SULLIVAN, Francis A. Magisterium. Teaching Authority in the Catholic Church Paulist Press, New York — Ramsey 1983, 234 pp.

1. El autor, profesor de Eclesiología en la Pontificia Universidad Gregoriana, presenta un tratado bastante completo sobre la existencia, naturaleza y características del Magisterio de la Iglesia, con especial referencia a las polémicas más recientes sobre el tema.

2. En general, el libro es preciso y profundo, aunque no faltan algunas afirmaciones menos convincentes. Sin embargo, en las páginas dedicadas al magisterio sobre las normas particulares de la ley moral natural, defiende una tesis inaceptable: "Las normas particulares de la ley natural no son objeto de enseñanza infalible" (p. 148). Esta afirmación pretende apoyarse especialmente en dos presupuestos: de la ley natural sólo serían revelados los principios generales, mientras que las normas concretas o particulares no lo serían (ni formal ni virtualmente), ni tampoco su enseñanza infalible sería necesaria para defender o explicar adecuadamente la verdad revelada; por tanto, no caerían dentro del objeto del magisterio infalible (cfr. p. 150). El segundo presupuesto, más radical, es el siguiente: de la ley natural, sólo los principios generales son inmutables, por derivar de la naturaleza metafísica del hombre, mientras las normas particulares son mudables, pues derivan de la naturaleza histórica ("tal como existe en la historia"), que cambia constantemente con el tiempo. Por tanto, lo que no es irreformable, no puede ser enseñado infaliblemente (cfr. p. 152).

3. Es verdad que no toda solución práctica a todo problema humano particular con relevancia moral cae en el objeto de la infalibilidad del Magisterio (por ejemplo, soluciones concretas a muchas cuestiones de tipo socio-político con claras implicaciones morales). Pero de aquí a la tesis sostenida por Sullivan hay una enorme distancia.

4. Aunque en el libro no se dice claramente qué entiende el autor por principios generales y qué por normas particulares o concretas (sólo menciona la norma sobre la contracepción, como ejemplo de norma particular que —según él— ni ha sido ni puede ser enseñada infaliblemente), si se entiende lo que la Teología Moral ha siempre entendido (y lo que se entiende de acuerdo con el significado común de los términos), es inaceptable la afirmación de que ninguna norma particular es revelada; basta pensar en los mandamientos del Decálogo, que no son —al menos buena parte de ellos— "principios generales".

5. Sullivan parece concebir estas nociones basándose en la distinción —explícitamente tomada de Karl Rahner— entre "naturaleza metafísica" y "naturaleza histórica"; pero tal distinción es confusa, ya que la naturaleza que existe en la historia es la misma naturaleza metafísica (en base a la cual, por ser libre, el hombre es autor de su propia historia). Si esa distinción se limita a considerar lo invariable o esencial de la naturaleza, y ésto junto a las determinaciones mudables de la misma (accidentales), entonces, de nada sirve para establecer una diversidad de orígenes de las normas morales: de los cambios accidentales no surgen normas morales (ni generales ni particulares) sino simples circunstancias que pueden afectar a la moralidad de los actos, pero no a la realidad de las normas.

F.O.

 

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