DIDEROT, Denis: Jacques le fataliste et son maître

1. Novela satírica escrita entre 1772 y 1775, dada a conocer originalmente, en varios capítulos, en la "Correspondencia" (conjunto de críticas literarias sobre la literatura francesa del siglo XVIII) dirigida por Melchor Grimm, y editada en un solo volumen, como obra póstuma, en 1796.

2. La narración no tiene una trama definida: Jacques y su maestro —personajes extravagantes dispuestos a discutir de todo— son presentados al comienzo de un viaje, del cual, el autor (que mezcla frecuentemente sus consideraciones personales con la descripción de los hechos) reproduce minuciosamente los diálogos y se detiene complacientemente sobre los incidentes que se suceden durante el camino.

Jacques se ha comprometido con su maestro a contarle, para distraerlo, la historia de su vida y sus amores; pero su exposición es interrumpida continuamente por mil contratiempos, por las intervenciones de su maestro, y por las mismas consideraciones filosóficas de Jacques. El joven relator tiene una opinión bien definida sobre la vida y sobre las cosas de este mundo, que dice haber aprendido de su capitán, cuando era soldado: todo lo que ocurre "está escrito allí arriba", en el gran registro del destino, y, por tanto, no puede ocurrir de otra forma.

A la luz de este principio, juzga todo lo que acontece en la tierra: exhorta a los demás y a sí mismo a una resignada aceptación. Sin embargo, se abandona frecuentemente a inútiles recriminaciones, se arrepiente de tal rebeldía, y se reprocha su falta de resignación, dispuesto a caer en la misma incoherencia. Jacques es un curiosísimo investigador de las acciones propias y ajenas, formando así una pareja bien compenetrada con su maestro, que goza de los mismos gustos.

3. En la saltuaria narración de Jacques se incluyen poco a poco otras historietas. Como la relación de Mme. de la Pommeray y el Marqués des Arcis, que terminan por contraer matrimonio; pero al poco tiempo el Marqués confiesa que ya no la ama, y propone seguir viviendo tan sólo una "dulce amistad". Mme. de la Pommeray no se resigna y decide vengarse secretamente. Convence a Mme. y Mlle. d'Aisnon de acercarse al Marqués, con la promesa de una recompensa. Cuando el Marqués le anuncia su deseo de casarse con Mlle. d'Aisnon, Mme. de la Pommeray dice que hay que ser prudentes, reflexivos. El matrimonio se celebra igualmente, y Mme. de la Pommeray revela al Marqués cual ha sido su venganza: Mlle. d'Aisnon es tan sólo una prostituta. El Marqués, sin embargo, ama tanto a Mlle. d'Aisnon que le perdona su pasado y su engaño.

Jacques toma pie de esta historieta para juzgar la actuación de cada uno de los personajes, y acaba justificando la venganza de la mujer abandonada. Explica que el Marqués es un buen fatalista, resignado a su suerte, aunque ciertamente tiene la culpa por haberse casado con Mme. de la Pommeray sin saber exactamente el carácter vengativo de la mujer con quien se unía.

Otras historietas se refieren a un ex fraile, secretario del citado Marqués, contada por él mismo a los protagonistas, y a la vida y ventura del señor Desglands, expuesta alternativamente por Jacques y por su maestro, completando las informaciones que cada uno tiene sobre dicho señor. Jacques comienza a sentir mal de garganta por lo que es su maestro el que inicia a contar las complicadas intrigas de sus amores de juventud. Al final del viaje, el maestro mata a un hombre en duelo. Jacques es arrestado, creyéndosele culpable, y librado durante una revuelta popular; huye y se hace bandido. El maestro y Jacques se juntan en el castillo de Desglands, donde Jacques se casa y establece definitivamente, esperando vivir en paz el resto de sus días.

4. "Jacques le fataliste" es la narración más extensa de Diderot, cercana por el tono anticlerical a "La religiosa", y al "Sobrino Rameau" por la forma dialogada. La extraña novela trae a la memoria bastantes otras del siglo XVIII, desde el "Diablo cojo" de Lesage y el "Candido" de Voltaire, hasta "La vida y opiniones de Tristán Shandy", de Sterne, que fue su fuente principal, como confesó el mismo Diderot. Lo truculento de muchas escenas, junto con la licencia en el lenguaje y la vivacidad del colorido, revelan la gran influencia de Rabelais.

La novela refleja puntualmente la psicología del autor, llena de ideas felices y deslabazadas, de argumentos densos y comentarios jocosos, de pensamientos contradictorios superados mediante el genio retórico. El mismo Diderot comienza la obra diciendo que "ésta no es una verdadera novela", pues no le interesa la forma, sino el fondo: "la verdad de la historia" narrada.

5. Diderot expresa ideas ya comunes a otros autores "ilustrados", especialmente en lo que se refiere a la crítica de la Iglesia y la religión: sus descripciones de clérigos son obscenas y sus juicios sobre los mismos podrían clasificarse entre los del más vulgar anticlericalismo (cfr. la historia de "l'abbé Hudson"). Pero Diderot los supera en cuanto a antireligiosidad y amoralidad. Toda la trama sirve de marco para criticar cualquier norma objetiva —doctrinal o moral—, sirviéndose para ello de ejemplos descriptivos —historietas concretas—, poco recomendables para cualquier lector.

La tesis fatalista es tan sólo aparente. El destino sirve para explicar muchas cosas inexplicables, pero el autor reconoce que la libertad sigue vigente y que, precisamente por existir la libertad, es por lo que él puede juzgar las actuaciones de los demás. Parece, pues, que el destino sirva más para justificar determinadas actuaciones —casi siempre inmorales— que para sustituir la Providencia divina.

B.M.P. y E.D.

 

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