MORIN, Edgar: Pour sortir du vingtiŹme siŹcle, Fernand Nathan, Par’s 1981, 380 pp.

1. Para el autor, antiguo militante comunista que abandon— el partido al inicio de los a–os cincuenta, el libro es un interrogante sobre las razones del "error ideol—gico". Siendo una reflexi—n general sobre el problema del conocimiento, el libro tiene un tono muy personal y a veces aun autobiogr‡fico. Se trata en realidad de un intento de explicar la ceguera de una generaci—n entera de intelectuales: aquella que lleg— a ser mayoritariamente marxista durante el decenio 1940-50.

2. Escarmentado por las ilusiones de la ideolog’a, Morin busca unos criterios de juicio, que permitan distinguir lo verdadero y lo falso en la masa de informaci—n que abruma al hombre contempor‡neo. Influido por una formaci—n filos—fica de tipo kantiano, el autor rechaza expl’citamente la posibilidad de la metaf’sica y adopta como śnico criterio de verdad el de las ciencias positivas.

Basado en las ideas de Popper, que describe la ciencia como aquello que est‡ abierto a su propia refutaci—n, Morin define la ideolog’a como todo conocimiento que conducir’a a una certeza 'absolutamente cierta'. No hace ninguna distinci—n entre las diferentes ciencias y entre los diferentes tipos de conocimiento y termina por considerar tambiŽn a la religi—n como una ideolog’a.

En la bśsqueda de una certeza, imposible sobre estas bases, propone un relativismo humanista, que se presenta en las śltimas p‡ginas del libro como una verdadera apuesta sobre el futuro del hombre. Una apuesta de la que no estamos seguros de ganar: no sabemos si nos encontramos en el alba de la humanidad o en su crepśsculo.

3. El libro abunda en observaciones interesantes: sobre la multiplicidad de criterios que deben ser utilizados en las ciencias humanas, sobre los peligros del reducionismo del hombre en una sola de sus dimensiones, sobre los mecanismos del pensamiento totalitario, etc. Las cuestiones que plantea al comienzo son tambiŽn fundamentales: ŔquiŽnes somos? Ŕde d—nde venimos? Ŕa d—nde vamos? (p. 7). Las respuestas, desgraciadamente, no est‡n a la altura de las cuestiones, ya que adopta expl’citamente una posici—n atea y antimetaf’sica. "El ateo debe descubrir su creencia Ńprincipalmente su creencia en la raz—nŃ, su fundamento irracionalizable, y comerciar con ella. Y, al mismo tiempo, nosotros, neo-ateos, podemos pedir a los creyentes que se conviertan en neo-creyentes, es decir que establezcan un nuevo comercio con su(s) Dios(es)" (p. 266).

X.G.

 

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