Quisiera dar mi pequeña contribución al problema evidenciado por Eilad en su escrito Nicks, intimidad e informes de conciencia del pasado 17 de abril acerca de utilizar un nick o el nombre real para firmar nuestras intervenciones en la página de Opuslibros.
Lo primero que quiero decir es que habrá tantas razones para escoger una solución u otra, tantas como las personas que participamos. Gracias a Dios tenemos aquí la máxima libertad para elegir cada uno su solución ideal.
En mi caso –y creo que para muchos otros- se trató de un “problema evolutivo”. Nos formaron para no criticar a la institución y nos quedó cierto temor a desobedecer ese criterio, y se tarda un tiempo en liberarse de esos condicionamientos. Algo muy parecido me pasó con los llamados “respetos humanos”: que levante la mano quien no tuvo que luchar, en su vida dentro del opus, con los llamados “respetos humanos”. Yo llegué, con el paso del tiempo, a convencerme de que eso era debido a que no estábamos realmente convencidos de que determinadas formas de actuar o de pensar fueran las correctas, y por esta razón teníamos cierta tendencia a esconderlas y no declararlas, o no evidenciarlas.
Al salir, yo seguí teniendo mucho “respeto humano”, esta vez, entre otras cosas, en dar a conocer mi pasada pertenencia a la institución, me daba auténtica vergüenza que alguien con quien no tenía una fuerte intimidad o amistad –y en consecuencia no conociera mi mundo interior real, mis valores y mis sentimientos y emociones-, me catalogara como “persona opus”, lo mismo cuando manifestaba mis convicciones en cuestión de fe u otras opiniones importantes. Con el tiempo aprendí a asumir la responsabilidad de mis opiniones, ya nadie me decía, desde fuera, lo que era correcto o no de mi opinión, y desde hace tiempo lo de los respetos humanos ya no es un problema para mí. No es un problema que personas que no me conocen de nada sepan esas circunstancias de mi vida, me limito a exteriorizarlas cuando me parece que tengo razones o vale la pena, y a guardarlas cuando pienso que no viene al caso compartirlas.
Volviendo al tema del nick, yo pasé sin apenas problema a la utilización de mi verdadero nombre, pero este no es un paso que aconsejo a todos, o mejor dicho, que esté aconsejando hacer. Creo que, con todo el respeto y defendiendo a quien no llega a hacerlo, es muy importante que haya mucha gente que firme con su nombre y apellido reales, porque esto le da mayor autoridad a nuestro testimonio. Pero si la gente se encuentra aún en edad laboral, cuando por alguna razón quiera cambiar de trabajo, o relacionarse profesionalmente, y la empresa u otra persona quiere averiguar si hay información o alguna noticia nuestra, pondrá el nombre en Google o en cualquier otro motor de búsqueda, y lo que le saldrá enseguida serán sus escritos sobre el tema del opus dei. Yo, por mi inexperiencia de hace años, tardé bastante tiempo en darme cuenta de ello.
Si decidiera ahora, “con il senno di poi”, a firmar con mi propio nombre, quizá optaría por una solución del tipo “E.l.e.n.a L.O.N.G.O”, dando mi nombre de forma claramente reconocible, pero no por los motores de búsqueda. Ahora que estoy jubilada ya no me importa, y tampoco anteriormente me creó muchos problemas, pero quizá pueda ser una solución para otros participantes de Opuslibros si quieren firmar con su nombre pero que no lo detecten los buscadores.
Saludos cariñosos para todos,
Elena
