Hoy paso a contarles un día de mi vida en el Opus.
A las 5.50 de la mañana suena un interno en cada piso, me levanto rápido hincándome de rodillas en el suelo a rezar una oración corta. Acto seguido, asearse y cambiar el camisón por el uniforme, que es algo así como una bolsa con mangas cortas y con botones. Bajás por un vasito de café al office y ya son las 6. Subís al oratorio para el ofrecimiento de obras en conjunto,
6:10: Rumbo a la limpieza, cada una donde le corresponde, hasta las 7:40 corriendo a guardar todas las máquinas y utensilios de limpieza todos en su lugar y correr de nuevo a la administración, subir al cuarto cambiarse. Si corriste y tenés suerte de encontar una ducha desocupada para aunque sea enjuagarte y a ponerse el uniforme para misa con mangas largas de color azul. La oración comienza a las 8 hasta las 8:30 seguido de la Santa Misa que termina a las 9:20 o 9:25.
Luego viene la acción de gracias y por fin a desayunar y volver a cambiarse para limpieza. Pasamos a las 10 a la residencia una parte, y de 11 a 11:45 horas a otra parte a los pisos más altos y de ahí a bajar y pasar otra vez a la administración, porque la mitad almorzamos a las 12, que muchas veces me tocó, y a las 12:30 horas dejar el comedor. Ahí, yo con otras dos personas más, vamos a limpiar el auditorio, que es enorme, y volver al cuarto bañarse para el Santo Rosario que es a las 14.
Luego viene la tertulia hasta las 15.00 más o menos, después todas al oratorio a rezar las preces y la oración de la tarde, que también es de media hora. Otra vez subir a cambiarme y al planchero. Cuando me toca planchar sábanas es una especie de sauna: un espacio reducido con un rodillo y las sábanas de algodón blanco y húmedo. Cómo olvidarlos, por Dios, veo carros y carros así como los de los supermercados y a planchar unas tras otras. Había que pasar por el rodillo y doblar, sudando la gota gorda.
A las 17.00 salgo del sauna y subo a tomar la merienda. A todo esto el lavadero, planchero y la tintorería quedan en el subsuelo. Bueno, una vez que salgo yo aprovecho un día para hacer la charla con la numeraria que me asignen y luego seguir planchando y otro para la confesión y así cada una se organiza.
A las 20.00 horas cenamos un grupo para después subir a bañarnos y cambiarnos para servir la mesa en la residencia, con uniforme negro con delantal blanco.
A las 20:45 horas entran al comedor los numerarios y les servimos el primer plato, el segundo plato y el postre. Luego se van y cerramos todo. Voy a limpiar y dejar el desayuno preparado para el día siguiente
A las 21:30 la última tertulia. Son 15 minutos y al finalizar, todas al oratorio para el examen de conciencia y por fin se termina el día.
Apenas subí, en mi pieza en el cuarto piso, me enchufo al caminar a rezar algo en la cruz y hasta mañana que te espera otro día duro. Paquita -me decía a mí misma-.
Y esto siempre igual. Cada dos o tres meses te cambiaban todos los encargos y, por cierto, cuando me tocaba la cocina para mí era lo peor. Rezaba para que no me tocara.
Leticia