Otaluto ha escrito:
En mi interior pensaba que lo que íbamos a encontrar sería un lugar polvoriento al final de una larga escalera, con muebles recauchutados, dirigido por un cura bien intencionado pero inofensivo. La realidad que me esperaba era muy distinta. Se trataba de una casa, o más bien una mansión, en una zona muy cara de la ciudad, amueblada exquisitamente. Como luego me explicaron, era todo como debía ser en una casa de familia (obviamente no una familia pobre).
Siempre me ha llamado la atención el ambiente de clase media alta que se respiraba en los centros del Opus. Igual tu gusto no coincide con ése, que acertadamente se ha descrito como "Parador Nacional". Pero coincide con mi experiencia de parroquia: locales lúgubres, polvorientos, luz macilenta, etc. El entusiasmo de los catequistas intentaba suplir la carencia de medios, pero la cosa sólo daba para fotocopias y poco más. Incluso el piso que tenía la parroquia para asueto de los jóvenes, fue destinado para otros usos. Cuando quisimos organizar un campamento para los jóvenes de confirmación, los recursos fueron 0. Total, que el contraste patrimonial es llamativísimo.
Ahora bien, hagámonos las siguientes preguntas: ¿cómo es posible que una institución como la Iglesia tenga instalaciones tan penosas? ¿de dónde sale el dinero para tanto lujo como gasta la Opus? ¿de dónde sale tanta instalación, en una organización que se fundó ahora hace unos 70 años y con una guerra civil y mundial por medio, y una postguerra durísima? ¿Será que unos viven la pobreza y los otros también? Luego no me extraña su capacidad para atraer a cualquiera: a todos nos gusta el jamón. Luego, como no se ve lo que pasa...
Cambiar el mundo, ser apóstol, santificar el trabajo, ocupar bien el tiempo, plan de vida, todos términos que me sonaban nuevos. El ideal de ser cristianos corrientes santificando las actividades profesionales me cautivaba.
Ojo al dato: sin ser filósofo o experto en lógica, me parece obvio que las ideas anteriores van en cascada y finalmente son sofismáticas, porque llegan a conclusiones que no se pueden obtener así como así de las primeras premisas... si uno se refiere al evangelio. Veamos: ¿cambiar el mundo? OK ¿ser apóstol? OK ¿santificar el trabajo? bueeeeno OK, el trabajo puede ser santo ¿ocupar bien el tiempo, plan de vida? pues va a ser que no: estos son términos de la producción industrial. Son herramientas, no fines o en todo caso aptitudes, nunca virtudes morales o cualidades humanas. Son patrimonio de cualquier persona eficiente, sin necesidad de ser cristiana. Eso es productividad, no es evangelio (tampoco es anticristo, por cierto).
Hemos dado el salto lógico: de cambiar el mundo pasamos a "ser cristianos corrientes santificando...". Está muy bien lo de romper aquello de que sólo los curas son santos etc. eso ya lo sabe el pueblo, pero no está mal decirlo para que quede claro. No está mal decir que en el trabajo - y de paso en todos los lugares naturales - se puede y se debe buscar hacer la voluntad de Dios. Pero decir que trabajar más y mejor es ser mejor cristiano, pues no. Eso es ser mejor trabajador. Y sobre todo, no se puede reducir la vida cristiana al ámbito laboral. Eso como poco apesta a calvinismo, y no del mejor. Es más, es una vía fácil para "salvarse". Así cualquiera: como trabajo bien, chachi... Una vez más, el demonio se vale de nuestros razonamientos fáciles para hacernos perder el tiempo y la cabeza.
Lo importante es tener un plan para que esa persona vaya asumiendo progresivamente las consignas de la institución y eventualmente pase a conformar sus filas.
Es así como se forma la adhesión a un grupo: no se trata de asumir un modelo de fe, sino consignas que sustituyan a los argumentos y las ideas. Lo siento, pero ya lo decía Stefan Zweig: Hitler no empezó matando gente en masa. Lo que hizo fue ir poco a poco asfixiando a todos, de modo que la barbarie en dosis fuera más soportable y asumible que la crudeza de la realidad. Si es que está todo inventado.
Menos mal que Dios es sabio y bueno que si no....
Ramón
