Rústico nació, rústico murió rodeado de mármoles.- Mediterráneo
Fecha Friday, 22 March 2024
Tema 115. Aspectos históricos


Hace unos días se anunciaba, en la página web de la institución, la reorganización de América del Norte (excepto México) y la fusión de USA y Canadá en una sola región. No voy a entrar en lo que esta reagrupación supone, moralmente por lo menos, para quien tenga un solo dedo de sentido común: no hay gente y la poca que queda tiene que reagruparse, para evitar vivir uno en cada punta, por así decir.

Lo que quisiera mencionar es que, tal como está redactado el texto “La nueva región de Estados Unidos y Canadá comprende los cincuenta estados y el Distrito de Columbia de Estados Unidos, así como las trece provincias y territorios de Canadá.”, no parece sino que hubiera presencia en todos los estados y en todas las provincias, cuando ni de lejos es así.

A donde voy es a lo siguiente: hay estados, y provincias, donde no hay presencia de la institución, y ya no la habrá. Entre estos estados se encuentran maravillas naturales como Alaska, Montana, Wyoming, las dos Dakotas, Yukon, Nunavut y los territorios del Noroeste, entre otros. Son lugares espectaculares, de una hermosura que quita la respiración y deja sin palabras. Me hace ilusión que no haya presencia en lugares de tanta belleza. Es una tontería, lector, lo sé, pero me hace feliz pensar que no habrá nadie en Whitehorse o en Yellowknife que desprecie una puesta de sol, un amanecer o una aurora boreal porque tiene que asistir al círculo.

Hace muchos años, cuando iban a viajar a Japón, el obispo de la diócesis donde iban a empezar la labor dijo algo así como “vengan en mayo, lo cerezos estarán floreciendo por entonces”. El fundador respondió algo así como “no sabe el buen obispo que nos nos importan nada los cerezos, solo nos importan las almas”. En Japón, invitar a alguien a ver el espectáculo de los cerezos en flor es un honor, es un privilegio hasta hace muy poco reservado solo a los japoneses, el obispo les estaba haciendo un honor. El fundador no tenía ni idea de usos y costumbres de Japón, ni de elegancia, ni de clase. Y por eso no sabía reconocer la belleza, ni le preocupaba lo más mínimo y confundió, con toda probabilidad, belleza y dinero. Genio y figura, hasta la sepultura, y como rústico nació, rústico murió, aunque estuviera rodeado de mármoles.

La institución no valora la belleza. Nunca la valoró el fundador, porque no supo reconocerla, así que tampoco pudo dejar dicho que se valorara. Los edificios no son bellos, los centros no son bellos. Pueden ser bonitos (para gustos se hicieron los colores), pueden estar ordenados y limpios, pero no son bellos. Algo bello, según la RAE, es algo que, por la perfección de sus formas, complace a la vista o al oído y, por extensión, al espíritu.

Leí una vez que la vulgaridad es pasar al lado de lo sublime sin darse cuenta. Qué bien que queden lugares en el mundo pasmosamente sublimes a los que se vaya solo para admirarlos y darle gracias a Dios por haberlos creado, no para hacer que alguien pida la admisión, no para que alguien se confiese, no para hacer la enmendatio en el círculo.

Mediterráneo

 

Ansí me hallaba una noche / contemplando las estrellas / que le parecen más bellas / cuando uno es más desgraciao / y que Dios las aiga criao / para consolarse en ellas”- José Hernández, “El gaucho Martín Fierro”. 

 









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