ENDO, Shusaku: Samurai, 1980

1. El protagonista es el misionero franciscano padre Velasco, que consigue obtener de un señor feudal del Japón el encargo de guiar —como intérprete— una embajada en Méjico (Nueva España) con el fin de iniciar relaciones comerciales entre ambos territorios. El interés apostólico del padre Velasco es el de fomentar las relaciones exteriores del pueblo japonés, colaborando con las autoridades, de forma que se atenúe la persecución que sufren allí los cristianos.

El misionero ayuda a construir naves similares a los galeones españoles; acompaña a los embajadores a Méjico, desde allí a España, y, por último, a Roma, donde son recibidos en audiencia por el Papa Paulo V. Pero la misión diplomática, junto con los intentos del padre Velasco, encuentran la oposición de los jesuitas, que presienten la inutilidad del viaje y el endurecimiento de la persecución contra los cristianos. Los embajadores regresan, pues, a Japón sin haber alcanzado la finalidad de su viaje.

Por este motivo, el misionero piensa —como medio adecuado para que su propósito se vea facilitado— convencer a los embajadores de que se conviertan al cristianismo. Así, causará mayor impresión en el Papa y triunfará sobre las tesis de sus oponentes, aunque en el fondo sabe que sería una conversión falsa, sólo con fines diplomáticos y por sentido del deber.

A su vuelta a Japón, el padre Velasco se considera derrotado. Le queda la esperanza, sin embargo, de que Dios sigue caminos distintos a los de los hombres... El jefe de la embajada, un samurai llamado Hasekura Rokuemon, piensa ya en la muerte como única salida honrosa tras el fracaso en el cumplimiento de la misión encomendada. Sin embargo, es en ese momento cuando empieza a entender la religión católica, a la cual se ha adherido por motivos pragmáticos. Y, desencadenada la persecución religiosa, se encuentra junto al padre Velasco en el momento del martirio.

2. Bajo la figura del padre Velasco se adivina la de otro misionero, el padre Sotelo, realmente existido y participante de una misión diplomática japonesa en Méjico, España y Roma. También es histórico el martirio de los dos protagonistas de aquella misión.

El autor ha vertido en estas páginas vivencias personales: la problemática del samurai que toma contacto con otra fe, tan distinta de su mentalidad, es reflejo de la de Endo, converso a los once años y estudiante en Lyon después de la Segunda Guerra Mundial. Este carácter "autobiográfico" dota a la narración de un contenido realista, con una trama bien elaborada, coherente, que mantiene el interés y se hace agradable por el uso de un estilo elegante y expresivo.

3. Endo usa el viaje histórico como metáfora de otro viaje espiritual: el de los dos protagonistas. El sacerdote, movido por ambiciones en las que se mezcla lo divino y lo humano, no repara en medios frente a los que considera sus detractores. Sus dudas interiores ocupan gran parte de la narración: dudas sobre el querer divino concreto, sobre el sentido de su apostolado, sobre la eficacia de su labor evangelizadora, etc.; son las dudas que Endo ve o piensa que deben ver quienes quieren ser verdaderos cristianos en Japón. Por su parte, Hasekura se encuentra "dentro" de una religión aceptada por utilidad pero desconocida en su fin y sus contenidos. Sólo al conocer más a Cristo se queda asombrado de que pueda existir un "rey" así: no vengativo, no autoritario, comprensivo, misericordioso... (el título original de la novela es "El hombre que encontró a un rey"). El autor personaliza en él las reacciones que un japonés ha de sentir al ir conociendo el cristianismo.

Entre culturas y credos diferentes, las circunstancias conducen a los dos protagonistas a la idea de fracaso, de impotencia. Pero la gracia de Dios sobrepasa las limitadas ideas de los hombres. En este sentido, el mensaje de la novela es positivo para quienes no conocen el cristianismo.

Sin embargo, no queda muy bien representada la Iglesia, dando la apariencia de luchas intestinas entre facciones políticas; aunque se procure minimizar este aspecto negativo, reduciéndolo a "cuestión de método" o "diversa concepción sobre los medios".

Por otra parte, Endo intenta mostrar las verdades del cristianismo como no "irracionales". Es la apologética que se encuentra en gran parte de sus libros. Pero la adecuación de cultura y verdades reveladas (inculturación) no siempre respeta el contenido íntegro de éstas últimas. Desde este aspecto, no aporta nada de interés al lector católico.

U.G. y J.J.M.

 

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