificaban, otros arriba disfrutaban de la inmolación ajena, sin que ello fuera advertido desde abajo por el rebaño. Así, el sistema funcionaba. Incluso bien escondida estaba la salida del matadero para que tampoco se supiera como concluía la historia, o más bien, cada historia particular. No todas las ovejas terminaban igual, algunas lograban escapar a tiempo pero otras acababan muy mal, e incluso muertas. Siempre se podía alegar que había sido un accidente pero costaba creerlo: en un matadero no hay accidentes.

El problema es que ya no consiguen víctimas de sacrificio. Además de que culturalmente los tiempos hoy han cambiado, los corderos están advertidos y ya no se acercan al redil del Opus Dei porque saben que es un matadero, donde te van despellejando de a poco, primero la voluntad, luego tus diversos bienes –como exigía Escrivá, cuyo testamento omitió y esto habla a las claras de su pillería, y en definitiva de su no-donación– junto a tu valiosa energía joven y todo lo que en ti tenga vida y pueda serle redituable al OD, hasta desangrarte lo más posible en una larga agonía –exprimido como un limón-, para finalmente deshacerte de ti, tal vez medio muerto, sin imaginar que seas una amenaza, porque ya no tienes ningún valor para el matadero y tampoco supones ningún peligro. Te han dado por muerto, sin asegurarse de que lo estuvieras.

El sistema se ha estancado. No hay carne joven, solo carne vieja. Habrá que conformarse entonces. Esperando que algún día ingrese sangre joven. Pero no sucederá, al menos no como antes. El Opus Dei –que se presentaba como una barca de salvación– es un matadero en decadencia y sólo queda esperar su lenta involución, que puede ser prolongada. Lo peor de todo ello es que quienes más se beneficiaron ya no están para cargar con esa decadencia ni con su condena –su fundador canonizado gozando de un prestigio intocable, como también su primer prelado beatificado, abandonaron la barca a tiempo–, sino que cargarán con ella los que jamás pensaron que ello sucedería. Quienes creían haber eludido el sacrificio serán las víctimas de la última hora, cuerpos viejos y conscientes, sin la bendición de ignorar lo que pasará a continuación.

E.B.E.









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