Queridos orejas:

Excusadme si no escribo todo lo correctamente que debiera. Es que lo hago con la mano izquierda, porque me chasqué el hombro derecho al intentar montar en bici con gabardina, tras una extensa velada de tasca en con amigas y amigos, en la que se dilucidaba cómo montar un Shakespeare con dos euros y medio. Supongo que ese disparate no hubiera sido posible de haber yo persistido en el discutible disfrute de la “libertad de la gloria de los hijos de Dios”.

Pero no me resisto a aplaudir con mi manita superviviente a Vado Via por la increíble definición del carácter y presumible patología del Fundador. ¡Chapeau!

Sin ser yo capaz de afinar tanto y tan bien, afirmo que la sintomatología era precisamente ésa y no otra. En mis tres coincidencias con el santico, alguna más prolongada que otra y no por ello menos traumática, pude constatar que era un sujeto perfectamente incapacitado para una relación humana normal. Tratábase de un sujeto manifiestamente auto – mitificado, que, como diría un francés: “il s’avait fait une tête”.

La magnificación de monseñor se halla perfectamente plasmada en reliquias tales como el espantoso pastiche que es el Colegio Romano de Bruno Buozzi. Algo sólo parangonable con los uniformes de la guardia de Franco ideados por doña Carmen Polo de. Sin aludir a su estilo literario, al que prometo dedicar un análisis profesional en cuanto tenga mano derecha.

Claro que en mi fase de inmersión, anulada casi mi capacidad crítica, sólo me preguntaba algo desazonado: “cómo me caerá tan mal este puñetero cura, si, por lo visto es la pera limonera de santo y de majo y de cariñosote”.

Empecé a verlo más claro en un par de ocasiones, como aquella en que trató a patadas a un humilde supernumerario de los antiguos, pero pobres, que venía a traerle como regalo lo único que de algún valor en su casa había. La otra fue ver en su oratorio privado la famosa Columba eucarística y entornos afines. Se ve que el santo varón tiene que engancharse a un pichón aureo de dos kilos para rezar.  Pura pobreza y puro laicismo.

Muchas anécdotas se me quedan en el tintero, pero las más dramático – escénicas me las he quedado. Bien por Vado Via. Las historietas magnificentes e implacables del de Barbastro, para igualarlas, hay que buscar en  Suetonio y sus césares; si no, en Petronio y su hortera Trimalción. 

En el reverso de la farsa monea, ignoro si Ogrini va de buena fe o es un turracollons más. Pero deseo comunicarle que el Opus no tiene buena prensa, porque se la ha ganado a pulso. Personalmente no odio a esa institución más que a la CIA o al Mossad, o sea, nada. Pero me parecen tres instituciones poco recomendables y

Nada fiables; sobre todo si uno cae bajo su autoridad. 

Salutem plurimam aurículas omes; iterum Vado Via, NOTABILISSIMUS INGENIUS.

Antrax