Agradecimientos y culpabilidades

¡Queridos todos!:

Agradezco las felicitaciones por mi testimonio publicado el pasado lunes 28. Gracias, me alegro mucho de que esté sirviendo a otras personas para reconstruir su pasado (o su presente) en el Opus Dei.

Lo redacté por necesidad, como un saludable desahogo de mi conciencia, y por si servía a otras personas. También, por justicia, para manifestar la deuda de gratitud que tengo con esta web y –especialmente- con Agustina. Tengo mucho que agradecer a todas las personas (a todos vosotros) que han dado vida a esta iniciativa de encuentro y libertad. Nos ayudamos los unos a los otros, de eso se trata.

El hecho de que yo reconozca con tanta crudeza los males que he cometido en el pasado no significa que viva atormentado por la culpabilidad. Cualquier persona puede caer en las redes de una institución sectaria, no depende de las aptitudes del individuo: nadie está a salvo de ser programado y fanatizado para la consecución de los fines que sean. Nosotros fuimos arrastrados por las redes del Opus Dei, que cada vez más unánimemente es una institución clasificada como secta.

No tiene sentido echar sobre nuestros hombros la pesada losa de la culpa y vivir atormentados de por vida. Ya hubo bastantes tormentos (que infringimos o que nos causaron) en el pasado.

Este juego de culpabilidad al salir de la oscura experiencia de la Obra, tiene trampa. Me dirijo especialmente al amigo Armando (30/8):

-Si una persona abandona voluntariamente la Obra puede pasar el resto de su vida viéndose a si mismo como otro Judas, condenado de antemano a una vida presente y futura de infelicidad, predestinado al fuego eterno. Esta es la doctrina -¿¡dónde está el Amor!?- que la Obra inculca a los que desean marcharse de sus filas (Ver "El error irreparable").

-Si una persona es expulsada de la Obra corre el riesgo de vivir con el complejo de no haber dado la talla, de no haber estado a la altura para cumplir los planes que Dios tenía preparados para él. Sufrir por pensar que, si hubiese dado más de si mismo, no le habría fallado a Dios. También aquí, ésta es la doctrina oficial que la Obra utiliza con las personas que expulsa.

Pero si esa persona que se salió del Opus Dei (del modo que fuera) tiene la ventura de descubrir que la Obra le mintió  y que la doctrina particular de esta institución es un cruel disparate, puede pasar que no se perdone a si mismo el haber pertenecido a ella.

Esta es la última de las infamias que la Obra puede infringirnos.

Querido Armando, no caigas en esa trampa. Nadie podrá reprocharte que hayas actuado de modo sectario en el pasado, habida cuenta de que perteneciste a una institución con marcados rasgos de secta. No te conviertas en el peor enemigo de ti mismo: ¡enderezaste el rumbo!, da muchas gracias a Dios. Aprende a perdonarte, date cuenta de que fuiste una víctima y de que el Señor siempre perdona, tú ¿quién eres para condenarte?

Al atardecer de la vida te examinarán del Amor, todos nosotros fuimos víctimas de este engaño y pensamos que nuestro proceder nos llevaría a la unión con Dios. Utilizaron nuestra aspiración de amar más a Dios para fanatizarnos, usarnos y aniquilarnos.

Ten en cuenta que una cosa es la autocrítica y otra la autodestrucción.

Yo pido perdón a Dios y tengo la certeza de que Él disculpa las omisiones que haya podido cometer por no ser valiente y actuar en conciencia en el pasado. Y sé que a nadie más que a Él le duelen los atentados contra la persona que salvajemente comete la Obra.

Ahora sí sigo las insinuaciones de mi conciencia (a la luz del Magisterio) y ésta me indica que he de procurar enderezar el mal que hice. Un buen modo es colaborar con esta web.

¡Respira y saborea esa libertad que no tuviste en la Obra!, y ¡adelante!  . Aquí nos tienes.

Un muy fuerte abrazo a todos!, especialmente a Isa Nath por el precioso correo privado que me ha escrito.