LARRA„AGA, Ignacio: El silencio de Mar’a, Paulinas, 6» ed., Buenos Aires 1985, 256 pp.

1. El autor se propone introducirse en la intimidad de Mar’a para desentra–ar y explicar los pensamientos y afectos de Nuestra Se–ora, con la intenci—n de orientar la vida del cristiano.

2. En el aspecto cient’fico, el libro presenta contrastes. Junto a p‡ginas escritas con piedad y precisi—n teol—gica, hay otras en que resulta llamativa la falta de rigor en la interpretaci—n de algunos pasajes del Evangelio, y que mencione raramente al Magisterio de la Iglesia. El autor cita con profusi—n a P. Gechter y a K.H. Schelkle.

3. La exposici—n de Nuestra Se–ora como "muy cercana a nosotros" los hombres, le lleva a fijarse m‡s en los mŽritos de Mar’a que en las gracias con que Dios la adorn— desde su Concepci—n Inmaculada. Por ejemplo, el autor incluye la duda como dimensi—n propia de la fe, y lo aplica a Santa Mar’a en diversos momentos de su vida (Anunciaci—n; nacimiento de Juan Bautista; Jesśs en el Templo; vida pśblica de Cristo), tanto respecto a la palabra de Dios, como a la divinidad de su Hijo. As’, dice Larra–aga, Mar’a habr’a sufrido un oscurecimiento en su fe hasta el punto de desconocer o dudar de la naturaleza divina de su Hijo durante algśn tiempo (cfr. pp. 50-59). Resulta asimismo ambiguo el comentario a Mc 3,21, donde la Virgen se encontrar’a entre los parientes de Jesśs que quer’an "llev‡rselo, porque dec’an que hab’a perdido el juicio", compartiendo tambiŽn Ella ese error. "Podr’amos concluir Ńafirma el autorŃ que por este tiempo Mar’a no ten’a un conocimiento exacto sobre la naturaleza de Jesśs" (p. 55).

4. En la "conclusi—n", sin que tenga conexi—n clara con el resto del libro, el autor, para situar a Cristo y a su obra salv’fica en la historia humana, hace unas consideraciones de tipo cosmol—gico-evolutivo. Entre otras cosas, afirma que "la Biblia no se cansa de decirnos de mil formas que el ego’smo (pecado) alcanza las śltimas ra’ces del hombre; (...) el hombre est‡ estructurado "en pecado", en ego’smo (Sal. 50; Rom. 7, 14-25)" (p. 227). Habla de que la humanidad tiene por delante millones de a–os para su "cristificaci—n", asimilada a una "transformaci—n transhist—rica", que rebase todo temporalismo (pp. 232-235). Y tambiŽn: "ReciŽn estamos saliendo del 'bosque'. Por eso, en esta etapa evolutiva de la humanidad, todav’a estamos dominados, gobernados y organizados enteramente por la escala vital, los instintos reactivos son esencialmente egocŽntricos, para poder defenderse y subsistir en la lucha por la vida. Desde all’ arrastra el hombre su congŽnita naturaleza ego’sta. Hoy por hoy, el hombre es connaturalmente ego’sta" (p. 237).

J.L.V. y T.G.B.

 

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