La fraternidad en el Opus Dei como yo la he experimentado.- JuanchoR
Fecha Monday, 22 April 2024
Tema 075. Afectividad, amistad, sexualidad


Cuando peor lo estaba pasando a nivel personal y familiar (algo que era evidente para la mayoría del centro, aunque solo algunos -el director, el que me llevaba la charla- conocieran el calado de la cuestión), hubo quienes pusieron en marcha la maquinaria fraterna para ayudarme. Es decir, la corrección fraterna.

“Juancho, debes estar más en las tertulias, es que si no, la gente se extraña y preguntan por ti”. Qué gente más buena. Querían saber más para poder encomendarme más. O sea, que a todas las obligaciones objetivas que tenía, se añadía la de informar a mis hermanos para que no se extrañaran y no preguntaran por mí. En la tertulia, claro. Nadie se acercó a mí a preguntarme nada personalmente. Solo preguntaban en la tertulia, para saber más. No sé si sería necesario para encomendar más. Lo más, alguno -que parecía que lo sabía todo-, me comentó: “no te preocupes, por eso hemos pasado todos”. Gracias. Ahora me siento mejor. No sé si era alguno de los que preguntaba por mí en la tertulia. El caso es que no, él en concreto no había pasado por lo que estaba pasando yo. No es necesario dar detalles.

Mi cuñada me dijo un día: “Juancho, estás diferente, te veo muy tenso. El fin de semana vamos con los niños a la montaña, si quieres vente. O vas tu con tu hermano y los niños: me quedo yo en casa de tus padres. No creo que os perdáis en la montaña porque yo no vaya un día”. Claro que fui, y fue posible porque ella se quedó al cuidado de mis padres. Fue un remanso de paz en medio de la tormenta. Un buen amigo me paró otro día. “No te preocupes si no tienes tiempo, pero si puedes vamos a tomarnos algo. Necesitas despejarte”. Me lo vio en la cara, en el modo como arrastraba los pies. Sabía poco de mi situación, pero lo supuso. “Esta tarde tengo un hueco”, le dije, ya que en ese momento no podía. Me vino muy bien platicar un rato, y contarle mi situación. Fue una bocanada de aire fresco. Ni siquiera le había preguntado como tenía la tarde. Años después me enteré de que dejó de lado un asunto importante para atenderme. Un asunto lo suficientemente importante como para que yo me enterara años después.

Y cada vez que pisaba el centro, sin haber podido asistir a la tertulia por estar físicamente en otro sitio atendiendo obligaciones ineludibles, ya como que me daba la impresión de que la gente me miraba con cara rara. Nadie decía nada ni preguntaba nada. Era un silencio espeso, que se podía cortar con un cuchillo. Alguno por el pasillo me miraba con ojos de: “he preguntado por ti en la tertulia”, pero seguía de largo: tenía que cumplir el horario estricto y exigente del jubilado que, después de madrugar para ir a la oración y a misa, debía tener la mañana muy ocupada con los arreglos del centro o con los paseos por el parque o con algunas otras obligaciones imaginarias debidamente planificadas para no encontrarse ocioso. Porque, ya sabemos, el ocio es el padre de todos los vicios. Y en la obra nadie está ocioso. Hasta el punto de no tener un segundo para lo importante. Porque… sí, el hecho de que faltara un tornillo en un picaporte era una falta de amor de Dios y podía hacer que las cosas materiales se fueran deteriorando. Las cosas materiales. Qué más da si lo que se está deteriorando es el ánimo, la salud mental o la vocación de tu hermano, ese que duerme pared con pared contigo. Eso es muy cómodo para un alma de cartón. En fin, todas esas actitudes me creaban mucha ansiedad. Porque no tengo el don de la bilocación.

Una vez, después de cenar, cuando la gente se retiró a sus aposentos, quedó un rezagado, que al verse a solas conmigo, posiblemente se conmovió en sus entrañas, y haciendo acopio de fuerzas, me vino un poco de nuevo con aquello de “por eso hemos pasado todos” (no había tiempo para preguntarme, vaya, como que estaría ya acomodándose para el tiempo de la noche). Quise comentarle una anécdota del día, aunque no me hubiera preguntado, pero se limpió la boca con la servilleta, hizo una mueca y me dio las buenas noches, dejándome con cara medio ingenuo medio tonto. Ah, vaya. Como podía yo no haber caído en la cuenta. El tiempo de la noche, vaya.

Podría seguir contando otras anécdotas parecidas. He escrito las primeras que me han venido a la mente. Pero la conclusión es esta: la fraternidad en el opus no es apoyo moral ni anímico, es simplemente una norma más que se materializa en detalles reglamentarios como estar en una tertulia o cosas por el estilo. Si estás necesitado, no esperes que tus hermanos te ayuden por iniciativa propia. Solo te pedirán que vivas la fraternidad. En ese caso, la fraternidad es “dejarte ayudar”. Y “dejarte ayudar” es ir a la tertulia, hacerte visible, decirle a todo el mundo que todo va bien. Solo que, si físicamente no puedes hacerte presente en los momentos reglamentarios, no te estás dejando ayudar. Y entonces no estás dejando que los demás puedan vivir adecuadamente la virtud de la fraternidad. Vaya eso a tu conciencia. Pero la vida no espera a los momentos reglamentarios. Muchas cosas ocurren cuando ocurren sin que podamos preverlas. En ese caso estás perdido, porque te has salido de la estricta cuadrícula del opus. Solo aquellos hermanos en la fe dispuestos a saltarse lo reglamentario podrían ayudarte… pero ¡son tan pocos y en tan pocos momentos! ¿Conseguirá el Papa que se retorne al carisma? Al que se supone que Dios destinó para la obra. No sé si se llegó a vivir, eso lo podrían atestiguar los antiguos, y yo no soy uno de ellos.

JuanchoR

Una reflexión: el opus dei no es más que una prolongación de las más estrictas reglas monacales aplicadas al laicado, no ya sólo por las normas de piedad en sí, sino por cómo el silencio y las "exigencias de la vocación" se acaban imponiendo, como mortificación, a la virtud de la caridad. El espíritu de penitencia por encima de todo lo demás. Un “cristianismo” matemáticamente penitente. Cuidado con el peligro de confundir los medios con el fin, que es la caridad.









Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=28544