No puedes imaginarte Nieves como te entiendo, cuentas en tu último escrito: "...sin experiencia, sin saber por donde se mueve uno, lo que conllevaba el no saber cual son tus derechos al comenzar un trabajo, sin picardía, por que no decirlo. Esos primeros meses de trabajo, todos te miran como a un bicho raro, (porque realmente cumples con el trabajo) incluso llegan a pensar que eres medio tonta, y si hablamos de relaciones de amistad simplemente, entonces si que eres rara, no sabes la ultima canción que suena, y te miran.... no viste la serie de la tele de 4 años atrás... pues que raro, la vio todo el mundo, no has ido a ninguno de los conciertos de "x" ."pero si eran todo un bombazo"... y parece que lo haya escrito yo.
Cuando salí también me sentía un bicho raro por no saber quién era el cantante de moda, el cotilleo del día, el color de la temporada... Recuerdo que sentía miedo de que me creyeran retrasada porque no encontraba temas con los que hablar con las chicas de mi edad (ni con el resto del mundo). ¡Estaba tan bloqueada!, durante los años que permanecí en aquellos internados-prisión, solo me había comunicado con mi "confidente", el resto del tiempo lo había dedicado a rezar jaculatorias sin parar, así que al salir de allí me sentía tan perdida..., tan fuera de lugar..., y, creo que todavía se me nota algo extraviada, temo las reuniones, me corto más que la mayonesa al sol.
Espero, Nieves, que hayas conseguido adaptarte a la verdadera vida (la de la libertad), y, sobre todo, que la "inmadurez" de aquellos días no te llevara a cometer alguna equivocación irreparable. Yo, debido a mi inexperiencia (y lo cuento por primera vez), sí cometí un gran error. Aclaro que éste no tiene que ver con drogas, bebida, juego, asesinatos, etc., es otra clase de error, pero creo que (aunque me muera por hacerlo) jamás me atreveré a contarlo abiertamente. Me dan ganas hasta de borrar la parte en que cuento esto, pero quizás pueda ayudarle a alguien. Mi consejo, para todo el que acabe de salir, es que, antes de dar cualquier paso, se asesore con algún amigo y, si no lo tiene (si está leyendo esto es que ha llegado hasta nosotros), puede hacerlo a través de esta Web, ¡ojalá! hubiese existido cuando salí yo.
Un abrazo para todos, en especial para BASTIÁN, a quién agradezco que, a pesar de haberme portado como una berzotas con él, me haya dedicado unas (no merecidas) cariñosas palabras.
Amapola
