ARGUEDAS, José María: Los ríos profundos, 1958.

1. Novela realista, de carácter autobiográfico y técnica convencional, quizá con excesivas explicaciones etnográficas y lingüísticas. Se plantea un tema ya mítico en la literatura hispanoamericana: el indigenismo, con el problema de la convivencia de dos culturas, representadas, la primera, en Ernesto, y la segunda —el mundo occidental— en el colegio y su instrucción religiosa.

2. Ernesto es hijo de un abogado errante, siempre perseguido por enemigos políticos. Halla protección en una comunidad indígena hasta que el padre lo recoge y lo lleva consigo de pueblo en pueblo. Finalmente lo interna, en Abancay, en un colegio de religiosos. Desde ese momento describe recuerdos del pasado —de los diversos poblados indígenas— y la etapa de su vida en el colegio, cuyo ambiente es sombrío y muchas veces repugnante, con sus dos grupos de alumnos: los de espíritu puro —Ernesto, Palacios, Antero...—, y los de espíritu abyecto, como Lleras, Añuco y otros. El desarrollo del argumento pasa por la evocación de la época anterior al internado, con descripciones de gran riqueza poética, hasta la toma de conciencia de otros problemas entre sus compañeros de colegio, y los sucesos que ocurren en el exterior de la escuela. Uno de estos hechos es la batalla que se produce en el poblado contra los colonos y los soldados, en la que interviene Ernesto. Termina el relato con una plaga de piojos y el fin de la estancia de Ernesto en el colegio, que elige la vida bravía pero genuina de 'los ríos profundos'.

3. Desde una concepción animista del mundo, las descripciones que invaden la primera parte del libro, se identifican con la personalidad de Ernesto, un muchacho que encuentra su mejor amigo y compañero en la naturaleza, entre la gente sencilla de los poblados, que es donde él ha vivido con su padre hasta que es internado en el colegio.

En la escuela, los estudiantes son jóvenes que repugnan por sus costumbres aberrantes, hecho que contrasta con el esfuerzo —al parecer inútil— de los religiosos para educarlos bien. A la vez, se presenta a estos últimos como hombres rígidos, clasistas, injustos e interesados, que viven al margen de los problemas e inquietudes de sus alumnos. En este entramado, hace resaltar el autor la diferencia entre los indios y los blancos de forma radical: los primeros siempre son los desvalidos y oprimidos, y los segundos, poderosos e injustos. Su intención no es política sino mostrar la concepción tierna e ingenua del mundo, representada en el niño Ernesto en contraste con la de los religiosos, supuestos modelos del cristianismo. Entre éstos destaca el padre Linares, director del colegio, a quien tanto hacendados como campesinos acuden para pedir ayuda espiritual. Su figura es la del interesado que subordina la caridad y la justicia al mantenimiento del poder.

4. El autor muestra repetidamente a los religiosos en su intento por acercar a la Confesión a los muchachos, atormentados estos con la idea del pecado y llenos de terror hacia aquellos, por los azotes que en ocasiones les infligen y la falta de confianza que les inspiran. En la figura del Hermano Miguel —uno de los religiosos, querido por los alumnos por ser negro— se presenta la idea de una 'iglesia popular', dentro de los conceptos de indigenismo e indianismo.

J.A.—M.A.A-O.A.

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