AYMONINO, Carlo

La vivienda racional. Ponencias de los Congresos CIAM 1929-1930

Gustavo Gili, Barcelona 1976

(t. o.: L'abitazione razionale. Atti dei congressi CIAM 1929-1930)

CONTENIDO

Tal como el subtítulo indica, el libro contiene las ponencias de los C.I.A.M. (Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna) celebrados en Frankfurt (1929) y Bruselas (1930); el primero dedicado a la vivienda como mínimo nivel del vida, y el segundo a los métodos de construcción racional. Reproduce también parte del material gráfico empleado en las exposiciones organizados con motivo de esos mismos congresos. El Autor ha añadido un largo estudio introductorio (100 páginas de las 313 que componen el volumen en la edición española), organizado en los siguientes capítulos.

1. El problema de la vivienda.

Se expone la cuestión tal como fue planteada por Engels en los tres artículos sobre el problema de la vivienda, publicados durante 1872 en Wolksstaat, en ellos defiende la necesidad de posponer este problema al nuevo sistema de producción que debe lograrse tras la revolución. El planteamiento de este autor marxista, plenamente asumido por Aymonino, supone la necesidad de replantear el problema en toda su extensión, no aceptando su reducción al alojamiento de los trabajadores, sino situándolo en el ámbito de toda la ciudad. En ese punto el problema es de producción y justa distribución, lo que se resolverá mediante la previa expropiación; además la cuestión está ligada a la eliminación de las contradicciones entre la ciudad y el campo. El Autor considera positiva, desde el punto de vista político, la poca atención prestada por el Comunismo a este problema, así se han evitado falsas ilusiones, ya que no puede haber solución verdadera mientras no haya cambiado el sistema de producción económica. Sin embargo el problema sí que ha sido afrontado por la socialdemocracia, y de ahí se pueden extraer experiencias; esto es lo que realiza en los siguientes capítulos.

2. Experiencia vienesa.

Tras presentar la situación de la vivienda en Viena al proclamarse la República (1918) el capítulo se centra en las experiencias bajo el Ayuntamiento socialista (1929-34), y expone las características de las soluciones propuestas, los Höfe (basados en los viviendas vienesas tradicionales alrededor de un patio central, pero en los que se introduce un cambio de escala) suponen acometer el problema de la ciudad en su conjunto, y ello mediante la resolución de manzanas dotadas del equipamiento necesario, presentadas como defensa ante la ciudad especulativa. El Autor valora este enfoque en que se unen los aspectos político-económicos y formales; subraya al mismo tiempo, la situación de miseria y hacinamiento de la población obrera, el egoísmo de clase de la burguesía, y la ausencia de verdadera disposición para resolver el problema hasta la llegada al poder del socialismo.

3. La ciudad de Berlín.

En este tercer capítulo se desarrollan con cierta amplitud los distintos planteamiento urbanísticos presentes en aquella ciudad desde el final de la Gran Guerra: las primeras aplicaciones del zoning con la conservación de la tipología y carácter de las viviendas existentes; los intentos de una socialización de la construcción de viviendas mediante "Sociedades edificatorias socializadas autónomas"; y la puesta a punto del concepto de residencia (título del último apartado del capítulo), desde la concepción de la ciudad jardín (no como alternativa sino como solución de la población de la periferia) hasta la formación de las Siedlungen como simples asentamientos, no como barrios, y por tanto con falta de equipamientos. A pesar de los intentos de Gropius por plantear la vivienda en altura, con baja densidad, como una solución de progreso, la vivienda alta y en el centro se deja a cargo de la iniciativa privada, y la social queda reducida a la vivienda baja y en la periferia.

4. La revolución soviética.

La exposición del Autor sigue la ortodoxia del discurso comunista: la revolución bolchevique produce la primera oportunidad de condiciones globales (la transformación revolucionaria) para resolver el problema de la vivienda, pero al mismo tiempo las anómalas condiciones reales presentes no permiten esa solución. Por otra parte en línea con los planteamientos de Engels, Lenin puede avanzar que la asignación gratuita de vivienda requerirá la previa extinción del Estado. Por ello no le resultan extraños al Autor los niveles de hacinamiento producidos en Rusia tras la revolución; analiza brevemente la alternativa de casa-comuna desde los primeros modelos de viviendas dotadas de equipamiento comunal (concurso para 100-200 habitantes en los alrededores de Moscú en 1919), hasta el edificio del Narkomfin (195 familias y 1100 habitantes) realizado en Moscú por Ginzburg y Miljutin en 1928-29.

Poco después un cambio de orientación es bien patente en la revista Arquitectura Contemporánea que en 1927 apoya la solución comunal, y en 1930 señala la ficción de la comuna y apuesta por la desurbanización con la consiguientes integración entre industria y agricultura. Para el Autor el problema se centra en la contraposición de dos intereses: la búsqueda de nuevos espacios, para una nueva forma de vida y la necesidad de espacios estandarizados a un precio óptimo. Concluye que la ciudad socialista no ha sido alcanzada, es decir, no se ha llegado a una concepción de la vivienda que no sea ya defensa de la ciudad, sino que esté relacionada con la ciudad socialista; es decir, la vivienda como servicio social y hacer de este servicio base de la ciudad. Por el contrario en la práctica se ha llegado a una simple solución de compromiso con grandes manzanas parcialmente equipadas. Por ello, el proyecto de Nathan Osterman en Moscú —una casa colectiva para 800 familias puede resultar una experiencia fallida si no lo sostiene un contexto social adecuado.

5. Congresos de Frankfurt y Bruselas.

Según el Autor el interés del estudio de sus ponencias no está en su consideración histórica, sino en la actualidad de los problemas planteados, que no fueron, ni han sido, resueltos. En el Congreso de Frankfurt se estudió la Existenzminimum, no el mínimo absoluto (el mínimo vital ya alcanzado por la vivienda especulativa), sino el relativo a las condiciones cívicas (se llega así al concepto de "ración habitable", la cama), y a las condiciones sociales, y por ello la relación cama-vivienda-edificio-asentamiento-ciudad, aunque aquí, a juicio del Autor, se descartaron los parámetros más complejos (diversidad de trabajo, cultura, ocio, etc.). La búsqueda de la Existenzminimum se basa en la necesidad de ahorrar medios, en especial trabajo, dotando a todos de los imprescindible; al mismo tiempo esa aproximación al mínimo supone, o mejor presupone, un máximo de comunidad: el aumento del equipamiento comunal en el que se incluye desde el lavado de ropa, preparación de alimentos, cuidado de niños, etc.

El Congreso del año siguiente en Bruselas prestó especial atención a los conjuntos urbanos, y a la racionalización constructiva que permitiese una producción más económica. Se comprobó con más claridad las dificultades de alcanzar soluciones formales adecuadas; algunos de los congresistas (Gropius, Kaufmann, Böhm) consideraban prioritario las soluciones políticas, otros (como Le Corbusier) suponían que el proyectista podía y debía imponer sus soluciones. Karel Teige vuelve al planteamiento de Engels: no se trata de producir, sino de repartir.

6. Conclusiones.

El problema se mantiene; no se ha desarrollado un prototipo de vivienda óptimo, ni una producción masiva de modelos expresivos. La racionalidad ha sido asumida por el capital, para su provecho, y esa experiencia ha sido recogida acríticamente por los países socialistas.

VALORACIÓN DOCTRINAL

Aunque el estudio se centra en consideraciones históricas, todo él está cargado de una visión marxista, expuesta de modo rotundo por el Autor. Los datos que podían resultar —y de hecho resultan— más negativos para su propia óptica (p.ej. la experiencia soviética) pretenden ser salvados mediante la asunción de la ortodoxia comunista que pospone la solución de la vivienda (como de cualquier problema real) a la sociedad socialista; al mismo tiempo esto le permite juzgar con aparente objetividad las soluciones socialdemócratas, con la certeza de su carácter insuficiente.

Junto con la adopción del principio de la lucha de clases —bien perceptible en la disposición a sacrificar avances concretos y parciales a fin de mantener la situación que permita la solución total de la revolución—, en el texto se pone de manifiesto un erróneo concepto de hombre y de su condición social. Se parte de un núcleo individual mínimo (el que exige la "ración habitable") y de un máximo comunal. En este sentido quizá el texto más agresivo resulta ser la ponencia de Gropius en el Congreso de Frankfurt (Los fundamentos sociológicos de la vivienda mínima): el concepto de familia que presenta es el resultado de un análisis sociológico realizado desde una óptica socialista y determinista; la familia aparece librándose en ese momento de la coacción de la Iglesia y el Estado, y preconiza una progresiva socialización que permita la existencia de la familia como "libre unión espiritual y económica del hombre independiente" (p. 119).

En todo caso, bajo la perspectiva que proporcionan los años transcurridos desde la celebración de aquellos Congresos, incluso desde la redacción de este ensayo —con el agotamiento de la espera de una auténtica sociedad comunista—, los errores de enfoque y sus consecuencias resultan fácilmente aclarados por el lector que mantenga un moderado sentido crítico.

 

                                                                                                               J.L.V. (1994)

 

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