CROCE, Benedetto: Breviario di estetica, Laterza, Bari 1982, 156 pp.

1. Recopilación de una serie de conferencias que el autor debía pronunciar en la Universidad de Houston. El propósito de Croce es ofrecer en sus lecciones "una orientación sobre los problemas capitales de la Estética" (p. 5).

2. La primera conferencia se titula "Che cosa è l'arte", y utiliza los mismos términos y conceptos que aparecieron en "Aesthetica in nuce", es decir, el arte como contemplación del sentimiento. Pone en relación explícita los temas clásicos de la universalidad y particularidad que toda obra de arte manifiesta, y realiza un estudio de la intuición estética, considerada como el momento y lugar propio del conocimiento de la obra de arte y como origen de la misma.

Comienza explicando lo que no es la intuición. El arte "no puede ser un acto utilitario", y no se puede confundir el arte con el placer; el arte puede producir placer, pero son cosas distintas. El arte "no es un acto moral", porque no nace como acto voluntario; por tanto se sustrae a todo juicio moral, en contra de las tesis tradicionales de la estética. Asimismo, el arte "no tiene caracteres de conocimiento conceptual", pues la intuición estética no distingue entre realidad e irrealidad. Se ha de tener en cuenta que, al hablar de "realismo conceptual" Croce está entendiendo este último según la concepción racionalista de la estética (Wolff, Baumgarten y Kant).

Este principio vital de la intuición estética no consiste sólo en el sentimiento (romanticismo) ni en la representación de la forma (clasicismo), pues el arte es una síntesis indivisible de sentimiento y de expresión, una "síntesis a priori estética".

3. En "Pregiudizi intorno all'arte", segunda de las conferencias, sale al paso, sobre todo, de los tratadistas de estética. Sostiene la unidad de todo el arte en cuanto que la intuición estética es el fundamento del mismo, mientras que la variedad de las obras artísticas es tan sólo expresiva —o el modo expresivo— de la intuición misma. Este argumento es tratado de forma más desarrollada, como veremos, bajo el título "Il carattere di totalità dell'espressione artistica" (pp. 123 ss.).

4. La conferencia titulada "Il posto dell'arte nello spirito e nella società umana", es fundamentalmente una crítica, de la teoría empirista en general y, en especial, de la estética sensualista y hedonista. La fundamentación teórica de la crítica está hecha en clave historicista-idealista, siguiendo las líneas generales de Croce sobre las relaciones entre filosofía, historia y arte. El acierto de sus críticas se limita a la descripción de los puntos insuficientes del empirismo. Como en otros lugares, Croce muestra aquí la propia contradicción, en parte práctica y en parte teórica, entre las teorías que sostiene y las observaciones de sentido común.

5. La cuarta y última conferencia, "La critica e la storia dell'arte", incluye a su vez dos partes, tituladas "Inizio, periodi e carattere della storia dell'estetica", y el ya citado "Il carattere di totalità dell'espressione artistica". Es una sección rica de elementos históricos, filosóficos y de historia de la estética propiamente dicha.

Por una parte, hace una crítica a lo que puede denominarse concepciones formalistas del arte: Croce menosprecia todo lo que sea tratamiento esquemático, clasificaciones de géneros artísticos, etc. Dedica a este punto bastantes páginas, donde analiza estas ideas y pone, simultáneamente, un numero considerable de ejemplos, entre los que aparecen observaciones, a veces agudas, de autores y obras artísticas, sobre todo literarias.

Afirma Croce que la "vieja estética" estaba equivocada al considerar que el arte tenía el mismo fin que la religión y la filosofía, a saber, el conocimiento de la realidad última: ya sea considerando el arte como preparatorio en relación a aquéllas, o reservándole el grado definitivo y supremo en relación a ese conocimiento.

Por otra parte, profundiza en su tesis de que el arte ha de ser expresión pura, intuición pura, limpia de todo concepto o juicio: no cabe yuxtaposición entre la intuición y la idea, entre la intuición y el sentimiento; la intuición engloba todo, como el todo engloba a las partes.

En esta línea desarrolla Croce el tema, ya esbozado anteriormente, de la unidad del arte con la vida y con la historia, en tanto que ésta última es vida del espíritu. Una pregunta del autor centra la tesis: "Pero ahora, después de un siglo y medio de romanticismo, ¿no sería conveniente, por casualidad, que la Estética diese un mayor resalte a la doctrina del carácter cósmico o integral de la verdad artística, a la purificación que ésta requiere de tendencias particulares y formas inmediatas del sentimiento y la pasión?" (pp. 132-133).

La conexión, por tanto, de la obra de arte con la totalidad cósmica —el absoluto— es condición sine qua non para que la obra de arte sea verdaderamente tal: "Es intrínsecamente inconcebible que en la representación artística pueda destacar el mero particular, el abstracto individual, el finito en su finitud; y cuando parece que esto sucede —y en cierto sentido sucede verdaderamente— la representación no es artística, o no ha sido realizada artísticamente" (p. 126).

6. Croce tiene un estilo expositivo ágil; se lee con facilidad y es brillante en sus explicaciones. Numerosos juicios concretos, sobre autores u obras, contienen valoraciones que pueden tomarse positivamente. Sin embargo, dejándose llevar por su teoría del espíritu absoluto, deforma en ocasiones el objeto juzgado, o llega a hacerse repetitivo al ordenar sus juicios hacia el idealismo. Este hecho de repetir sus tesis con frecuencia ayuda a identificarlas con facilidad.

En Croce se contraponen, sin llegar al equilibrio, el monismo y el historicismo, preponderando unas veces uno u otro. Al no tratarse de una exposición sistemática, sus valoraciones concretas en el campo de la estética tienen una gran fuerza práctica: la presentación de la realidad como historia del espíritu absoluto lleva a una aparente "logicidad" en el análisis de los casos particulares.

7. Desde el punto de vista doctrinal, hay que señalar la separación de arte y moral. Aunque siempre matizada, la tesis central es que la intuición artística, en cuanto objetivización del sentimiento, no está ordenada a ninguna otra cosa que no sea ella misma. Todo lo que ésta pueda desencadenar (sentimiento religioso, ideología política, etc.), no son más que circunstancias que han de mantenerse fuera de lo propiamente artístico. El arte o es arte puro, o no es arte. Por eso, el "acto moral", en cuanto que es uno de los momentos prácticos del absoluto, se opone al acto artístico, eminentemente contemplativo.

Si bien Croce afirma la unidad del absoluto, "en el absoluto", no anula la separación entre orden moral y orden estético, sino que hace referencia más bien a la inclusión de la moral como momento práctico del absoluto, el cual, en cuanto absoluto, rechaza toda normatividad respecto de sí mismo. Se llega así a una situación paradójica: la independencia de momentos del espíritu es, sin embargo, unidad confusa de esos mismos momentos en el absoluto.

Croce intenta superar esta paradoja insistiendo en la intrínseca unión de intuición y creación. El arte es ejercitado como una "misión" (cfr. p. 21) y como un "sacerdocio", de modo que el artista necesariamente ha de producir, "recrear", el mundo interior y exterior que le rodea, como momento particular del espíritu universal: a la síntesis a priori estética, necesariamente sigue la síntesis a priori lógica; la humanidad del artista siente la necesidad de actuar, de plasmarse en una actividad práctica. Intuir y no crear sería traicionar la "misión" del artista, actuar inmoralmente (entiéndase "antiartísticamente"), ir contra el espíritu. El artista que refleja —intuitivamente, eso sí— un mundo inmoral —éticamente inmoral— actuaría de acuerdo con la moral (con la moral "artística", no con la moral natural).

Por otra parte, el arte, precisamente por ser expresión del espíritu, no necesariamente ha de "producir" algo físico, sino que es ante todo una actividad inmanente; aunque sea siempre comunicación y expresión —como sostiene el autor—, puede no haber "poiesis". La unidad "necesaria" entre síntesis a priori estética y acción no tiene fundamento real, sino lógico. En tal caso, la paradoja de la "unidad en la disparidad" queda en pie, obligando a una dicotomía entre momentos del espíritu independientes y unidad del absoluto.

La persona deberá vivir una moral artística, una moral religiosa, una moral política, etc., según esté realizando un acto u otro: como artista, como creyente, como ciudadano, y todo esto dependiendo de las circunstancias históricas en que se desarrolla la vida de esa persona. El historicismo, también en la estética, no puede conducir a otro camino.

D.G. y M.P.

 

Volver al índice de las notas bibliográficas del Opus Dei

Ver índice de las recensiones del Opus Dei

Ver INDEX del Opus Dei

Ir a Libros silenciados y Documentos Internos

Ir a la página principal