GUITTON, Jean: Mi testamento filos—fico (t. o.: Mon testament philosophique), Encuentro, Madrid 1998, 207 pp.

 

1. El original se public— en 1997, poco antes de la muerte del autor. Al inicio, Guitton se encuentra moribundo cuando recibe la visita de un personaje misterioso con quien dialoga sobre su propia vida e itinerario intelectual. Desde su lecho de muerte, pasando por su entierro hasta su juicio celestial, Guitton conversa con fil—sofos (S—crates, Bergson), Papas (Pablo VI), artistas (Dante), historiadores, santos y pol’ticos que ha conocido personalmente, o sobre quienes ha trabajado durante su vida. En estas conversaciones expone de forma ingeniosa -a travŽs de preguntas, respuestas y otros comentarios- sus razones para creer en Dios, para ser cristiano y cat—lico, su visi—n del arte, del problema del mal, el alma, el hombre, las relaciones entre fe y raz—n, etc. Destaca en particular el sentido comśn y el realismo filos—fico del autor.

2. La agudeza de Guitton, quiz‡ se manifiesta especialmente en los siguientes temas: la consideraci—n de la creencia religiosa en la sociedad actual ("sacraliza sus materialismos", p. 22); el modo en que deshace las contradicciones de la moral kantiana ("seremos libres... cuando actuemos śnicamente a partir de reglas universales no contradictorias", p. 197); su comprensi—n de la obediencia ("la libertad consiste en ser absolutamente independiente de todo. S—lo Dios es as’. Luego la śnica manera de ser libre es estar perfectamente unido a Dios... Llame a esta uni—n perfecta obediencia, si lo desea. Me parece que la obediencia o la perfecta armonizaci—n de la voluntad del hombre con la voluntad de Dios no es m‡s que el principio de una uni—n aśn m‡s sustancial donde el ser mismo del hombre estar’a como agarrado al ser mismo de Dios", p. 194); Dios como ser personal cognoscible por la raz—n (argumento que no acaba de desarrollar del todo). Expone su pensamiento revelando tambiŽn aspectos de su vida personal e intelectual. En particular, da a entender que el intelectual no puede quedarse en un engreimiento soberbio; que no basta conocer la verdad, poder razonar la fe ni desarrollar un argumento incontestable para salvarse; que, ante todo, hay que amar a Dios y a los dem‡s y, humildemente, dejarse amar.

3. Requiere cierta formaci—n doctrinal y filos—fica, as’ como capacidad cr’tica por el modo de tratar algunos temas y para poder seguir todos los razonamientos sin equ’vocos. Algunos temas importantes est‡n poco definidos: por ejemplo, la existencia y naturaleza del alma.

 

C.D. - C.P.- L.C.P. (2000)

 

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