Siempre leo lo primero del día el artículo de Satur, si hay. Lo digo para que conste mi admiración por él y por sus escritos. Pero lo del lunes, con la historia chusca del catedrático de Anatomía de la Facultad de Medicina de Zaragoza, ya se contaba cuando yo era niño -hace muchos, pero muchos años- y el avión no iba a Marruecos sino al Senegal, donde los felices ciudadanos calzan un auténtico mástil. Sospecho que Satur no le da al asunto poca ni mucha importancia, pero creo que la tiene. Y la tiene porque las numerarias que estudian medicina, y las que son médicas porque ya estudiaron medicina hace mucho tiempo, no se parecen nada a las que hipotética pero falsamente protagonizaron la anécdota que cuenta-inventa-recrea-fantasea Satur. Yo, aclaro, no soy ni he sido numeraria, claro, pero tengo muy cerca de mí varias numerarias, algunas médicas, y, o la especie ha mutado, o alguien se ha quedado un poquito desfasado.
Así que, tirón de orejas (no de "los" orejas") para Satur. Y no comparto la opinión de Agustina sobre que el comentario del profesor fuera soez, porque se trataba de una clase de anatomía en la que el catedrático describía el aparato genital masculino, y de suyo, de la descripción anatómica, es dar datos de tamaño: longitud, grosor y demás. Probablemente la anécdota no fuera nunca cierta, porque se contaba cuando en los años sesenta -nada menos- la presencia de mujeres en las aulas de las facultades españolas de Medicina comenzaba ya a ser algo más que una anécdota. Lo que no quiere decir que en los años treinta no hubiera mujeres estudiando Medicina en España, que las había, aunque pocas, claro está.
También recordará Satur otra anécdota de la misma Facultad, pero de otro cátedro. Una señora le llevó a la consulta a una hija de 16 ó 17 años porque se encontraba mal por las mañanas y vomitaba. Tras explorar a la paciente, el sabio concluyó que la niña estaba embarazada, ante lo que la mamá exclamó algo así como "pues habrá sido en el baño", como si un embarazo se pudiera pillar en un baño o en un vestuario, como las humildes y molestas ladillas, sin ir más lejos. A lo que el profesor, en un alarde de aragonesismo, le habría contestado: "sí, señora, en el baño o en la copa de un pico, pero jo..."
Esto de cómo las anécdotas van pasando de boca en boca hasta terminar pareciédose poco al original, se daba mucho en mi época de numerario, y yo fui víctima de alguna de esas metamorfosis "literarias". Así que no tiene más importancia. Pero hay que ser más amigo de la verdad que de Platón, o del perro del Platón o del cerdo de Pitágoras, o como fuera o fuese la cosa célebre que todos habéis pescado.
Un abrazo especial para Satur.
Bastián
Nota de Agustina.- Querido Bastián, me hace gracia que pienses que mi comentario (escrito a continuación del texto de Satur), fuera por la descripción del aparato genital masculino. No dudo de que para estudiar Medicina haya que estudiar el cuerpo humano con sus apéndices correspondientes. Mi comentario era por "a la hora que salía el avión para Marruecos"... Eso es lo que me pareció una estupidez machista por parte del "cátedro", sea chiste o no lo sea. Un abrazo sonriente, Agustina.
