FLAUBERT, Gustave: Salammbô, 1862

1. En Cartago, después de la primera guerra Púnica, los mercenarios contratados por los cartagineses para luchar contra Roma, que aún no han recibido su paga, constituyen una verdadera amenaza. Persuadidos de que deben retirarse a Sicca y esperar allí, como el dinero no llega, deciden asaltar la ciudad, guiados por el líbio Mâtho, el cual es incitado por su esclavo griego Spendio, pero sobre todo por el amor de Salammbô, hija de Amílcar, a quien ha visto sólo una vez.

Audazmente consigue entrar de noche en Cartago y roba del templo el "zaimph", manto o velo de la diosa Tanit (la Luna), se acerca hasta el dormitorio de Salammbô, se lo enseña, y huye. De ese velo, según la tradición popular, depende la suerte de la ciudad, y se atribuye, a quien lo posee, el amor, la fuerza y la inmortalidad.

El rey nubio Narr'Havas se une a los insurrectos mercenarios, los cuales vencen algunas batallas. Entonces Amílcar toma el mando de las tropas cartaginesas y triunfa en la batalla de Macar. Sin embargo, es derrotado poco después: con el velo de Tanit la fortuna ha abandonado a Cartago. Salammbô, sacerdotisa de Tanit, persuadida por el gran sacerdote, va a la tienda del enemigo a implorar la devolución del velo. Mâtho se da por satisfecho al volver a ver a su amada, y Salammbô vuelve a la ciudad con el velo.

Cambia entonces la suerte para Cartago que, reforzados por Narr'Havas el cual se ha arrepentido y vuelto a ellos, destruyen el campo de los mercenarios. Estos, sin embargo, ponen cerco a la ciudad y rompen el acueducto, dejándola morir de sed. Después de sacrificar niños a Moloc viene finalmente la lluvia. Amílcar sale con algunas naves, rodea al enemigo, lo encierra en un desfiladero y allí sucumben por el hambre. Mâtho, con los últimos supervivientes es derrotado, hecho prisionero y crucificado por el pueblo, irritado contra el autor del sacrílego robo del velo de Tanit.

Salammbô, prometida en matrimonio a Narr'Havas, conservaba el amoroso recuerdo de Mâtho y ante tal visión muere de horror.

2. Flaubert describe pormenorizadamente costumbres y paisajes que desconocía, pero reconstruidos con una paciente labor de investigación e imaginativa. Como en "Madame Bovary", la protagonista se debate entre la tristeza y la curiosidad, entre el deber y el sentimiento. La novela marcó el tono de los relatos de reevocación arqueológica, preciosistas y artificiosos, muy del gusto de la época.

3. La descripción de algunas costumbres paganas (festines, sacrificios humanos) ponen de relieve detalles inmorales en la vida de aquellos pueblos.

B.M.P. y L.N.

 

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