Parece que es pero no es: organización organizadísima.- Datos
Fecha Wednesday, 11 August 2021
Tema 075. Afectividad, amistad, sexualidad



DATOS OBJETIVOS

 

6. Parece que es pero no es: organización organizadísima

 

Los de la Prelatura y la asociación Opus Dei se pasan el día contando. No tanto las donaciones que reciben y la gente que se les acerca, que ambas materias escasean últimamente. Lo que cuentan es de todo, y algunas cosas parecen de chiste: cada gasto pormenorizado que hacen los célibes (aunque sea comprarse un chicle), cada vez que pronuncian la palabra Dios o Jesús a un amigo, lo que rezan y no rezan, cada vez que se habla del Opus Dei en su entorno, las veces que se masturban o tienen sueños eróticos, cada vez que aman o tienen afecto por algo…



Los casados cada vez que practican el coito, o se tienen afecto, o muestran afecto a los hijos o a la tía Rita o a quien sean. Cada vez que invitas a alguien a alguna actividad organizada por la asociación Opus Dei. Cada vez que te dicen que sí que van que o no, o declinan la invitación. Cada vez que les pides dinero. Cada vez que das una hoja informativa de Montse Grases o Periquín de los Palotes. Cada vez que tu marido (o tu mujer) te acaricia el trasero. Cada vez que tu mujer (o tu marido) te dice que sí o que no. Se cuenta todo, por todo, para todo y por todos. Nadie se libra de la obsesión por contar.

 

Y eso que hay registros de aúpa: cada vez que te confiesas con un cura de la Prelatura, queda registrado. Cada vez que te confiesas con un cura “de fuera” de la Prelatura, queda registrado. Cada vez que das cuenta de conciencia con un superior, director o con quien sea, queda registrado. Cada aportación económica de los cooperadores y de los supernumerarios. Cada sueldo entregado por un miembro célibe. Cada cantidad que retiran de la cuenta o de la caja del centro. Cada convivencia, charla o medio de adoctrinamiento que reciben. Cada correo electrónico que envían o reciben desde cuentas institucionales. Cada llamada que haces desde el móvil personal o el fijo del centro. Cada rato que estás en el oratorio. Cada vez que te han visto ir a misa en una iglesia determinada. Cada vez que vas a la parroquia y te ven conversando con un cura “de fuera”. Cada vez que hablas con un obispo. Si la jerarquía eclesiástica conociera esos registros de primera mano, hoy la Prelatura estaría disuelta.

 

La verdad es que la obsesión por las cifras, números y estadísticas lo que muestran es un deseo de controlarlo todo. TODO. Nada ni nadie se libra de este deseo de control. Y lo consiguen, vamos si lo consiguen.

 

Una de las cosas que más obsesiona a las élites opusinas es el deseo de control de la vida sexual de sus miembros. Quizá sea por la peculiar visión deformada de la sexualidad y del sexo por parte del fundador, que veía este tema desde una óptica muy mecánica y simplista. Los célibes los dividía en puros e impuros, según cometieran, siguiendo su lógica y su moral opusina, actos puros o impuros. Los “impuros” estaban incapacitados para tareas de gobierno en la Prelatura e incluso en la asociación Opus Dei. Era tal su obsesión por el tema, que se vivía con verdadera pasión que Fulanito no tuviera más “caídas de pureza” para que pudiera estar en un consejo local. Estaban Fulanito y Menganito “en el banquillo”, esperando que no se masturbaran más o que ambos chavales, con no más de 20 años, dejaran de mirar con “deseo impuro” a las chicas que pasan por su lado. No tengo ni idea cómo se vivía o vive este tema entre las mujeres de la asociación Opus Dei, pero supongo que de una manera análoga o parecida. 

 

El seguimiento y control de las “caídas de pureza” se llevaba desde el consejo local con toda naturalidad. Había maneras para evitar hablar abiertamente del tema entre tres o cuatro personas, como emplear gestos o palabras clave. Cada vez que llegaba uno al consejo local después de hablar con Zutanito, si decía “ha sido una semana buena” es que no se había masturbado Zutanito. Si decía que la semana no era buena, es que se ha masturbado una vez. Si decía “juerga” o “festival” es que las masturbaciones habían sido tres o cuatro. A todo esto, el director o el cura se ríen o asienten pero eso sí, sin decir nada. Es en los despachos dos a dos cuando hablarán abiertamente y lo contarán todo. Claro, que en cada consejo local siempre hay algún recién llegado que está en la inopia, y no capta el lenguaje no verbal o los códigos sobre estos temas. Y hay consejos locales más discretos y otros más indiscretos, donde he visto hablar de estos asuntos incluso en el coche yendo a una convivencia. Lamentable. Son violaciones del sigilo sacramental y del fuero interno totales y descaradas. Los curas se quedan con la conciencia tranquila pidiéndote que les digas fuera de confesión los mismos pecados que dices en confesión, pero aun así sigue siendo una violación flagrante del sigilo sacramental. Desde luego, casi todos los sacerdotes de la Prelatura, por estas prácticas, se merecerían estar suspendidos “a divinis” y la Prelatura, disuelta. De este gran pecado tendrán que dar cuenta a Dios todos ellos. 

 

Sin llevar registro escrito, los miembros “enterados” del consejo local tienen en mente el organigrama de posibles masturbaciones en el centro, cuándo es la última vez que lo ha hecho cada uno y cuando le tocará la siguiente, más o menos, siguiendo las pautas y frecuencias personales. También se lleva registro no escrito de los accesos a pornografía y de las relaciones sexuales mantenidas con prostitutas, travestis y prostitutos. También con amantes estables o con rollos pasajeros. Con madres y padres de los colegios. Con compañeros o compañeras de trabajo. Con menores de los clubes. Pongo todos estos ejemplos porque de TODOS he conocido casos. 

 

De todo esto se informa a los gerifaltes de la Prelatura, habitualmente en despachos dos a dos aunque he visto, en reuniones de grupo de cinco o seis personas, relatarles lo sucedido empleando el lenguaje no verbal y utilizando palabras clave que parece, según ellos, que no rompe el sigilo sacramental ni la discreción debida al fuero interno de cada uno. 

 

El registro no escrito que se lleva de la vida sexual de los asociados tiene varias funciones. Una de ellas, ya vista, es cuándo pueden “dejar el banquillo” y pasar a ser miembros de un consejo local. Otra es hacer un seguimiento extremo de la imagen externa que se da desde la Prelatura y desde la asociación Opus Dei, que debe ser la de una pureza y castidad completa en todos. Por eso, no es lo mismo cascársela en la intimidad del cuarto de baño de tu habitación que en un aseo público en el trabajo, consultar porno en tu móvil o en el ordenador del trabajo, acostarse con un prostituto que con una madre del colegio. Lo importante es parecer limpio. Porque según ellos, el que lo parece lo es, con esa acepción suya de la pureza como “limpieza”, como si la virtud religiosa de la castidad fuera mantenerse “limpio y puro por fuera”. El fundador relata muy bien esta acepción opusina de pureza-limpieza, que queda bien reflejada en sus escritos: “es materia más pegajosa que la pez”. Pero esto lo dejaremos para otro día. 

 

Antes, también se llevaba el control sexual de los aspirantes a ser asociados del Opus Dei. Pero con las pocas vocaciones que tienen y la poca gente que se acerca a sus centros, ha dejado de hacerse. Con tal de no ser un pederasta o un putero empedernido, pasas el control sin problema. Otra cosa es cuando les digas el sí. Ahí empezará el calvario personal de cada uno. 

 

No se lleva un seguimiento tan obsesivo, por parte del consejo local, de las juergas, gastos extra, comilonas, viajes de placer, etc., siempre que el dinero necesario no salga del centro o no se quite de la aportación que hacen los supernumerarios. Y aquí sí que he visto manga ancha con verdaderas bacanales y gastos superfluos y dispendios de todo tipo. En esto hay como un doble rasero: la base por un lado y los prelaturianos por el otro. Eso sí, como los prelaturianos no tienen sueldo, se busca muy ladinamente cómo conseguir el dinero necesario para esas juergas y dispendios, sin que se note mucho. A los de la base, que tienen sueldo y se ganan el pan con el sudor de su frente, se les hace mil controles para que no se gasten ni un céntimo de su sueldo en derroches no previstos. ¡Ni un mal chicle!

 

Bueno, lo dejo, que ya me he extendido mucho por hoy. Aunque este tema del control daría para un libro. 

 

Un saludo a todos y todas

 

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