De vez en cuando me dedico a pensar el mal que hemos hecho a mucha gente. Me siento entonces descorazonado, impotente al no poder pedir perdón a todos aquell@s que hemos ayudado a arruinar su vida, a "entregarse" sin tener la madurez necesaria para tomar una decisión tan vinculate y que cuando se han dado cuenta de su equivocación han salido con remordimientos de conciencia, con un enorme complejo de culpa, depresivos...
No sé si alguna vez podré obtener el perdón de toda esa gente a la que, gracias a mí, su vida ha quedado marcada para siempre.
He escrito esto casi sin pensarlo, pero lo necesitaba.
Ancasti