Predestinación.- Fulcro
Fecha Sunday, 03 April 2005
Tema 010. Testimonios


Estimado Miguel L.:

En tu escrito del 1-4-2005 “Así me hicieron numerario de 14 años” pides referencias de pitajes similares. Pues bien, mi caso fue el de agregado en los años 60 del pasado siglo y casi fue un calco de todo lo que describes en el tuyo. Yo tenía en aquel tiempo poco más de 14,5 años cumplidos y las horas finales de acoso y derribo me las espaciaron algo más, pero fueron totalmente análogas.

Yo si pregunté por qué no era mejor para mí pitar de Supernumerario; y la respuesta que me dieron fue: que si Dios me había llamado siendo soltero sería porque me quería así para Él. Solo restaba saber si yo era generoso y sabía corresponder a todos los dones que me había dado. Aunque yo no me sentía suficientemente generoso, ante este último argumento cedí y pité. Pero pité por MIEDO: ¿Quién era yo para oponerme a los designios divinos? ¿Qué clase de males caerían sobre mí si desairaba a la voluntad divina?. Esto del miedo (que lo sentí hasta el tuétano de mi ser) solo lo reconocí muchos años después de marcharme del opus, pero en aquella ocasión lo identifiqué, erróneamente, con un acto supremo y costoso de generosidad.

Por tanto yo no puedo vanagloriarme de haber sido generoso con Dios, sino de haber cedido pragmáticamente ante una petición divina que, a la vez, se me mostraba como un destino trazado para mí desde le eternidad.

Que yo sepa, lo del destino trazado desde la eternidad, que en última instancia el libre albedrío lo puede aceptar o rechazar, en el Catolicismo solo es un DOGMA del opus y quizá de algún otro grupo religioso que desconozco; pero entonces yo no lo sabía, y me hicieron creer y creí en ello fanáticamente.

Aunque se piense y se obre en el opus como destinados o predestinados, la palabra “destino” no se emplea en esta organización (y en mi caso no la emplearon) porque sería, a mi juicio, reconocer abiertamente una variedad del FATALISMO como doctrina segura. Pero no tengo hoy la más mínima duda de que esa doctrina es la que permite obrar a los que fuerzan a una vocación religiosa con el falso convencimiento de que están haciendo un bien en lugar de una perversidad. Yo mismo fui un convencido de ese fatalismo aunque jamás pude ni quise practicarlo con otras personas. Escrivá en sus biografías autorizadas respira por la misma herida, y creo que una de las claves para entenderle a él y a su organización es precisamente esa: un fatalismo que asume que la vida de cada cual está ya trazada y que, aunque sea posible el libre albedrío, desviarse de esa ruta redunda en perjuicio del interesado (para Escrivá la condenación eterna).

Por último, creo que el opus y otras organizaciones no necesariamente cristianas fuerzan doctrinalmente, por acción y por omisión, a que el ambiguo y desconocido concepto de predestinación se adueñe de la mente y de la afectividad del individuo.

Fulcro







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