El trato con personas del otro sexo.- CMV
Fecha Monday, 26 February 2024
Tema 075. Afectividad, amistad, sexualidad


¿Por qué usé cilicio de ojos?

Fui numeraria del opus dei 22 años, desde los 14 y medio a los 36.

Deseo transmitir cómo fue mi experiencia dentro del opus en el aspecto de la relación hombre – mujer.

Es tan peculiar cómo se vive y tan incisiva la formación en este ámbito que sólo se explica por el afán antinatural de que vivan en celibato personas realmente “comunes y corrientes”, las que supuestamente han recibido de Dios esa vocación, garantizando así la continuidad de la institución.

El padre Ocáriz reconoce en su libro “El Opus Dei en la Iglesia” que la vocación al celibato es distinta a la del carisma del Opus Dei; en la práctica la “reciben” los que, a criterio de los directores, son idóneos. La confusión y el engaño radica en que nunca te mencionan que son dos vocaciones y se unifica la fidelidad a Dios y al opus con el vivir las arduas exigencias del celibato. Pensándolo bien, es tan falsa esta supuesta vocación al celibato, que hay terror en que se conozcan hombres y mujeres numerarios o agregados por lo que se exige que se tenga entre ellos “5 mil kilómetros de distancia”.

“El trato con personas del otro sexo”, -frase propia del opus-, es todo un apartado del plan de formación de los numerarios, agregados y auxiliares, para asegurar su permanencia en la institución.

Entrando en vivencias, cómo no mencionar el tan repetido “cuidado de la vista”. Yo me lo tomé tan en serio que no “miré” a ningún hombre en 22 años. Me puse cilicio de ojos. Es tal la obsesión de no relacionarte con hombres que a mí me dañó al grado de que la sola cercanía de un “hombre”, me alteraba mucho y la escrupulosa consciencia que te forjan hizo qué acudiera a la confesión, en muchas ocasiones, más de una vez por semana por haberle “permitido” sentir algo a mi cuerpo y como “en el terreno de la pureza no hay materia menor” prefería por “delicadeza de conciencia” dudar de mí, perdiendo así mi propia brújula. Me pregunto: ¿Dónde estaba el límite entre sentir y un segundo de gozo por la satisfacción de una hormona alborotada en plena adolescencia y juventud? En ese nano segundo, ese sentimiento se convertía en pecado, y, por tanto, en materia de confesión. Si a eso le sumas la prédica de que quien recibe la Eucaristía en pecado “come y bebe su propia condenación”, todo engranaba perfecto para una enferma manipulación de la consciencia pro medio del escrúpulo.

El punto 161 del libro Camino muestra claramente la espiritualidad de una persona retorcida, escrupulosa, deforme, castrante e insensible, cito: “(…) y te preguntas atormentado a pesar de tu pureza de intención, no habré ido demasiado lejos (…)”

Recuerdo con angustia esas ocasiones en las que tenía que pedirle a la directora del centro, que necesitaba que el sacerdote me confesara antes de la Misa para “poder comulgar”, con todas las espectadoras del centro reunidas en el oratorio, que sabían la materia de esas confesiones “urgentes”, francamente intimidante.

¿Eso cómo se repara?, ¿Quién va a pedir perdón por haber dañado así la consciencia y haber quitado la paz interior por tantos años a tantas personas? Eso no lo hizo una u otra persona, es la institución misma la que lo propicia.

Ahora que tienen que salvaguardar “el carisma” y adaptar la “institución” -como se los pidió el papa Francisco-, creo que están ante un dilema, porque está difícil defender un carisma que promueve semejante violencia a la persona y a la vez, no es tan fácil eliminar esta praxis que permite la permanencia en el tiempo de la institución, al promover y sostener la vida de entrega en celibato, de algunos de sus miembros.

Cuando me preguntan cómo pude vivir en ese régimen por tantos años, respondo que hay todo un procedimiento institucional para intentar inhibir la sensibilidad, sensualidad y sexualidad. Enlisto: prohibición para tener auténticas amistades, el uso de cilicio dos horas al día, uso se disciplinas dos veces por semana, el cuidado de la vista, dormir en cama de tabla, uso de libros en lugar de almohada, baño de agua fría, la obsesiva lista de mortificaciones pequeñas, el bloqueo de la televisión, cine y vida social, aunado a jornadas extenuantes de trabajo y listas de encargos, todo esto y más, ayudaba a mantener el cuerpo a raya, y guardar el corazón con 7 cerrojos (nos querían en la morgue). “No llores” le dijo Javier Echevarría a una vital numeraria después de la muerte trágica de su hermana.

Escribo esto porque me ayuda a entender qué me ocurrió y por qué lo hace el opus y si le sirve a alguien para disminuir un poco la confusión al salir al mundo, ¡me alegro! y finalmente, por si alguien está pensando en hacerse del opus, y lo lee o me escucha y aun así entra, ya no podrá decir que no sabía.

CMV









Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=28405