Ya en 1982 se evitó expresamente presentar a la Santa Sede los estatutos adaptados a la Prelatura, y se utilizaron los del Fundador de 1974, que no eran admisibles en la misma. Si el Papa establece que las Prelaturas se asimilen a asociaciones de clérigos estrictamente, -la única existente con mayor motivo-, y se añade que esa sustitución "tenga fuerza firme y estable pese a cualquier disposición en contrario, entrando en vigor el día de su publicación, es decir, el 8 de agosto de 2023" está claro que sólo caben los clérigos. Que los laicos se sigan rigiendo por los anteriores estatutos es una interpretación inaceptable que define el comportamiento engañoso e interesado de la Obra: mantener a toda costa a los laicos con la única finalidad de recaudar y que ellos hagan proselitismo.

¿Qué pasaría en el supuesto de que se aprueben unos estatutos en el plazo de un o dos meses que a los laicos, -a los que no se les ha explicado nada, ni se ha contado con ellos para nada, como es habitual-, no les parezcan aceptables, habiéndose comprometido ante Dios por un año a vivir la vocación cristiana según el espíritu del Opus Dei?.

Un engaño intolerable. Por eso sigo considerando que la renovación del 19 de marzo debería haberse aplazado en las circunstancias actuales de indefinición absoluta.

Blacksmith