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INTIMIDAD PISOTEADA
(sobre la violación de la correspondencia privada)

IVÁN, 9 de septiembre de 2005

 

Esta Web lleva casi tres años de vida. Durante este tiempo ha habido multitud de amigos que han enviado cartas, escritos y libros, para compartir sus pensamientos, inquietudes, y vivencias, con el resto de los participes. Con cada actualización del correo los anteriores quedan enterrados, cada vez más profundamente, en la Web. Aquí hay tanto material escrito que a duras penas podemos llevar su lectura al día, lo que hace que pronto queden olvidados los de fechas pasadas.

Bajo el epígrafe “Amigos Rescatados” quiero devolver al presente esos trabajos antiguos, relegados, pero siempre valiosos y perennes; a los que sí procede añadiré los comentarios pertinentes. También incluiré textos breves y enriquecedores con los que me pueda topar en otros lugares de Internet o del mundo del papel.

Intimidad Pisoteada Por El Opus Dei

El Opus Dei pisotea muchos derechos humanos de sus miembros. Esos atropellos pueden dejar indiferentes a quienes no son de la Institución, porque piensan que a ellos no les afectan. En la siguiente carta, y en las de quienes la contestan, se demuestra como la violación del derecho a la intimidad de los que pertenecen a la Obra se extiende a todos aquellos que les manifiestan sus confidencias (amigos, compañeros, padres, familiares, etc.)...


(de Macodsa) Necesito saber la verdad. (31/05/04)

Estoy asustada leyendo que las cartas que recibías o enviabais eran leídas por la directora de vuestro centro. Durante muchos años me he estado escribiendo con una numeraria y contándole por carta toda mi vida, lo más íntimo de mi vida. ¿Me podéis asegurar que han violado mi intimidad? Si es así creo que tengo algunas cosas que hablar con esta chica, porque me siento engañada, me siento aunque pueda parecer un poco exagerada, "violada".

Años después le dio mi teléfono a una numeraria de Madrid, porque me trasladé a vivir a Madrid, con la que empecé a charlar, también me confesaba con un cura de la Obra, D. E., en un centro y charlaba la numeraria, el caso es que como empecé a ir con 26 años, pero en una situación psicológica complicada, sentía que todo el mundo estaba muy pendiente de mi, me invitaban a meditaciones, cursos de retiro, etc. Lo curioso es que una vez la nume con la que hablaba me dijo una cosa que yo solo le había dicho a D. E., y le pregunté que si había hablado con él, su respuesta fue que por supuesto que no. Me presionaron cerca de un año para que me hiciera agregada, ya que al ser "tan mayor" (27 ó 28 años en aquel momento) me costaría acostumbrarme a vivir en un centro. Yo gracias a Dios, siempre tuve dudas, no vi nada claro y dije que no. ¿También lo que hablaba con ellos era puesto en común con la directora? Necesito que me lo confirméis porque me siento estafada.

¿Qué uso hacen de esa información? Ninguna de las dos me comentaron nunca que la correspondencia o la charla fueran objeto de control y puesta en común, si no está claro que no habría hablado ni escrito todas esas cosas.

Espero con ansiedad vuestra respuesta.

Gracias Macodsa


CONTESTACIONES

(de Compaq)

 

Te preguntas Macodsa (31.05.04) si en el Opus Dei se leen las cartas y si a ella le habrán leído las suyas. Todos sabemos que sí, pero para que nadie diga que en la web se miente (Isabel Muñoz: ¿por qué no dices dónde se miente?), es el propio Opus Dei quien te contesta:

"Todos saben que pueden recibir cartas donde quiera que estén, dirigidas al lugar que más les convenga por razones de familia o de trabajo. Luego, cada uno decide en conciencia si debe o no enseñar la carta al Director del Centro, teniendo en cuenta que -sin duda- le puede ayudar en su vida espiritual enseñar aquellas cartas cuyo contenido no le gustaría que otros conocieran, excluidas, como es lógico, las que se refieren estrictamente a cuestiones de su trabajo profesional." (Glosas de San Miguel/ Correspondencia, pág. 85)

Y a renglón seguido dice:

"Los Directores, por su parte, tienen el derecho y el deber de evitar que lleguen a los miembros de la Obra escritos, cartas, etc., que, de algún modo, puedan causar daño a quienes las reciben, vengan de donde vengan. Por esto, entregar una carta abierta, o haberla leído antes, no constituye nunca una prueba de desconfianza: manifiesta sólo el deseo de evitar un perjuicio, una razón ascética o una medida práctica de ayuda en la labor de formación espiritual". (Glosas de San Miguel/ Correspondencia, pág. 86).

Y a continuación sigue diciendo:

"Quienes llevan poco tiempo en la Obra agradecen que los miembros del Consejo local se preocupen con cariño -es parte de la tarea de formación- de leer las cartas que reciban: para poder orientarles, y darles el oportuno consejo espiritual o apostólico". (Glosas de San Miguel/ Correspondencia, pág. 86).

Estimada Macodsa, por a, por b o por c, tus cartas fueron leídas antes de que llegaran a la destinataria. El Opus es así de respetuoso con la intimidad de los demás y de los suyos.

Saludos, Compaq


 

(de Galileo) Para Macodsa

Efectivamente, el criterio era, y creo que sigue siendo, que el director lee todas las cartas -no profesionales- que reciben y envían los del centro. Aunque esto se justificaba por el bien de esas personas, de modo que así se conocían mejor sus circunstancias (familia, amigos...) y se las podía ayudar y orientar para vivir mejor la "vocación" en esas relaciones, la verdad es que -una vez más- el auténtico motivo era el miedo y la desconfianza que tiene el opus Dei a todo lo que sean ámbitos de libertad personal fuera de su estricto control. El opus Dei le tiene miedo a la verdadera amistad, a aquella que dura toda la vida, la considera un una fuente de malas influencias, de contraste de opiniones, de confidencias fuera de lugar... Por eso le interesan las amistades "rápidas" de usar y tirar: o dentro o fuera, es decir si el "amigo" sirve adentro y se acabó la amistad, y si no sirve afuera y lo mismo. Para un "amigo" que interesa al opus Dei todos los medios son pocos: planes, llamadas..., en cambio si no interesa las pegas son continuas, y por tanto esas amistades no suelen prosperar. Por eso cuando uno se sale, si ha hecho las cosas "bien", como ellos mandan, se encuentra sin amigos, como le ha pasado a Estela, a la que aprovecho para enviar todo mi apoyo y un abrazo muy fuerte.

Es cierto que en el tema de las cartas el criterio era más discrecional cuando se trataba de personas mayores, de "confianza", aunque se les inculcaba que debían dejarlas abiertas en la mesa del director y éste las abría aunque no las leyera, como prueba de sometimiento y humildad.

Por todo lo dicho y lo que cuentas es absolutamente seguro que tus cartas fueron leídas por la directora de turno y probablemente, si ibas por un centro, su contenido era más o menos conocido por el resto del consejo local y por el sacerdote. Es posible que incluso en alguna tertulia -con la excusa del apostolado- se contaran detalles de tu vida privada, en principio sin llegar a cuestiones muy íntimas. Además, en las reuniones del consejo local, donde se hablaba de la labor de san Rafael (apostolado-proselitismo), si se entraba en detalles de cada persona, con la participación del sacerdote, llegando incluso a cuestiones de la intimidad personal y de la propia conciencia, como por otra parte se hacía en las reuniones en las que se hablaba de cada uno de los del centro.

Lo siento Macodsa, pero efectivamente tu intimidad fue "violada". Si te sirve de alivio lo tuyo seguramente no quedó escrito en ningún lado, pero en el caso de los que son miembros del opus Dei si queda constancia escrita -sin su consentimiento- de aquello que cuentan "confidencialmente" en esa charla "espontánea" con el laico que lleva su dirección espiritual. No te enfades mucho con tu amiga, porque ella también es víctima de esa forma de actuar, más bien hazle ver con delicadeza que lo que ha hecho no está bien. Dile que esa forma de manipular a las personas y desvelar el secreto confiado por un amigo es siempre inmoral, no existe justificación posible. Aunque rechace tus explicaciones, probablemente algo le quedará dentro, e irá madurando la única decisión posible: salirse para no seguir cometiendo esos atropellos.

Como siempre, un fuerte abrazo a todos,

Galileo


 

(De Guttemberg) Las cartas y el derecho a la intimidad.

Leyendo el relato de Macodsa, "Necesito saber la verdad", publicado el lunes 31 mayo, se me han venido a la cabeza dos 'anérdotas' (que diría Satur) que me sucedieron al poco de ingresar en el Centro de Estudios.

El año anterior a mi incorporación al Centro de Estudios ya viví como "adscridente" (es decir, adscrito-residente), en un centro de una conocidad ciudad universitaria española, cercana a mi ciudad natal. A esa ciudad llegábamos gran parte de los que un año antes habíamos compartido aulas en el único Instituto de Bachillerato que por entonces existía en la ciudad. Por tanto nos reuníamos y nos veíamos con frecuencia casi todos.

Bien, pues llegó el momento de marchar al Centro de Estudios (CdE) una vez terminado mi primer curso de la carrera, previo paso por el semestre que se hacía en un colegio de esos de Fermento (de los que Satur ya nos ha hablado) todos allí apretujados e incómodos, etc... Pues nada, allí transcurrieron los días, y en estas que en un rato libre (de los que se tienen muy poquitos), me llaman al orden el director y el cura del CdE y me invitan a que leyera una carta con letra de chica (que yo reconocí al instante) y que les dijera qué impresión me había causado. La verdad que la carta no me causó mucha impresión (algún día desvelaré algo sobre su contenido, algo fuerte, la verdad, y contaré la historia de esta chica), pero lo que sí me dolió es que esos dos mostrencos la leyeran de cabo a rabo y la usaran como arma arrojadiza contra mí (que si qué hago yo tonteando con chicas, que quien era esa, que si me había acostado con ella, que las tías no merecen la pena, que me olvidara de ella, que no se me ocurriera escribirla, y que rompiera la carta...). La verdad es que lo pasé mal, porque esa chica era una gran amiga mía desde hacía varios años. El caso es que desde entonces no dejaron de marearme durante los dos años del CdE con esa historia, y alguna más que no viene al caso.

Una vez que acabó el semestre y ya instalados en la sede del CdE (que para mi más que sede se convertiría posteriormente en una cárcel auténtica) una vez más el director me llama y me enseña un sobre de estos acolchados en los que se envían libros, disquettes, etc... y su contenido. Un disquette y una carta. La carta de uno de esos amigos (posiblemente de los mejores que tengo en la actualidad) de mi ciudad de origen con los que más relación tuve el año anterior a mi incorporación al CdE. El disquette era un programa de ordenador que le había pedido a este chico. Este buen hombre, muy simpático y con la picardía y la sorna normal de un tipo de 19 años me escribía en la carta que qué tal me iba en mi nueva ciudad y que si ya había vuelto locas a todas la pibitas que allí habitaban, que seguro que había revolucionado al personal femenino, etc..., siempre en un tono jocoso y nada burdo, ofensivo o fuera de lugar. Este chico no está bautizado y del opus sabe lo que yo le he contado. Es un tipo estupendo, al que tengo el cariño de un hermano. Pues el director en una clara demostración de aquí estoy yo para juzgar a vivos y muertos, aunque no los conozca de nada, me dice que como me carteo con estos amigotes, que tengo que seleccionar más al personal, que este tío era un maleducado que no se entera de nada, que era un frívolo, que con que clase de gente me juntaba cuando iba a casa de mis padres,... Le puso a caer de un burro.

Si en el primer caso me callé agaché la cabeza y no repliqué, aquí no me pude callar (creo que desde este momento el capullo de director me la tuvo jurada durante dos años) y le dije que era uno de mis mejores amigos, le conté varias cosas suyas, etc.. y el tío erre que erre me dijo que tipos así no merecen la pena.

Bien, no le hice ni p... caso, gracias a Dios, y seguí manteniendo mi amistad con él (de este chico tengo un peasssoo anéldota que vais a flipar todos cuando la cuente otro día).

El caso es que le dije al director que me jod.. mucho que me leyeran las cartas y que encima criticaran a quien escribe sin conocerle, etc.. Ahí queda eso, tampoco a mi me hicieron mucho caso, pero a mi madre sí, ya que cuando se enteró de que me leían las cartas, tanto las que yo les enviaba, como las que recibía, un día dejó constancia al director de que las cosas que me escribían mi padre y ella eran sólo asunto nuestro y que no las volvieran a leer ni a abrir. La bronca me cayó como era de esperar por contarles esas cosas que "desasosiegan la paz interior de nuestros padres y que como tal van contra el dulcísimo precepto del decálogo", etc.., eso sí, no volvieron a abrirme ni una ni yo tampoco tuve que dejar las cartas que les escribía a mis padres en la bandeja del correspondiente director de grupo para que él las echara al correo tras leerlas. Supongo que muchas que creí enviar a mis amigos no llegaron nunca, aunque me cuidase de ser políticamente correcto (viva una vez más la espontaneidad con los amigos y demás familia).

Pues todo esto al hilo de tu escrito, Macodsa, para que veas que es cierto eso de que te leen las cartas, y no sólo las que recibes sino también las que envías, por lo que alguna directora (más digna de Radio Patio, que de un centro del opus) sabrá de ti más que tu propia madre. A mí me dejaron de leer las cartas una vez salí del CdE, si bien, antes de dármelas el director del centro de turno revisaba los remites por si las moscas. O sea, que libertad, pero a medias.

Al hilo de todo esto, y antes de concluir con el relato, daré la definición que de "numerario" realizó un ídem que hizo conmigo el Centro de Estudios y que, según mis últimas noticias es director de un centro de San Rafael: "Un numerario es aquella persona que no tiene Derechos Fundamentales". Y no le faltaba razón al bendito que por aquel entonces era bastante ingenuo a sus 18 añitos.

Espero no haberos cansado y que os hayan sido de utilidad las 'anéldotas'.

Un beso a todas y un abrazo a todos.

Guttemberg



(de Otaluto)

Querida Macodsa, no puedo decirte si tu intimidad ha sido violada, pero si contarte mi experiencia. Hasta hacer la "fidelidad", creo que son 7 años, recibí toda mi correspondencia abierta y entregué la propia para su correspondiente lectura antes de ser enviada. Cuando al principio me enteré de que así eran las cosas fue una gran sorpresa, ya que consideraba que el correo, como la conciencia, debe ser inviolable. Sin embargo accedí a vivir esta práctica porque lo contrario se considera inadmisible en un numerario, y la alternativa en estos temas termina siendo que te marches. Puedes estar segura que esta es la practica corriente en el opus dei.

Querida Ana Azurmendi, aprovechando que tiendes un puente de dialogo, podrías confirmar lo que digo en el párrafo anterior? Estoy seguro de que tu carácter de miembro de la obra servirá para echar luz sobre muchos temas, en los que quizá hayamos dejado de ser imparciales o nuestra memoria falle. Es bueno tenerte con nosotros. Bienvenida!

Paz a todos.

Otaluto.


 

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