De cómo me libré del Opus Dei.- ManekiNeko
Fecha Monday, 05 July 2021
Tema 020. Irse de la Obra



De cómo me libré del Opus Dei

Pedí la admisión como supernumeraria el 2002, a los 19 años, después de la muerte de mi madre y la canonización de JME. No renové el 19 de marzo de 2015, aunque la decisión la tenía clara desde hacía más de 5 años. Sin embargo, no podía irme de ahí. Creo que recién en los últimos años he logrado entender por qué persistía en esa opresión. El Opus Dei te hace creer que es la única posibilidad en el mundo, suena obvio viéndolo desde fuera, pero cuesta comprenderlo cuando has vivido una situación de abuso sicológico tan grande. Yo sabía que el Opus Dei y las personas que estaban ahí no estaban bien, que yo no era quien quería estar en ese medio, con esas personas, que estaba haciendo cosas que jamás habría querido hacer por ese temor a salir de ahí. Mentí como nunca en mi vida lo he hecho para poder tener la vida que yo quería, pero que no era la que ellos exigían. Vivía en una angustia permanente...



Era tanto mi miedo que nunca me atreví a contarle a nadie mis dudas. Sabía que si le contaba a la numeraria con quien tenía la charla, le contaría al consejo local. Lo mismo con el sacerdote. Porque sabía que si decía que quería irme, me insistirían en que me quedara hasta enfermarme más, como lo hicieron con algunas numerarias jóvenes del centro de San Rafael al cual asistía en los primeros años. Mi paranoia interna fue tal que no le conté a mi terapeuta que era supernumeraria por temor a que fuera a tener alguna conexión con alguien e intervinieran mi decisión. Desconfiaba de todos y de todo. Me sentía descompensada, limitando la paranoia.

Tanto fue así que el día que me di cuenta de que el siguiente 19 de marzo no estaría en mi país, lo vi como una señal divina. Sinceramente hoy creo que fue un mecanismo de autocuidado inconsciente, ya que el viaje lo adelantamos un día sin mayor justificación, pero con la certeza en mi corazón que los 19 de marzo anteriores había renovado por terror y no por voluntad. Tanto era así que el último 19 que renové, la numeraria que me recibía la charla, me dijo cuando le avisé: "en serio? creí que no ibas a renovar". Tras eso, nunca más tocó el tema.

Agradezco en este proceso a esta comunidad de Opuslibros. La conocí buscando en la web algún documento oficial para preparar un círculo desde mi casa porque no quería ir al centro sólo a eso. Fue ahí cuando encontré esta web, que fue la solución a todos mis problemas. Al principio para bajar el “material secreto” (especialmente los Cuadernos) y poder preparar las charlas, círculos, cursos de doctrina y cuanta actividad tenía que hacer desde la comodidad de mi hogar (gracias por eso). Pero además, en el momento de la desesperación, de ya no sentirme a gusto y de sentir que estaba mal en todo lo que pensaba porque no era como tenía que pensar, empecé a hondar en los testimonios y entendí que lo que yo estaba viviendo lo había vivido mucha gente y que habían logrado salir adelante. Y eso para mí, fue una pequeña esperanza. El problema era que no veía cómo hacerlo.

Fue así como fui investigando. Siempre sola, a escondidas como si indagar fuera malo. Investigué todo lo que pude para entender la naturaleza del contrato; confirmar que no le debía fidelidad a nadie más que a la Iglesia en la que había sido bautizada; hacer el ejercicio de entender que a pesar de mi atadura mental, era libre de decidir irme y que no sería por eso menos feliz en mi vida ni en la "vida eterna"; que la vida espiritual no puede ser superstición. Fue un proceso largo, en el cual me costó juntar valor, hasta que finalmente vi la luz al irme lejos de mi país en esa fecha que tanto odiaba. A la primera persona que le conté fue al amigo con quien estaba viajando, la noche del 18 de marzo. Como anécdota, contarles que la numeraria quien recibía mi charla había cuestionado mucho esta amistad por la condición sexual de mi amigo, incluso pidiéndome que la “revisara (por supuesto que nunca la revisé y nunca lo haría). Mi amigo fue mi gran pilar en mi salida del Opus Dei.

Al día siguiente, hacia la tarde, empezó a sonar el teléfono sin parar: era la encargada de grupo. Mensajes de voz, un correo. Hacia la noche le envié un email a mi directora espiritual en el que le notificaba que había decidido no renovar y que por favor respetaran mi decisión. Bloqueé cualquier posibilidad de contacto telefónico o por redes sociales. Y luego respiré. Respiré profundo y me di cuenta de que nada había pasado, que mi vida era maravillosa y esa angustia en la que llevaba viviendo años, había desaparecido. Fue como despertar de una pesadilla; como cuando prendes la luz después de ver una película de terror.

Luego de eso vinieron, de forma periódica y constante, bastantes correos electrónicos, que era la única posibilidad que tenían de contactarme. Me limité a contestar a los dos meses después repitiendo lo que les había contestado en mi primer mail: por favor, respeten mi decisión. Por supuesto que no lo hicieron, por lo que decidí marcarlos como spam. Pasados los 6 meses de mi partida, revisé esa carpeta en el correo. El último de la numeraria acosadora tenía fecha 17 de septiembre. Esa era mi última oportunidad para volver como si nada hubiera pasado. Después, pasé al olvido en sus memorias. ¡Y cuánto me alegro de ello!

Quise compartir este episodio de mi historia con ustedes porque creo que puede ayudar a miembros que quieren salir y no se atreven. Miembros que, como yo, miran a escondidas y en silencio esta página, borrando el historial de búsqueda para que no los atrapen fisgoneando donde no tienen que hacerlo. Para que sepan que como ellos hubo muchos; que para todos fue difícil, pero al final, cuando decides irte, no pasa nada. Al contrario, tu vida puede ser la vida que tú quieres. Recuerda que mereces la verdadera libertad de los hijos de Dios.

ManekiNeko





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