HUGO, Victor: Les MisŽrables, 1862

1. Resumen del argumento: Jean Valjean, por haber robado supuestamente unos panes, permanece en prisi—n veinte a–os, ya que intenta varias veces la fuga y las condenas van aumentando. La convivencia con verdaderos criminales lo ha embrutecido, y cuando finalmente una de las tentativas de fuga se consuma, Jean es un ser condenado a convertirse en criminal. Pero la ventura lo gu’a en casa de monse–or Myriel. Su encuentro es breve y dram‡tico: acogido benŽvolamente por el sacerdote, Jean huye despuŽs de haber robado dos candelabros de plata; arrestado, es llevado a la presencia de su v’ctima para un careo, pero el sacerdote afirma con sencillez que Žl ha regalado los candelabros a su huŽsped. Siembra as’ en el coraz—n del ex forzado una semilla que, con el tiempo, germinar‡ en frutos de buena conducta.

Algunos a–os m‡s tarde, cuando Jean Valjean se ha construido una nueva vida, solitaria y enigm‡tica figura de benefactor, aparece Fantine, joven seducida por un estudiante y reducida a la prostituci—n para sostener a su hija Cosette. La ni–a, cuidada por un matrimonio hosco, los ThŽnardier, que la explota indignamente, acaba bajo la protecci—n de Jean Valjean, el cual se ocupa de su educaci—n.

Cosette crece, y aparece el primer amor al conocer a Mario, hijo de un general del Imperio, que ha abrazado la causa del pueblo. Jean se convierte en el genio tutelar de este amor. Tanta felicidad viene rota por un suceso extra–o: la polic’a, que sigue buscando al ex forzado, cree haber reconocido al preso fugado en la figura de un pobre semideficiente, el cual est‡ a punto de ser condenado. El verdadero Jean Valjean vuelve a encontrarse con una situaci—n que pensaba ya superada, y decide denunciarse para salvar al inocente. Corre hacia el lugar del proceso, ansioso de no llegar demasiado tarde y, al mismo tiempo, con la esperanza de que ocurra algo que le impida acudir.

Pero llega a tiempo, se acusa ante el juez, y es nuevamente encarcelado y encomendado al polic’a Javert, el hombre que desde hace a–os le da la caza. Jean consigue evadirse otra vez y toma una nueva personalidad, para continuar su labor benefactora. Javert lo persigue, investiga, acosa. Durante las revueltas de 1832, por casualidad, Jean se encuentra en la ocasi—n de matar a su perseguidor, y sin embargo le salva la vida. El fan‡tico Javert, ante esta revelaci—n de humanidad que revuelca todos sus ideales, se suicida.

En torno a estos hechos principales se desarrolla, unas veces reevocada, otras directamente representada, la epopeya gloriosa y a la vez miserable de un pueblo: la batalla de Waterloo, la vida de los bajos fondos parisienses, la insurrecci—n de 1832, la barricada de la calle Saint-DŽnis con la cŽlebre figura de Gavroche.

2. Fiel a la teor’a b‡sica de su romanticismo, segœn la cual el arte y la belleza son espont‡neamente civilizadores y redentores, y donde la obra en prosa recoge las intuiciones de la poes’a y la compone arquitect—nicamente de forma que la entiendan todos los lectores, Les MisŽrables puede ser considerada la obra m‡s caracter’stica de Victor Hugo.

Esta novela vast’sima, dividida en cinco partes, concebida como una epopeya popular capaz de acoger en s’ todos los problemas, pasiones y reacciones tanto de los individuos como de la masa, permaneci—, con su extraordinaria abundancia de temas, como la fuente vital de la cual se nutre buena parte de la literatura social de las dŽcadas posteriores a Hugo.

En el prefacio, el autor expone la tesis que pretende desarrollar: revelar la "condenaci—n social" causada por las leyes y costumbres, y dise–ar un cuadro de los tres grandes problemas del pueblo: "la degradaci—n del hombre a travŽs del proletariado, la corrupci—n de la mujer desamparada, la atrofia del ni–o que vive sin sol".

Epico y contemplativo, l’rico y tr‡gico, el texto responde al dinamismo rom‡ntico. En sus digresiones encuentran cabida el rudo realismo social, el sentimentalismo de novela amorosa, el paternalismo moralista, la intriga de la novela polic’aca...

Les MisŽrables presenta un aspecto ca—tico, en el cual se superponen demasiados elementos. Actitudes patŽticas, casi amaneradas, contrastes de pasiones extremas, conseguidos frecuentemente de forma artificiosa, continua lucha entre exasperadas expresiones del bien y del mal, se mezclan con momentos felices llenos de sencillez.

3. Una nota del 2 de junio de 1860 resume lo que el autor ha deseado narrar. Jean Valjean, escribe Hugo, ser‡ "una especie de Job del mundo moderno", que exp’a el mal que hay en la sociedad actual. Queda dise–ado as’ el car‡cter de la obra: el reflejo de la interioridad del hombre, la naturaleza de los problemas sociales; superposici—n del destino individual y del drama colectivo, en un intento de asumir poŽticamente la totalidad de la realidad; todo lo que de ut—pico y grande hay en el siglo, encuentra su lugar en el texto.

Si es verdad que los personajes de la trama tienen un valor simb—lico, el de Jean Valjean es el m‡s completo de esta concepci—n: potencialmente orientado al bien, el protagonista es detenido, humillado, embrutecido por las miserias propias de la sociedad humana, que laten en la misma naturaleza. Su esfuerzo de redenci—n aparece como la expiaci—n del mal que est‡ en los dem‡s y tambiŽn en Žl; es una contribuci—n que puede dar serenidad pero no alegr’a.

4. Por otra parte, la concepci—n rom‡ntica de la sacralidad hace comenzar al autor con la siguiente declaraci—n: "El libro que va a leer es un libro religioso" (Prefacio). Sin embargo, la lucha expuesta entre el bien y el mal, la "tragedia Žtica", no responde a la concepci—n cristiana del mundo y de la vida.

En la lucha continua del mal contra el bien, reflejada y multiplicada en los t’picos contrastes del autor entre lo horrible y lo bello, entre las intenciones y los hechos, el bien no es otra cosa que la forma expiatoria y purificadora del mal, tanto m‡s dram‡tica en cuanto que no siempre el mal expiado est‡ en el que sufre. El equilibrio se alcanza dentro del todo que es la Humanidad, no en los l’mites del individuo.

Hugo no se declara anticristiano. Sin embargo, parece sugerir un impl’cito pante’smo, donde "todo est‡ en todo", donde a cada uno corresponde una parte de bien y otra de mal, aunque estŽ desproporcionadamente repartido por el "destino". Su peculiar "comuni—n de los santos" Ñcomuni—n como compensaci—n; santos sin IglesiaÑ, usada para explicar la existencia del mal en el mundo y la necesidad de expiarlo, es quiz‡ el principal problema del relato.

Los personajes de la novela reflejan bien la mentalidad del autor. Jean Valjean, benefactor sufriente y callado, expiador sencillo, rechaza en sus œltimos instantes de vida la asistencia del sacerdote; sin embargo toma entre sus manos un crucifijo, menos a t’tulo de vi‡tico que de ejemplo; es un fin rom‡ntico, m‡s que cristiano. El papel de primer plano que, a pesar de su anticlericalismo, el autor concede a monse–or Myriel, pone de manifiesto la preferencia de Hugo por lo exterior sobre lo interior, en lo que se refiere a cuestiones religiosas: el sacerdote, en cuanto hombre honrado, es una invitaci—n a la emulaci—n para Jean Valjean, para que encuentre "en las buenas obras esa cantidad de satisfacci—n que basta a la conciencia y que nos dice bajito: tu est‡s con Dios" (V, I, XIII).

Expresa tambiŽn el autor sus ideas sobre la fe, radicadas en un vago pante’smo, fruto quiz‡ de su admiraci—n por los pensadores ilustrados: "el infinito est‡ all’. Por tanto hay un yo. El yo del infinito es Dios". Un dios comunicable por la "oraci—n": "unir, por el pensamiento, el infinito de abajo con el infinito de arriba, esto se llama rezar".

B.J.T. y B.M.P.

 

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