La hipocresía de los directores mata la dignidad de las personas.
Conviene ponerle un nombre que impresione a los directores mismos, para que despierten y se planteen la conveniencia de rectificar.
Un buen nombre para la hipocresía de los directores es: LA GUILLOTINA DEL ALMA.
La guillotina del cuerpo mata de un golpe, y nada más.
La guillotina del alma mata y sigue matando a la misma persona.
La sigue matando en un plano inclinado.