¿Se
respetan los Derechos Fundamentales?
IVÁN, 27 de junio de 2004
El hombre es hijo de sus obras.
Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes.
Respondiendo a quienes intentan demostrar la bondad del Opus
Dei porque ellos son muy felices dentro:
Me alegro mucho por vosotros de que hayáis llevado
una vida tan feliz en el Opus Dei, pero desgraciadamente eso
vale de muy poco para saber lo que en realidad es la Obra
(ser muy feliz en un grupo no sirve como criterio de bondad
para ninguna institución) puesto que miembros felices
los hay hasta en la sociedades más depravadas. ¿O
acaso creéis que entre los asesinos de los campos de
exterminio no hubo algunos que fueron muy dichosos por formar
parte de esa institución? Seguro que los hubo.
Una sociedad no es buena porque algunos (o muchos o casi la
totalidad) de sus miembros estén contentos en ella;
a una sociedad se la puede empezar a considerar como buena
cuando institucionalmente respeta todos los derechos humanos
fundamentales.
Lo que escribo a continuación no lo hablo por otros,
ni por lo que he oído o leído, sino que es fruto
de mi propia experiencia durante casi 35 años dentro
de la Obra.
Para empezar, en la Obra hay dos verdades, una para utilizar
con los miembros y otra para los de fuera; una que justifica
algo para que parezca santo y otra que es muy opuesta.
Por ejemplo, cuando yo pité (escribir la carta de admisión
a la Obra) me dijeron que las sucesivas incorporaciones al
Opus Dei (las jurídicas) eran obligaciones administrativas
que la Iglesia exigía y a las que a la fuerza había
que someterse, pero que desde el momento en que se pitaba
se era ya del Opus Dei y para todos los efectos. Al rato,
el director con el que acababa de escribir la carta de admisión
me dice que por un tiempo no les cuente a mis padres que soy
de la Obra y que si ellos me lo preguntan les diga que no
lo soy; al ver mi cara de extrañeza me añade
que contándoles eso no les mentía, porque en
realidad yo no era de Opus Dei hasta que la Iglesia no lo
reconociera oficialmente (incorporación jurídica).
¿Era o no era de la Obra? Pues para quienes a ellos
les convenía sí y para quien les estorbaba no.
Utilizan lo que llaman la "corrección fraterna"
como medio muy eficaz para mantener el dominio sobre sus miembros.
La fundamentan, como verdad externa, en la frase de Jesús
según la cual si ves un pecado en tu hermano debes
corregirle. Ese medio es en apariencia una buena práctica,
pero veamos como se utiliza, para conocer otra realidad oculta.
Una vez vista una falta en otro miembro, algo que te parece
no estar de acuerdo con el espíritu de la Obra, has
de contárselo a su director quien tiene la última
palabra para que le corrijas o no. Es decir:
1 - Casi nunca corriges pecados normales (los que todo el
mundo entiende por pecado) sino que se utiliza sobre todo
para aquello que no es afín al espíritu de la
Obra (que previamente te han mentalizado cual es).
2 - Bajo la verdad externa de que se consulta al director
de la otra persona, para que sea él quien juzgue la
procedencia de esa corrección, subyace otra realidad
que es que así los directores siempre pueden mantener
un control de la conducta de sus dirigidos al estar permanentemente
informados sobre lo que hacen y dicen que pueda ser disonante
con la Obra. Con la corrección fraterna los ojos de
todos los miembros de la Prelatura se convierten en los de
tu director inmediato, quien a su vez, si procede, informa
al director superior (por lo que de una falta que cometas
hoy, el Prelado puede tener mañana un informe sobre
la mesa de su despacho).
Voy a poner un par de ejemplos de correcciones fraternas tomadas
de mi propia vida.
En una ocasión comenté ante varios que me gustaba
mucho el libro "Juan Salvador Gaviota" de Richard
Bach. Un par de horas más tarde me hicieron una triple
corrección fraterna: Porque no había mirado
ese título en el índice interno de libros que
la Obra lleva, puesto que allí se indica que no se
puede leer. En segundo lugar, por haberlo leído sin
las prevenciones oportunas de conocer antes si podía
hacerlo, lo que podría haber perjudicado a mi alma.
Por último, por escándalo a los demás,
por la publicidad dañina que hice de él ante
quienes no deben leerlo y a los que mis palabras les podrían
llevar a pensar que era bueno, dando ellos por supuesto que
yo lo había comprobado previamente (en ese índice).
Otro caso. Los agregados teníamos una meditación
un día fijo a la semana, seguida de una tertulia durante
la cual el sacerdote (el designado para nosotros) nos iba
confesando sucesivamente (íbamos a él según
el orden de colocación en la tertulia). Pues bien,
en una ocasión no me confesé allí en
dos semanas consecutivas. Nada más terminar la tertulia
del segundo día, me vino uno para hacerme la corrección
fraterna de que había que confesarse semanalmente con
el sacerdote establecido y que si en alguna ocasión,
por motivos de fuerza mayor, lo hacía en otro lugar,
que después de la meditación, cuando me llegara
el turno, me pasara a saludar al sacerdote (aunque no me confesara)
para así no causar escándalo en el resto, que
se daban cuenta de que yo no me había confesado.
La gente entra en la Obra sin saber los términos específicos
de su entrega; después, poco a poco, se les crea una
tupida red de miedos, culpas, fobias y temores (sobre todo
a perder la felicidad temporal y eterna si dejas el Opus Dei)
lo que permite enajenarles con facilidad de muchos derechos
fundamentales. Por ese medio, a grandes rasgos, a los miembros
del Opus Dei (en especial a los numerarios y agregados) se
les expolian los siguientes derechos:
1 - Derecho a la libre información y a su intimidad
personal: Diciéndoles lo que pueden de leer o no, los
programas de televisión que pueden ver o no; les leen
la correspondencia que reciben y envían, etc.
2 - Derecho al pensamiento libre: Obligándoles a no
tener la mínima duda sobre su vocación: "De
la vocación no se puede dudar, es intocable",
te repiten desde que pitas. A suprimir cualquier crítica
sobre la Obra o sus directores (por ejemplo, es algo grave
y que atenta contra la unidad del Opus Dei comentarle a otro
que te agradaba más el director anterior que el actual),
etc.
3 - Derecho a la conducta libre: Controlándoles amistades,
esparcimiento, adónde pueden ir o no; impidiéndoles
asistir a espectáculos públicos; exigiéndoles
confesarse semanalmente (con o sin pecados) con el sacerdote
del centro, imponiéndoles el director espiritual (que
es un laico independiente del confesor), obligando a que esa
dirección espiritual sea cada semana (porque te buscan,
persiguen y fuerzan a tenerla si tú no vas dócilmente
a ella), imponiendo que a ese laico le cuentes todo, todo,
todo, y en especial y en primer lugar lo que te molestaría
contar (aunque ello sea algo tan tonto como que has deseado
entrar en un cine a ver Heidi), etc.
4 - En lo económico te fuerzan a un estado de indigencia
total: En vez de agradecerte el dinero que das al Opus Dei,
te dicen que el sueldo que cobras, desde antes de recibirlo,
ya no es tuyo sino de la Obra, quien como "buena madre"
vela por ti y te da lo que necesitas para subsistir (que ella
previamente ha aprobado). Has de apuntar todos los gastos
que realizas, hasta el más mínimo, y entregárselos
al director en los cinco primeros días de cada mes.
Con cualquier bien mueble (el coche) o inmueble que ha de
figurar a tu nombre has de firmar un contrato de venta en
blanco (sin datos del comprador ni fecha de venta) para que
en cualquier momento ellos puedan rellenar esos datos y cambiarlo
de dueño (lo hacen así para no cargar fiscalmente
a la Obra, porque si no directamente te quitarían su
propiedad). ¡Buen truco para que ante los de fuera parezca
que tienes algo! Y cuando dejas la Obra te marchas sin nada
(cuando lo haces no te dan ni para el metro). ¡Buen
truco para mantenerte atado dentro!
5 - Derecho a los sentimientos libres: Sólo puedes
poner el corazón en la Obra y en lo que a ella le conviene.
Por ejemplo, has de amar al Prelado (a quien te hacen llamarle
Padre, lo que sustituye en ti al que te dio la vida), a quien
nunca has tratado, con el mismo cariño humano que sientes
por tu propio padre o madre, etc.
6 - Derecho a una madurez humana y psicológica equilibrada:
En el trato personal con el resto de los miembros has de evitar
las fricciones, siempre has de sonreir, has de mantener una
máscara de felicidad permanente. Si algo te molesta
de otro has de hablarlo con el director y si procede recurrir
a la corrección fraterna, nunca al planteamiento personal
directo. Eso te lleva a vivir una intimidad de "invernadero",
ficticia, que notas muy claramente cuando sales de la Obra
y has de crear una relación de pareja, en la que te
sientes como un extraterrestre.
Por otra parte, dependes de ellos hasta en lo más mínimo.
Has de comprar ropa acompañado de otro. Todos tus gastos
te los han de aprobar antes de recibir tú el dinero.
Has de consultarlo todo (te dicen que el director tiene gracia
de estado por lo que tú nunca te equivocas obedeciendo)
lo que te hace ser un dependiente psicológico. En la
obra te permiten desarrollar facetas intelectuales (que no
choquen con ellos) pero no los sentimientos y la independencia
psicológica.
7 - Derecho a tener amigos dentro de la Obra y a continuar
la amistad con los que lo eran tus amigos antes de incorporarse
a ella: En el Opus Dei está establecido institucionalmente
que no han de existir amistades particulares. Lo que ellos
llaman amistad particular es lo que todo el mundo entiende
como amistad a secas. No puedes tener un amigo de la Obra
en quien confiar lo que tú desees y pensar que después
te guardara el secreto, puesto que la corrección fraterna,
de la que hablé antes, lo impide. Cualquier cosa que
cuentes a otro puede acabar en el director y si es algo sobre
discrepancias con la institución (aún mínimas)
o dudas de vocación, seguro que acaba siendo escuchado
por el director.
Cuando un amigo tuyo pita has de dejar de ser amigo de él.
Como suena, por decreto tenéis que dejar de ser amigos
porque hay que emplear esas energías en buscar otros
amigos para acercarlos a la Obra. Para facilitarlo os separan
cuanto antes, trasladando a uno de los dos a otro centro.
A ese expolio de la amistad ellos lo llaman entregar los amigos
a Dios, pero en realidad lo que busca es que su poder de manipulación
no se diluya. Al no poder comunicar con nadie de dentro tus
inquietudes (y menos con los de fuera), siempre estarás
al arbitrio de lo que los directores te digan. Las cosas íntimas
se consultan con el director, te dicen, y de esa manera se
aseguran que recibas sólo las campanadas que ellos
tañen. (Por lo mismo, tampoco pueden estar en el mismo
centro dos hermanos de sangre, si ambos son de la Obra.)
La amistad en la Obra es sólo un instrumento para captar
a la gente. Nunca para el enriquecimiento personal de sus
miembros. Por eso los que pensabas que eran tus amigos en
cuanto te vas de la Obra te ignoran: porque en realidad nunca
han sido tus amigos.
Si eres de la Obra y quieres mantener un amigo, has de evitar
que pite.
8 - Derecho a elegir la vocación a la Obra: Tú
no eliges a la Obra, es ella quien te elige a ti. Te acercas
a la Obra en busca de espiritualidad y por el buen ambiente
humano que allí se respira y cuando menos te lo esperas
aparece el numerario de quien eres amigo y que te llevó
allí, el director, el cura y quien imparte los círculos
(un medio de formación) y todos a una te plantean que
tienes una vocación que tú no acabas de ver
clara y terminas pitando, más que nada, para descansar
de esa presión psicológica.
Es imposible que una persona elija su vocación a la
Obra porque ellos no la muestran en sus detalles importantes;
a ti tan sólo te cuentan que por Dios has de entregarlo
todo y que se materializará tal y como ellos te dirán
después (pero nunca piensas que en ese "todo"
que das se incluyen derechos inviolables). Por lo tanto, si
tú no puedes saberlo han de ser ellos quienes vean
si les sirves o no y en caso afirmativo quienes te empujen
adentro.
9 - Derecho a elegir salirte de la Obra: En realidad, la expoliación
de todos los derechos enumerados en los otros apartados buscan
este fin. Lo único que a la Obra le importa es llenarse
de gente que les sea útil y que les duren hasta la
muerte. Para conseguirlo hacen lo que haga falta, incluyendo
que el fin justifique los medios.
10 - Derecho al dialógo sobre la Obra: Parece como
si para ellos el Opus Dei además de traducirse como
"La Obra de Dios" también significara "La
Obra es Dios", puesto que dialogar lo entienden como
dar las vueltas que haga falta y durante el tiempo que sea
preciso hasta lograr que el otro termine aceptando totalmente
lo dicho por ella, sin ellos ceder un ápice ni reconocer
un error.
"Toda institución en la que intervienen los hombres
es imperfecta", decía el Fundador del Opus Dei
refiriéndose a la Iglesia, y tenía toda la razón
del mundo, por eso la Iglesia se abre al diálogo. ¿Y
la Obra no es imperfecta?
11 - Otro derecho humano vulnerado (que lo pongo al final
no por considerarlo el menos importante sino porque alguno
ha de cerrar la exposición) es que aplican esa violencia
espiritual y psicológica en jóvenes que por
su inmadurez están incapacitados para discernir y reaccionar.
A partir de los 14 años y medio pueden pedirte pitar.
Yo tenía 15 años cuando pité. (Para más
información leer mi
carta de fecha 16 junio pasado en donde ahondo en
alguno de estos temas.)
Termino repitiendo la idea del principio: Encontrarse muy
feliz en un grupo no es indicativo de su bondad, para saberlo
hay que comprobar si ese colectivo institucionalmente respeta
todos los derechos humanos fundamentales.
12 - Como haré ver más adelante
con un aspecto muy significativo, para el Opus Dei los derechos
adquiridos por sus miembros a través de la Prelatura
sólo existen mientras benefician a la Obra (directamente
y exclusivamente) y les son enajenados en cuanto no es así,
sin temblarle el pulso por el perjuicio que ello produce en
el individuo, en la sociedad y en la Iglesia Universal.
Muchos numerarios y agregados hemos aprobado dentro de la
Obra los estudios eclesiásticos oficiales del Iglesia
(menos una asignatura menor que la Obra no te deja cursar
excepto en el caso de que te vayas a ordenar como sacerdote
de la Prelatura).
En el mes de permiso anual del trabajo los agregados se desplazan
a los lugares que les asignan los directores para permanecer
durante 25 días en lo que se llama internamente como
"curso anual", porque allí se cursan asignaturas
de filosofía y teología. Mientras que el resto
de sus compañeros, que no son del Opus Dei descansan,
los de la Obra continúan trabajando, en este caso estudiando
y con intensidad.
Esas asignaturas son idénticas a las que la Facultad
de Teología de la Universidad de Navarra imparte públicamente
en sus aulas de Pamplona; universidad que es de la Iglesia
y de la que la Iglesia es la última responsable por
ser "suya". Por supuesto, esas clases son dictadas
por profesores cualificados por la citada universidad.
En esos cursos anuales, conforme los alumnos van cursando
las asignaturas, se realizan los exámenes pertinentes
en los que hay que obtener una calificación de notable
o sobresaliente para superarlas. Esa es la única diferencia
que existe con los exámenes que se realizan en las
aulas públicas de Pamplona en donde a los alumnos matriculados
allí les basta con obtener la nota mínima de
aprobado para pasar cada materia.
Esa diferencia con los miembros de la Prelatura radica en
el empeño que el Fundador del Opus Dei tenía
de que los de la Obra estuviéramos más cualificados
que los demás en esas materias, por lo que estableció
que en todas las asignaturas eclesiásticas que cursara
un miembro de la Obra debían obtenerse calificaciones
de notable o sobresaliente para considerarlas como superadas.
Al final de cada curso anual se realizan las actas oficiales
de cada materia en donde figuran aquellos alumnos que las
han rendido, son firmadas por los respectivos profesores y
se remiten a la Universidad de Navarra (en algunas ocasiones
yo he escrito a máquina esas actas, en las que están
en latín tanto el texto como todos los nombres incluidos
en ellas, y se las he pasado después a los profesores
para que las firmen).
En determinadas ciudades también se cursan esas asignaturas
durante el resto del año (hablo de España).
De esa manera, poco a poco, año tras año, finalicé
esa carrera universitaria. Son unos estudios tan, tan, tan
oficiales que de un día para otro me podría
haber ordenado sacerdote dentro de la Obra (en lo que respecta
a los estudios que la Iglesia exige para ello, puesto que
esa asignatura menor que me faltaba por terminar, de la que
antes hable, se rinde en menos de una semana de estudio).
O sea, que sí me voy a ordenar como sacerdote del
Opus Dei hay una universidad con reconocimiento público
(civil y ante la Iglesia) que es la Universidad de Navarra
que admite que yo he realizado todos los estudios eclesiásticos
que ella imparte, puesto que me ha examinado de todas las
asignaturas que componen esa licenciatura y en las cuales
la nota mínima que he obtenido ha sido de notable.
Veamos lo que ocurrió cuando me fui de la Obra. Solicité
un certificado de esos estudios y me respondieron que no me
lo podían dar porque son "estudios internos que
sólo sirven dentro de la Obra".
Hay una realidad: Yo tengo aprobadas las asignaturas de la
licenciatura eclesiástica en filosofía y teología
por la Universidad de Navarra.
Ante este hecho la Obra aplica dos "verdades":
1 - Que ese derecho existe para ordenarte sacerdote dentro
de la Prelatura (con lo que admiten que lo poseo).
2 - Y la otra, una "verdad falsa" de que son "estudios
internos que sólo sirven dentro de la Obra" (que
la Obra quiere hacer pasar como verdadera con el subterfugio
mental de crear unas palabras que sustituyan a la realidad),
lo que, sin temblarles el pulso, les permite enajenarte de
un bien únicamente tuyo y arduamente adquirido con
un esfuerzo continuado durante muchos años (en el tiempo
en que los que no son de la Obra, como antes dije, descansaban
de su trabajo habitual).
Hay que considerar que el expolio de ese bien produce los
siguientes perjuicios:
1 - A las personas damnificadas. Puede servir para incluirlo
en su currículum profesional para mejorarlo y poder
obtener puestos de trabajo más cualificados. Al ser
un título universitario te priva de los beneficios
de su ejercicio, como puede ser dar clases de filosofía
o religión. Hay muchos agregados sin otra titulación
universitaria y de esa manera se les priva de ser universitarios
de grado superior, etc.
2 - A la sociedad civil, puesto que la priva del bien que
puede obtener de personas poseedoras de esa cualificación.
3 - A la Iglesia Universal, al expoliarla del beneficio que
sus hijos pueden revertir en ella si disponen de esa titulación
(a la que esas personas tienen derecho, todo el derecho del
mundo) cómo puede ser, además de lo anteriormente
visto para la sociedad civil, disponer de la capacidad de
ordenarse sacerdote en cualquier diócesis del mundo
sin necesidad de tener que realizar de nuevo esos estudios.
Tengo constancia de que un exmiembro de la Prelatura decidió
ordenarse como sacerdote en una diócesis de España
y tras reiteradas instancias a la Obra por parte de su obispo
le fue entregado un certificado de los estudios eclesiásticos
cursados por él mientras perteneció al Opus
Dei (con lo cual se ratifica todo lo que estoy diciendo aquí:
que dicha persona había realizado esos estudios y que
hasta ese momento la Obra se negaba a reconocerlo); esa situación
que la Obra hace ser excepcional se corresponde, por el contrario,
con un derecho inalienable de las personas que no puede ser
manipulado por nadie.
No es justo tener que suplicar a otros la limosna de un bien
que por derecho nos corresponde (y que se niega a entregar).
Analicemos lo que ese comportamiento de la Obra nos dice
sobre sí misma:
1 - Que no les importan los derechos de las personas, tan
sólo existen los derechos de su institución.
2 - Que no les importa el bienestar de las personas, tan
sólo existe el bienestar de su institución.
3 - Que no les importa el bien de la Iglesia Universal, tan
sólo existe el bien de su iglesia particular.
4 - Que fuerzan a que una universidad pública (como
la de Navarra) tenga un "sótano", oculto
a la mirada de todos, en el que se guardan los expedientes
de los estudios realizados por los miembros de la Prelatura,
para poder utilizarlos ellos a su gusto como si fueran de
la Obra en vez de quien los estudió.
5 - Como la Iglesia es la última responsable de esa
universidad (por ser una universidad de la Iglesia) con esa
expoliación de derechos adquiridos por las personas
están haciendo que sea la Iglesia Universal quien cometa
ese atropello.
6 - Que no les importa el bien de la sociedad, mientras que
no sean ellos quien les suministre ese "bien" y
manufacturado a su capricho.
7 - Que se demuestra, una vez más, que para el Opus
Dei el fin justifica los medios.
8 - Que ante los talentos de sus miembros la Obra dice: "O
para mí o para nadie".
Por supuesto, todo lo dicho con anterioridad es válido
también para aquellos que hayan realizado esos estudios
parcialmente (que hayan aprobado diez, veinte o tan sólo
una asignatura) ya que el derecho del que hablamos es el mismo
en todos los casos.
Una idea repetida en las meditaciones y charlas que se dan
dentro de la Obra es que la vocación al Opus Dei es
tan importante y tan grande que muy posiblemente Dios no nos
habría creado si no hubiera sido porque nos iba a conceder
esa vocación; y consecuentemente a ese pensamiento
actúan cuando te marchas del Opus Dei: Cómo
te vas --parecen decirte con sus obras--, te retiramos la
existencia de todo aquello que está en nuestra mano
porque así actuaría Dios en nuestro lugar.
Si yo no hubiera sido del Opus Dei y alguien me cuenta lo
que estoy escribiendo, sin darme el nombre de la sociedad
que actúa así, sin dudarlo habría dicho
que se trataba de una estructura comunista, puesto que en
las entrañas de la filosofía del comunismo está
que las personas carecen de derechos individuales a costa
de la institución que las gobierna, que los posee todos
y en exclusiva.
Imaginemos que al Fundador del Opus Dei le hubiera dado porque
todos los numerarios y la mayoría de los agregados
estudiaran en la Universidad de Navarra, además de
la carrera Eclesiástica, las de Derecho y Medicina
con una nota mínima de notable en cada asignatura y
que muchos hubiéramos finalizado las tres carreras.
Al salirnos de la Obra habríamos tenido que dejar también
de ser abogados y médicos, profesiones que pudimos
ejercer durante el tiempo que estuvimos dentro del Opus Dei
pero no al marcharnos puesto que al ser "estudios internos
que sólo sirven dentro de la Obra" en el momento
de dejarla nos habrían negado esos títulos universitarios.
¡Y entonces a trabajar solamente como picapedreros en
las minas de carbón!
Nota aclaratoria
Estimada Carmen
Charo:
He leído tu cariñosa carta de ayer en la que
entre otras cosas me decías: "Sólo comentarte
que yo pedí el certificado de mis estudios internos
de filosofía y teología, con el fin de poder
dar clases de religión en institutos y si me los mandaron
con todos los sellos y firmas de la Universidad de Navarra.
Quizá dieras con una persona un poco cerril, de las
que contestan a todo que no por sistema. Puedes volver a intentarlo."
Me has mostrado algo que yo cuento que no concuerda con tu
experiencia y te lo agradezco de todo corazón. No hay
nada que me pueda hacer más feliz que alguien me indique
que alguna de las cosas que aquí escribo ya no son
así. Quizás alguno podría pensar que
yo no amo a la Obra, está muy equivocado si opina de
esa manera. Precisamente el amor a esa Obra tan maravillosa
que me mostraron antes de pedir la admisión y la que
realmente me he encontrado después es lo que me hace
testimoniar sus incoherencías. Ese amor al genuino
Opus Dei, al que no es y debería ser, continúa
dentro de mí. Nada me haría más dichoso
que tener que rectificar en todo lo dicho sobre la Obra porque
ya no existiera ninguna versión alternativa que aportar
a la que ella da sobre sí misma. Pero desgraciadamente
no es así.
Cuando escribo sobre el Opus Dei siempre lo hago basándome
en mis experiencias personales dentro de él, en lo
vivenciado directamente por mí. Procuro separar lo
personal (las particularidades de sus miembros) con lo institucional.
Gente loca, retorcida, rara... la hay en todas partes y no
es justo hacer cargar con sus faltas a las instituciones a
las que pertenecen (cuando son defectos puramente personales).
Tampoco sería justo deducir consecuencias sobre la
base de un error en el que una institución caía
años atrás y que hoy ya ha superado.
Por ejemplo, si tras 35 años que he estado en el Opus
Dei yo leyera en está página u oyera a cualquiera
decir que la Obra fuerza a sus miembros a votar a cierto partido
político, saltaría sobre esa persona como una
cobra e inmediatamente le aclararía que el Opus Dei
nunca, nunca, nunca, ni directamente ni con cualquier otro
tipo de presión, psicológica o de otro orden,
me ha inducido a votar, a no votar o a hacerlo a determinado
grupo político. Esa actuación reiterada muestra
que es algo institucional: no sólo lo predican sino
que lo viven (aunque en determinado momento pueda haber algún
chalado que a nivel personal no lo cumpla, pero la Prelatura
se encargaría muy pronto de corregirle).
El caso que nos ocupa es especial, pues de un hecho concreto
hay que discernir si es una cuestión personal o institucional.
No puedo recurrir a otros datos de mi experiencia por ser
algo único: yo pedí a determinada persona un
certificado de los estudios internos de la Obra y me dijo
que no me los podían facilitar porque tienen un valor
"sólo interno".
Tú me dices que a ti sí te lo dieron, estamos
ante mi misma situación, pero al revés: ¿te
lo concedieron porque les caías bien (cuestión
personal) o porque en el momento en el que tú los solicitases
la Obra ya se lo concedía a todo el mundo (actuación
institucional)?
Para dilucidar la situación no me sirve el consejo
que me das de que lo pida de nuevo (por lo menos por ahora),
ya que si me lo conceden no sabría si lo hacen a nivel
personal (para hacerme ver que lo que he escrito sobre el
tema es falso) o porque se lo dan a todo el mundo que lo solicita.
A la fuerza he de recurrir a otros testimonios ajenos, puesto
que lo que de ninguna manera deseo, ni remotamente, es perjudicar
al Opus Dei con falsedades.
Lo primero que he hecho ha sido telefonear a dos exmiembros
para recabar su experiencia al respecto y ¡confusión!,
¡confusión!, ¡confusión!: "¿ah,
pero se podían pedir?", "daba por
supuesto que sólo valían en la Obra",
"con lo que me costó salir de allí iba
a estar yo entonces cómo para pensar en pedir esos
certificados", "si te enteras que los conceden
me lo dices para solicitarlos yo"...
Ese estado de confusión sí que es institucional,
porque si no fuera así todos tendríamos claro
lo que la Obra piensa y hace al respecto.
Como segundo paso recurro a los testimonios escritos.
Carmen Tapia, en su libro "Tras
el Umbral", cuenta como le negaron reiteradamente
certificados de los estudios internos que realizó en
la Obra durante su permanencia en Venezuela; hasta que a título
personal un sacerdote del Opus Dei se los concedió.
Para ella además se añadía la gravedad
de que no disponer de esos documentos le implicaba ser expulsada
de Estados Unidos.
Para saber si continúan con ésa misma tónica
he buscado un testimonio más actual y el día
4 de junio de 2004, en esta web, Hormiguita
nos cuenta lo siguiente:
"Yo pedí a la obra una acreditación
de los estudios internos. La oficina de informacion de la
obra me comunicó verbalmente que no me acreditan los
estudios internos que hice. El motivo que me informaron es
que: hace ya muchos años desde que estudié,
y los planes de estudios eclesiásticos han cambiado
desde entonces. Por tanto, acreditar esos estudios ahora,
no tendria valor alguno. ... En fin, que el bienio de Filosofia,
y la Teologia queda en nada. Como un chiste. ...Creo que tenemos
derecho a que nos reconozcan los estudios que se hicieron."
¿Cómo explicar esas contradicciones? ¿Cómo
poder congeniar que algunas personas reciban esos certificados
y otras muchas no?
Creo que tengo una explicación. Reiteradamente he
puesto el dedo en la llaga de que la Obra maneja dos "verdades"
ante una misma situación. Una verdad para los fuera
y otra muy distinta para los de dentro; una verdad con la
que puedan justificar como santa otra realidad muy opuesta.
Pues bien, pienso que a ti y a algún otro os conceden
el certificado de los estudios internos para hacer ver ante
todos que efectivamente los dan y encubrir con ello que a
la inmensa mayoría nos lo niegan.
Imaginemos que alguien importante de la Santa Sede lee este
artículo sobre la violación de los derechos
humanos en que incurre la Obra al negar los certificados oficiales
de los estudios internos realizados y se presenta ante el
Prelado del Opus Dei para que se lo aclare. Entonces, el Prelado
abre un archivador y saca de él tu expediente y el
de algún otro a quienes os han facilitado ese certificado.
Después de ver eso, la persona importante de la Santa
Sede se vuelve muy tranquila al Vaticano con la idea clara
de que la Obra es perfecta e Iván un calumniador de
tomo y lomo.
Si algo le pido a la Obra es diálogo. En el momento
que alguien que represente oficialmente al Opus Dei escriba
aquí algo parecido a:
"En nombre de la Prelatura del Opus Dei os comunico
que podéis solicitar los certificados de los estudios
de filosofía y teología que cursastéis
durante vuestra estancia en la Obra y se os concederán
a todos, aunque sea tan sólo de una asignatura".
Ese día me retractaré públicamente de
todo lo dicho sobre este tema, pero mientras tanto no.
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