El santo express del Opus.- Raul
Fecha Monday, 13 November 2006
Tema 100. Aspectos sociológicos


Las irregularidades en la canonización de Escrivá de Balaguer.

El santo express del Opus.

 

De Primera Línea
Jueves 29 de Agosto de 2002

En su fuero interno Escrivá tenía la idea de que era un elegido de Dios y que estaba irreversiblemente destinado a ser un santo, llegando hasta la utilización abusiva de “armas sobrenaturales” para llevar a cabo su proyecto. Para el Opus Dei no hay en el catolicismo caminos distintos para la santidad, sino que sólo existe el camino de la Obra. Por: Jaime Escobar Fuente: Nacion Domingo Jueves 29 de Agosto de 2002 La fabricación de prestigios ha sido una de las actividades sobre las que se ha centrado el Opus Dei desde sus orígenes. Como todos sus miembros deben aspirar a la santidad, el Opus mantiene la pretensión de crear santos en serie, porque “las crisis mundiales son crisis de santos”, como ya señaló su fundador, Josémaría Escrivá de Balaguer, en la máxima 301 de su librillo Camino. Desde sus inicios esta organización secreta impuso esta obligación entre sus miembros y sigue dispuesta a fabricar santos como sea, recurriendo a una especie de turbosantidad* cuando hace falta, como queda demostrado específicamente en todo el proceso de canonización de Escrivá de Balaguer, quien nació el 9 de enero de 1902 en Barbastro, España. Su beatificación, hace 10 años, estuvo envuelta en una fuerte polémica a nivel mundial y hoy esta situación vuelve a repetirse con motivo de su canonización, anunciada para el próximo 6 de octubre en Roma, coincidiendo con el centenario de su nacimiento...



Escrivá fue declarado oficialmente beato por el Vaticano en mayo de 1992 pero debió sortear variadas críticas por la rapidez, manipulación y unilateralidad de los miembros de la Congregación de la Causa de los Santos. Para no repetir las suspicacias, connotados miembros de la Obra se lanzan entonces urgentemente a la búsqueda de un nuevo milagro de Escrivá para lograr su elevación a los altares.

Es entonces cuando la cúpula del Opus descubre un caso que le resulta atractivo. Fue la cura milagrosa, en mayo de 1992, de un niño de 6 años, justo un día después que su madre invocase a Escrivá, tras haber visto por televisión la ceremonia de beatificación del padre fundador en la Plaza de San Pedro. El niño padecía una alta tensión arterial debido a un estrechamiento de la arteria renal derecha y el 17 de mayo de 1992, en la víspera del pretendido milagro, el muchacho ya presentaba una importante mejoría; “más de lo que la madre dice”, según señaló por escrito el médico que lo trató. Entre los informes aportados al expediente del milagro del niño, hijo de un alto magistrado, destacaba el del jefe de nefrología infantil del hospital de Cantabri donde fue tratado, quien negaba el milagro y atribuía la curación a los efectos de un acertado tratamiento farmacológico.

Para que no existiesen tantas reservas e inconvenientes como el caso del niño de Cantabri y no fallara el trámite burocrático en el Vaticano para la turbosantidad de Escrivá, el segundo caso de milagro fue preparado cuidadosamente por especialistas del Opus. Por eso se precavieron hasta en los detalles más mínimos. El protagonista del pretendido nuevo milagro era en este caso un médico-cirujano de Extremadura, España, Manuel Nevado Rey, todo un personaje importante en su pueblo porque paralelamente a la medicina este cirujano se ha dedicado a la agricultura en su latifundio.

Los orígenes de la grave dermatitis o fuerte irritación de las manos de Navarro Rey, se remonta a los años 60. Fue entonces cuando contrajo la enfermedad a causa de que, como cirujano traumatólogo, estuvo continuamente expuesto a las radiaciones de los rayos X y en muchas ocasiones no llegó a cubrirse las manos con guantes de plomo. La radiodermitis le ocasionó “la pérdida del vello de las manos, con la aparición de zonas sonrosadas y con picazón”.

El historial médico de la dermatitis se convirtió en un relato escalofriante y muy bien documentado, con testimonios a fines a la causa del milagro. Corrieron además relatos y noticias para darle apariencia de ser más valioso y atractivo.

El doctor Nevado Rey fue empeorando con el tiempo hasta perder la sensibilidad en los dedos y en 1992 estuvo a punto de verse obligado a abandonar la cirugía, sino hubiera ocurrido el mentado milagro. Según el informe de otro médico del Opus, Nevado padecía radiodermitis crónica grave en tercera fase. La dolencia habría entrado en una “fase irreversible” y se encaminaba a un “diagnóstico terrible sin esperanza y que habría podido llegar hasta hacer necesaria la amputación de las manos”.

Para los seguidores de Escrivá, la dermatitis de Nevado Rey fue considerada como una “enfermedad degenerativa” que llegó a impedirle “ejercer su profesión”. Pero cuando llegó el milagro “las lesiones desaparecieron y las manos adquirieron el aspecto actual, perfectamente curadas”, lo que le ha permitido seguir trabajando como médico.

Pero, para muchos expertos dermatólogos, la famosa “radiodermitis crónica grave” es considerada una enfermedad que, sin milagro alguno de por medio, es posible de mejora espontánea. Manuel Nevado Rey sigue trabajando aunque ya está jubilado. Un médico colega suyo señala que no ha vuelto a tener problemas de piel desde que dejó de operar y de usar sin guantes los rayos X.

¿En el cielo o el infierno?

Es cierto que hoy por hoy, el procedimiento de beatificaciones y canonizaciones es más rápido, gracias a varias correcciones de estatutos y procedimientos. También porque ha desaparecido el famoso “abogado del diablo”, personaje encargado de detectar los posibles errores de las causas, quien ahora se llama “promotor de la fe” y está más preocupado por los llamados dones espirituales y por el testimonio de las virtudes heroicas. Estas nuevas circunstancias, tan especiales como novedosas, han permitido que el fundador del Opus Dei se convierta en el pionero de la turbosantidad católica sobre la Tierra.

La turbosantidad de Escrivá se resume en que, más de un cuarto de siglo después de su muerte, continúa como protagonista de todo lo que se hace y dice en la Obra. En su fuero interno Escrivá tenía la idea de que era un elegido de Dios y que estaba irreversiblemente destinado a ser un santo, llegando hasta la utilización abusiva de “armas sobrenaturales” para llevar a cabo su proyecto. Para el Opus Dei no hay en el catolicismo caminos distintos para la santidad, sino que sólo existe el camino de la Obra, trazado durante su vida por Escrivá. Como declaró en el año 1992 uno de sus dirigentes en la Televisión Española, en el programa Línea 900 : “Todos sabíamos que nuestro Padre era santo, la beatificación es sólo para que se enteren los demás”.

Sin embargo, es práctica habitual en la Iglesia Católica declarar a sus beatos tras la prueba de un primer milagro y elevarlos a la santidad una vez aprobado el segundo. Aunque el Opus Dei dice tener documentados 20 milagros presuntamente realizados por la intercesión de Escrivá, el temor que ha albergado la cúpula directiva del Opus Dei era que si la canonización no se realizaba durante el actual pontificado, tal vez no se realizaría en siglos. De ahí que la Obra haya inaugurado el nuevo tipo de santidad que consiste en un sencillo cálculo promocional, donde a menor tiempo en el proceso existiría mayor santidad en la persona.

Luego, con la turbosantidad declarada del fundador, el objetivo de los miembros del Opus Dei, hijos e hijas de Escrivá, será utilizar el apelativo de “santo” tan corrientemente como lo empleaban los primeros fieles cristianos. Y tal como Escrivá lo recomendaba en la máxima 469 de Camino: “Saludad a todos los santos. Todos los santos os saludan. A todos los santos que viven en Efeso. A todos los santos en Cristo Jesús, que están en Filipos. -¿Verdad que es conmovedor ese apelativo ¡santos! que empleaban los fieles cristianos para denominarse entre sí?- Aprende a tratar a tus hermanos.”

En la causa de beatificación del fundador del Opus Dei también figura el milagro discutible de una monja, como parte de un proceso plagado de deficiencias, silencios y anomalías. Sin embargo, éste iba a tener una importancia relativa: antes, para la beatificación hacían falta dos milagros seguros, mientras que otros dos más eran exigibles para la canonización. Ahora basta uno por cada fase y, en algún caso particular, el actual Papa ha dispensado del hecho sobrenatural. Por esa causa extraordinaria el expediente del médico cirujano Nevado Rey pudo continuar su curso favorable hasta la mismísima Congregación para la Causa de los Santos.

Para la Iglesia Católica lo importante es la certidumbre que, tras la beatificación, el candidato a la santidad se ha salvado y no ha ido al infierno, aunque podría estar aún en el purgatorio. Con el segundo paso, la canonización solemne, se asegura, con infabilidad papal, que dicho personaje ya goza de la gloria del cielo.

Al respecto, existen escasos indicios sobre la ubicación exacta del fundador del Opus Dei, ignorándose si se encuentra en el purgatorio o quizás en el mismo infierno. “Don Josémaría, usted con lo suyo y yo con lo mío nos podemos ir al infierno”, le dijo la monja portuguesa Sor Lucía, nada menos que una de las protagonistas del milagro de Fátima y amiga por muchos años de Escrivá de Balaguer. Las dudas quedan sobre la mesa.

El Opus vence…

Moderno en sus formas, pero integrista en sus planteamientos teológicos y morales, el Opus Dei se ha convertido en el espejo en que el actual pontífice quería ver reflejadas sus intenciones de revisión e involución dentro de la Iglesia Católica. Pero lo que nunca llegó a imaginar Juan Pablo II era que el objetivo ambicionado por los hijos de Escrivá resultaba ser la propia Iglesia Católica. Tal como lo señala el prestigiado vaticanólogo Gianni Baget Bozzo, es sobre la Iglesia Católica donde el Opus Dei aplica el poder de su organización y la estructura social sobre la cual ejerce su influencia. Algo así como un eficiente organismo secreto que se adhiere como una red al cuerpo eclesial y pastoral de la Iglesia Católica e intenta taponarle todos los poros.

Con tales antecedentes irrefutables, Juan Pablo II no tuvo fuerzas para oponerse a la maquinaria opusdeísta ni a la forzada santidad del fundador de la Obra. El Papa aprobó sin reparo alguno el 20 de diciembre de 2001 el decreto de la Congregación de la Causa de los Santos a cargo del cardenal José Saraiva Martins, por el que se convertía, por fin, en santo a Josémaría Escrivá.

De la turbosantidad del fundador cabe señalar, por último, que Escrivá fue declarado beato a los 17 años de su muerte y ha sido elevado a los altares en calidad de santo 10 años después. Un tiempo de espera mínimo comparado con la media de 50 años requerida en la mayoría de los procesos vistos y aprobados en el Vaticano. Junto al proceso de canonización express de Escrivá, el Papa aprobó también once decretos para elevar a los altares a 3 nuevos santos y 8 beatos, entre ellos el indio Juan Diego, al religioso franciscano Padre Pío.

Tanto el proceso de beatificación como el decreto de canonización sobre la santidad de Escrivá ha merecido los fríos comentarios de mucha prensa a nivel mundial, el rechazo de connotados teólogos y laicos y de personeros en altos cargos del Vaticano, repitiéndose una y otra vez lo que uno de ellos dijo en su momento allí mismo en la curia: “El Opus vence pero no convence”.





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