ERASMO DE ROTTERDAM

Elogio de la locura

Editorial Bruguera S.A.

SUMARIO:

1. INTRODUCCIÓN

1.1. Marco histórico-cultural del autor.

1.2. El autor.

2. EL LIBRO

2.1. Estructura y estilo.

2.2. Resumen. (Un buen resumen del libro se encuentra en Mil libros, de Nueda y Espina, Ed. Aguilar, Madrid 1985)

2.3. Observaciones.

3. VALORACIÓN DOCTRINAL

1. INTRODUCCIÓN

Es importante para entender y estudiar la obra, poner especial atención al marco histórico-cultural del autor y las circunstancias externas de tal creación.

1.1. Marco histórico-cultural del autor.

Buckhardt, notable estudioso del Renacimiento, creó "el mito del Renacimiento", acogido con simpatía por el pensamiento liberal, que veía en aquel movimiento cultural la liberación del espíritu humano, la victoria de la luz sobre las tinieblas; en una palabra, el advenimiento de la tolerancia y del liberalismo, el desarrollo del espíritu laico moderno.

Buckhardt se había aplicado a estudiar este movimiento cultural, exclusivamente en Italia. Desde esta perspectiva, se comprende bien la estrecha ligazón que algunos historiadores protestantes han establecido entre Renacimiento y Reforma. Otras investigaciones sin embargo, han llegado a borrar los límites y la antítesis entre Edad Media y Renacimiento, a desechar el propio concepto de Renacimiento o a interpretarlo de modo diverso. Así, Huizinga en su obra "Otoño de la Edad Media" traducida al castellano, en la que este profesor neerlandés considera los Países Bajos borgoñeses y la Francia norteña durante los s.XIV y XV como una cultura en declive, en la que se manifestaban unas características (lujo y riquezas, extravagante magnificencia de la vida de la Corte, una concepción del amor, de la moral y de la religión, desequilibradas) resultado de una sociedad caballeresca decadente,influida por el comienzo del capitalismo y de la urbanización.

Investigadores posteriores —en los primeros decenios del s.XX— se ocuparon de profundizar en la cultura de los países nortealpinos. Como consecuencia de estos estudios fueron revelándose novedades. Así Paul Joachimsen y Karl Brandi, apoyan la idea de un Renacimiento nortealpino en contraste con el italiano. El Renacimiento nortealpino afirman, unificado bajo la influyente figura de Erasmo, fue principalmente cristiano, y, en cierto modo, ayudó a progresar en la vía de la Reforma.

Cuanto más se profundiza en estas diferencias, se hallan más pruebas diferenciales entre el sentido cristiano del Renacimiento italiano y el del resto de Europa.

El Renacimiento italiano estaba entremezclado de un paganismo íntimo y de un pseudo-misticismo curioso —cfr. Recensión al libro "El Cortesano de Castiglione"—, lo que explicaría contradicciones, a primera vista, insolubles.

Aunque sólo en raros casos, el despertar del espíritu laico y superador de servidumbres, significara un total rechazo de la fe cristiana, dio origen a actitudes y manifestaciones confusas, ambiguas, complejas. Es en Italia donde se detecta con mayor fuerza cierto escepticismo y sincretismo religioso mientras en el resto de Europa, no es así.

Ambas manifestaciones conservan de común la apelación a la autenticidad filológica de las fuentes clásicas, como base para sus construcciones culturales; el gran optimismo sobre la naturaleza humana; la aspiración a la perfección en todos los campos; el convencimiento de la eficacia de una educación bien dirigida, aunque no acabaran de dirigirla bien...

El hombre no debía someterse a limitaciones procedentes de otros dominios, como había sido frecuente en el sistema ideológico vigente en los siglos anteriores.

Opinan que estos anhelos humanos habían sido mayormente olvidados por la cultura medieval, eminentemente eclesiástica, por lo que acudían al ejemplo y enseñanzas de la Antigüedad.

Esta búsqueda tuvo, además, una dimensión exegética; ésta es una de las razones del gran interés por la crítica textual. A través de una mayor autenticidad filológica creerán encontrar el verdadero espíritu de los textos y en él, su verdadero apoyo en la lucha por la consecución del ideal humanista en franca oposición a los fundamentos de una visión escolástica y de la tradición cristiana.

Los humanistas nortealpinos añaden a estas inquietudes, otras características propias: son más realistas, más críticos. Superan las preocupaciones estéticas y morales del neoplatonismo italiano y se adentran en la investigación histórica y política y, sobre todo, en la religión. Entraban en una etapa renovadora; había que rescatar no sólo las letras y las artes de lo que habían sido en los siglos anteriores, sino que convenía actuar del mismo modo con la religión para poner de manifiesto la verdadera fe cristiana que pensaban que en cierta forma había sido adulterada en su vivencia, ensombrecida en su enseñanza e incluso adulterada por haber incluido en ella consideraciones marginales e incluso anecdóticas.

También anteriormente en Italia, Lorenzo Valla —en realidad él fue el instigador y propulsor del método— con su interés filológico, había iniciado la persecución de consecuencias y objetivos que iban en esta línea: la retórica debía servir de fundamento a la filosofía y a la teología. Asestó así un duro golpe a la lógica dialéctica usada por la escolástica decadente.

En una primera fase el beneficiario sería el lenguaje; más tarde, a través del lenguaje, se penetró más a fondo en el contenido. No sólo se estudiaba a los autores griegos y latinos en función del tema que trataban, sino que los estudiaban para penetrar en las razones que les movieron a escribir y el modo que lo hicieron:

"Así, la lectura de Tácito, Livio o Tucídides influía no solamente en la concepción de la historia, sino también en la consideración acerca de cuál era el tema adecuado para la misma. De modo similar, la poesía de Horacio y Cátulo sugería no solamente nuevos modos de poetizar, sino también nuevos temas. Las comedias de Plauto y Terencio eran, al mismo tiempo, modelo y estímulo para Maquiavelo y Ariosto. La sátira de Luciano afilaba el ingenio y aumentaba la fantasía de Moro y Erasmo; la correspondencia de la Antigüedad, particularmente las cartas de Cicerón, extendía el alcance de lo que se consideraba como el contenido apropiado de la comunicación no convencional entre amigos." (J.H.Hale)

Todas estas ideas se hacen ideal educativo: la formación se acopla a la edad, se gradúa en relación a ella. Descansa sobre la lectura de textos, sobre su recitación y análisis —"impregnación"— y sobre la "imitación", dominio del tema y versificación, frente a la excesiva importancia otorgada anteriormente a la memoria y a la capacidad de argumentar.

De los centros así orientados quizá el más famoso fue el establecido en Deventer, dirigido por los Hermanos de la Vida Común: en él se formó Erasmo (1475-1484).

Por otra parte, la actividad cultural de este centro no se redujo a la educación, sino también a la producción de literatura devota y a la transcripción de manuscritos, influidos por el método de Lorenzo Valla. También se dieron cuenta de la importancia de la imprenta y fundaron prensas dedicadas a la publicación de diferentes obras, incluyendo textos clásicos.

Se estudiaban los textos hebreos y griegos de la Escritura con el método crítico que había iniciado audazmente Lorenzo Valla. Éste, en sus "Annotationes in Novum Testamentum", que póstumamente en 1505 publicó Erasmo, denunciaba los contrasentidos e inexactitudes del texto de la "Vulgata", desde el punto de vista linguístico.

Colet en Inglaterra dictó durante varios años unas conferencias en las que rompía con el método tradicional de la enseñanza de la Escritura: se concentró sobre el sentido literal, gramatical e histórico de los escritos paulinos, como si se tratara de un texto literario.

Del interés por la exégesis bíblica, de su estudio a la luz de los nuevos métodos y sistemas filológicos había nacido un modo de pensar que se puede sintetizar en las siguientes ideas y preocupaciones: formulación de una teología más sencilla y asequible a todos; interiorización de la religión para ser vivida no sólo por los eclesiásticos, sino también por los laicos; solicitud por una Iglesia más purificada... El "evangelismo" reacciona contra los escolásticos a los que tacha de "sofistas". La corriente humanista "revisa" la exégesis tradicional; al tratar de acentuar su unión con Cristo, se desinteresan de algún modo, de los ritos y observancias. Aceptan a la Iglesia como institución respetable pero consideran que debe ejercitar su autoridad solamente en el terreno de lo espiritual. Está claro que una lectura puramente intelectual de la Biblia introducía en algunos de los errores del protestantismo.

1.2. El autor.

Nació en Rotterdam el 28-X-1466. Murió en Basilea el 12 de julio de 1536.

Hijo ilegítimo de Gerhard de Prael. La ilegitimidad de su origen pesa sobre él toda su vida.

Junto con su hermano mayor Pedro, cuando apenas contaba cuatro años, acudió a la escuela de Gouda, lugar donde vivía su padre. A los nueve, su padre lo envía a Deventer (Colegio que regían los Jerominianos), donde prosigue sus estudios. Permaneció allí de 1475 a 1484.

En los últimos tiempos de su estancia en Deventer, dirigió la escuela Alejandro Hegius continuador de la obra de Rodolfo Agrícola (1444-1485) quien había conducido al humanismo alemán a su perfeccionamiento, siguiendo las huellas de Lorenzo Valla (1405-1457). Erasmo oyó a Rodolfo Agrícola en un discurso pronunciado en la Escuela que dejó profunda impresión en su espíritu.

La muerte de su madre, producida por la peste que causaba estragos en la ciudad, dio fin a su estancia en Deventer. Su padre llevó a Gouda a los dos hermanos.

Sin embargo, el padre también murió poco después y ambos muchachos quedaron bajo la protección de sus tutores, uno de los cuales fue Pedro Winckel, maestro de escuela en Gouda.

Entre los tres tutores disiparon el patrimonio familiar y presionaron a los dos hermanos para que entraran en un monasterio. Para Erasmo —así lo denunciaría más tarde— este hecho constituyó un abuso de poder y de autoridad, realizado para disimular su mala administración...

Erasmo, en principio, se negó a unirse a los hermanos de Deventer.

Fue atacado también por la epidemia. Y más tarde, tras una visita al monasterio de Steyn (de la orden de canónigos regulares de San Agustín), cedió a las presiones de sus tutores y se incorporó a la vida monástica en Steyn, sin gran convencimiento. Profesó en 1488 y fue ordenado sacerdote en 1492.

Durante su permanencia en Steyn —corta permanencia— se dedicó a estudiar a los clásicos y a los primeros humanistas italianos , sobre todo Lorenzo Valla. Compuso poemas latinos y tra bajó en su "Antibarbarii", apología de letras profanas.

En 1493, de acuerdo con sus superiores, abandonó el monasterio para actuar de secretario del obispo de Cambray. En 1495, después de esperar inútilmente que el obispo le llevara a Roma consigo, éste le autorizó a marchar a París a estudiar en su universidad, donde reinaba una gran efervescencia entre tradicionalistas y reformistas que pretendían —como ya lo hemos apuntado— purificar y restaurar las órdenes monásticas y acabar con los abusos que la Iglesia reconocía, aunque sin separarse de la doctrina.

En París estuvo en el colegio Montaigu. Se afirmó en su vocación de hombre de letras y publicó un libro de poemas. Inició sus estudios teológicos; comenzó a sentir una honda aversión por el escolasticismo. Tampoco le atrajeron el neoplatonismo ni el aristotelismo de Lefèvre d'Etaples.

Viaja a Holanda (1496). Más tarde regresa a París y vive dando clases a jóvenes ricos. Compone, aprovechando sus clases, el núcleo de los que serían sus "Colloquia" y su "De ratione studii".

En 1499 viaja a Inglaterra; conoce a John Colet y a Thomas Moro; se trata incluso con la familia real. Con Thomas Moro entabla una gran amistad. A su lado descubre que no se le pregunta sobre su oscuro origen, ni se tiene en cuenta su condición de religioso: se le aprecia simplemente como intelectual. Quizá esta amistad fue la roca firme que ayudó a Erasmo a mantenerse dentro de la Iglesia católica, a pesar de todas sus dificultades.

En 1500 regresa a París donde publica sus "Adagia". Escribe también en aquellos años (1503) el "Enchiridion militis Christi" donde pretende resumir una teología para laicos devotos y expresa su tesis de que la vida cristiana no es patrimonio de religiosos sino de todos los fieles.

Hasta aquí Erasmo se ha mantenido dentro de una línea más o menos tradicional. Su novedad radica en la exigencia de una religión depurada de todo rito y en un moralismo radical. El Evangelio, como el hombre, —dice— presenta una doble significación: una externa, otra interna. Erasmo demuestra el desdén más absoluto por "lo externo del hombre y sus atributos". Del mismo modo se muestra desdeñoso respecto a las ceremonias del culto litúrgico... Condena el culto a las reliquias... Únicamente el Evangelio nos lleva a Dios: era partidario de que el Nuevo Testamento estuviese al alcance de todo el mundo. Era preciso realizar una versión más exacta: la nueva edición que acometió Erasmo estuvo llena de interpretaciones personales apartándose sin vacilación, de la opinión tradicional cuando creía que no respondía al texto auténtico. En las introducciones al NT desarrolla sus ideas fundamentales, lo que llama "Philosophia Christi" en la que ofrece una filosofía cristiana de la vida con Cristo como centro, haciendo tabla rasa de todo el esfuerzo teológico medieval.

Entre 1511 y 1514 enseña griego y teología en Cambridge. Durante su etapa de profesor de griego, redactó unas normas de pronunciación que alcanzaron aceptación general y siguen aún vigentes.

En 1516 se traslada a Basilea; es nombrado consejero del príncipe Carlos, futuro emperador. Queda consagrado como figura europea.

A partir de 1517 —habiéndole dispensado Leon X de todos sus compromisos monásticos— su fama alcanza el máximo esplendor y las cortes europeas le reclaman. Se disputan el honor de tenerle a su lado.

Lutero (1519) se esfuerza por ganarse su apoyo. Erasmo se cuida de otorgárselo. Quizá están de acuerdo en el fondo de la controversia planteada con la Iglesia. De ningún modo coinciden en la forma. Erasmo le miró con admiración y buena voluntad. Elogió su conocimiento de las Sagradas Escrituras... Todas las miradas convergían en ambas figuras... Buscando paz y tranquilidad personal, Erasmo fija su residencia en Basilea donde le nombran rector de la Universidad. Tras el estallido y desarrollo de la Reforma protestante inevitablemente llegó a la situación de tener que oponerse abiertamente a Lutero con su obra "De libero arbitrio" (septiembre de 1524) a la que respondió Lutero con "De Servo Arbitrio" (septiembre de 1525). Su influencia por tanto en este tema fue ambigua: cualquier ruptura con la Iglesia tradicional era, a sus ojos, un escándalo y una locura, pero a la vez buscaba la reforma de la Iglesia, se pronunciaba en favor de una progresiva reducción de las esencias dogmáticas: desestimó el contenido dogmático que separaba a Lutero de la Iglesia católica.

En 1524 publica también "Hyperaspistes" y tras la separación de la Iglesia anglicana, su "Institutio Christiani Matrimonii".

Más trabajo, más obras, le sorprende la muerte en 1536.

Erasmo ha venido al mundo en un momento crucial de la Historia de la Humanidad; cuando él nace, la Edad Media queda atrás y da paso a una nueva etapa trascendental, la Edad Moderna. Del s. XV al XVI se precipitan los acontecimientos. Europa se proyecta en el mundo; los descubrimientos de nuevas tierras, de ¡nuevos continentes! se suceden uno a otro:

        — en 1486 Bartolomé Díaz llega al cabo de Buena Esperanza

        — en 1492, es Colón quien descubre América

        — Sebastián Cabot llega a la península del Labrador

        — Vasco de Gama abre el camino de las Indias y

        — de 1519 a 1522, Juan Sebastián Elcano da por primera vez la vuelta al mundo, demostrando que la tierra es redonda.

La invención de la imprenta ayuda mediante la impresión de libros a difundir la cultura...

Se diría que Erasmo lleva toda esta impronta en su vida que es también agitada, nómada... sin arraigo, centrado en sí mismo, en su afán de saber y de hacer, frío, racional, centro de todos los acontecimientos, según la típica frase de Terencio: "Homo sum: humani nihil a me alienum puto". Hace protestas de su amor a la Iglesia mientras la destruye con su palabra y con sus hechos.

Menéndez Pelayo en su libro "Historia de los heterodoxos españoles" realiza una amplia crítica, amplia y dura crítica (cfr. pp. 765-775 de la obra citada), aunque trate de ser comprensiva:

"las circunstancias de la vida de Erasmo explican el tono y calidad de sus escritos. Nunca tuvo mayor aplicación la "fisiología literaria". Hombre de complexión débil y valetudinaria, de carácter irresoluto y tornadizo, ni para el bien ni para el mal tenía grande firmeza. Por eso no fue ni del todo católico ni del todo protestante y, después de abrir el camino a los luteranos, se espantó de su obra y escribió contra Lutero."...

He tratado de elegir, dentro del contexto, las palabras más suaves de Menéndez Pelayo hacia nuestro autor.

2. EL LIBRO

Así lo presenta Menéndez Pelayo:

"En el "Elogio de la Locura", obra ingeniosísima que todavía se lee con gusto y en la cual sólo se echa de menos un poco de esa animación, ligereza y sobriedad que parece vedada a los hombres del Norte, aún son mayores las audacias e irreverencias." (op.cit. p.770)

En 1509 llega Erasmo a Inglaterra después de recorrer varias ciudades italianas. Coincide con la subida al trono de Enrique VIII. Según él mismo lo explica a su amigo Thomas Moro, a quien dedica la obra, lo escribe en siete días, "a modo de distracción..." En efecto, se observa en esta obra una ironía que brota de una fuente amarga... Se publica en París en 1511.

Según dice en la carta que dirige a Thomas Moro a modo de Prefacio, el nombre de la Locura (Moria) le sugirió el de Moro, el más juicioso e ingenioso de todos sus amigos...

Por una parte, presenta al mundo como escenario de la Locura universal: nos presenta una auténtica mascarada...

Por otra, nos da a conocer a la Locura como protagonista —como elemento necesario e incluso imprescindible— que hace posible la vida de los hombres y la sociedad.

No es Erasmo quien habla. En su lugar lo hace "Stultitia", la Locura personificada que es quien se encarga de hacer su propio panegírico elogioso acerca de su poder y de su utilidad. De este modo, pone en su boca "todas las verdades" que dedica a los grandes de la tierra... Su opinión personal parece imperceptible y sin embargo, está ahí, en esa boca que le permite las mayores audacias. En esa sátira de las ilusiones humanas el autor no se detiene ante nada: patria, amor, sabiduría, religión: todo es locura y está enseñoreado por la Locura. El elogio de la Locura es más fuerte que la crítica.

El libro tiene por tanto una fuerte connotación didáctica y el modo es la sátira.

2.1. Estructura y estilo.

El libro viene precedido de un Prefacio que, a la vez, es una dedicatoria:

ERASMO DE ROTTERDAM A SU AMIGO TOMÁS MORO, SALUD...

Realmente eran amigos y el "lenguaje" de Erasmo así lo expresa:

"Entre ellos tú, mi querido Moro, eras el primero en acudir siempre a mi memoria: encontraba de nuevo en tu ausencia el mismo deleite, o más vivo aún, que encontraba antes en tu compañía, durante las horas que pasamos juntos y que considero como las más felices de mi vida."

Es un pasaje lleno de vigor y de ternura que choca en la pluma de quien también va a hacer desfilar la amistad ante la Locura para llenarla de vituperios. Realmente ¡cuánto bien puede hacer una amistad! En el caso de Erasmo se aprecia esto en su propio lenguaje, en positivo cuando se refiere a Moro, en negativo, cuando contempla la amistad en general..

"Sin embargo, como era preciso ocuparse en algo más que en los recuerdos, y las circunstancias no eran demasiado favorables para profundas meditaciones, se me ocurrió la idea de escribir un elogio de la Locura"... "la idea me la inspiró tu apellido Moro, que tan cerca está del vocablo "Moria", como lejos de ella quien lo lleva"...

De nuevo, lo único que escapa de la amargura: la amistad de Moro... Llama la atención encontrar un Erasmo racional siempre, frío, ponderado, que se expresa, gracias a una amistad, en lenguaje de corazón...

El mismo Erasmo nos sitúa en cuanto al estilo y la fuerza didáctica de su lenguaje en esta obra: la sátira, tal y como la ha aprendido en la comedia antigua:

"acusándoseme también de pretender resucitar la comedia antigua al estilo de Luciano"... "Pero aquellos a quienes ofenda la ligereza y el tono burlón de mi obra, piensen que yo no soy el inventor del género, sino que me limito a seguir el camino trazado desde antiguo por famosos autores"...

Y así es. En la relación de autores y obras que cita, Erasmo hace un alarde de erudición: Homero, Virgilio, Ovidio, Polícrates, Glauco, Sinesio, Luciano, Séneca, Petrarca, etc. Interpola en el texto sus frases y dichos como si fueran suyos propios...

El objetivo que se propone tiene además su porqué, en cuanto al contenido:

"¿No sería demasiado injusto, concediendo a todos los hombres el derecho a divertirse, no permitir ningún solaz a los que se dedican al estudio, máxime si hablan de asuntos serios que, aunque tratados en broma, tal vez SEAN DE MÁS PROVECHO PARA EL LECTOR QUE TENGA UN MÍNIMO DE OLFATO; QUE CIERTAS SEVERAS Y ESPLÉNDIDAS DISERTACIONES?"

La intencionalidad es clara: empleará la sátira, fustigará con ingenio e impunemente, PARA ENSEÑAR.

Sale incluso al paso de posibles ataques por parte de personas que puedan sentirse ofendidas y se defiende:

"Pero yo pregunto: quien tiende a corregir las costumbres de los hombres, sin atacar a personas determinadas, ¿lo hace por el placer de morder, o para advertir y enseñar? ¿Cuántas veces no me he reprendido a mí mismo mi conducta? Por otra parte, CUANDO LA SÁTIRA NO OMITE NINGUNA CLASE NI ESTADO, NO PUEDE DECIRSE QUE VAYA CONTRA NINGÚN INDIVIDUO SINO CONTRA TODOS..."

Hasta aquí, el Prefacio.

En cuanto a la estructura, hay que decir que el libro precedido de un Prefacio va seguido de una "DECLAMACIÓN" que se articula a lo largo de 68 parágrafos... A través de este juego de ingenio —la presentación en escena de un solo personaje— habla en ellos siempre la LOCURA...

No hay epílogo. A modo de conclusión en el párrafo 68 y último dice Erasmo:

"...pensad que quien os ha hablado es la Locura, que además es mujer"... "Adiós, pues. Aplaudid, vivid y bebed, celebérrimos iniciados de la Locura."

2.2. Resumen.

Desde el primer parágrafo, empieza el elogio de la Locura. En primer término lo hace introduciéndola como uno de esos personajes teatrales que hacen su propia presentación y que debutan alabándose.

A lo largo de los seis primeros parágrafos, en esa propia autopresentación va haciendo Erasmo ostentación de su propia erudición —aunque aparentemente haya protestas en sentido contrario— a través de frases, proverbios, situaciones, ejemplificación abundante extraída de los clásicos, aunque termine diciendo:

"Se ha visto, pues, que imito a los retóricos de nuestro tiempo..."

No se le puede negar ingenio y gracia... Los parágrafos VII al X nos hacen la presentación de las fuerzas que mueven la sociedad de su tiempo... Lo hace a través de la presentación de sus propios progenitores y cortejo...

Así Plutón, el dios de la riqueza...: "Por su arbitrio se rigen la guerra, la paz, los imperios, los consejos, los juicios, los comicios, los matrimonios, los pactos, las alianzas, las leyes, las artes, lo cómico, lo serio... me falta el aliento... en suma, todos los negocios públicos y privados de los mortales..."

La riqueza... raíz y fuente de la Locura...

Su madre Hebe...(Juventud). Le alimentan dos ninfas, Meté... (la Embriaguez) y Apedia... (la Ignorancia)... Parte de su Cortejo son las damas. Así conocemos a Filautía... (el Amor Propio); Colacia... (la Adulación); Leteo...(el Olvido); Misoponia... (la Pereza) "ésta que se apoya sobre los codos y cruza las manos..."; Hedoné... (Voluptuosidad), coronada de rosas y llena de perfumes; Anoia... (la Demencia) y Trifé... (la Molicie).

No contento con poner a la Locura como ingrediente de la vida, la presenta como fuente de la misma: "Y en suma, a mí, solo a mí, repito, tendrá que acudir ese sabio si alguna vez quiere ser padre..." Aquí se asoma la amargura de su propio origen...

Y en el parágrafo siguiente, el XII, —¿como reacción a su propia desventura?— habla de la Locura no sólo como fuente de la vida sino de cuanto existe de bueno en el mundo... Afirmación que tomada en serio sería una auténtica aberración tanto en su expresión como en su contenido, al hacer de los placeres sensibles la única y verdadera felicidad...

Fuera de la Locura, los primeros personajes que desfilan alrededor de Ella son la niñez y la vejez... (XIII-XIV) En ambos extremos encontramos a la Locura, como dueña y señora...:

"¿Qué hay entre ellos que les diferencie, sino la rugosidad de la piel y el número de cumpleaños celebrados? Los cabellos lacaros, la boca desdentada, el cuerpo débil, la apetencia de leche, los balbuceos, la simpleza, la charla insustancial, la falta de memoria, la carencia de reflexión, todo esto, entre otras cosas, les acerca..."

Seguidamente —parágrafo XV— hace otro alarde de erudición sumiéndose en el "empíreo" haciendo alusión a dichos, hechos y proverbios de Safo, Ovidio, Luciano Homero, las Geórgicas...

Los cinco parágrafos siguientes los emplea en hacer desfilar en boca de la Locura diversas situaciones e instituciones:

XVI: disquisiciones sobre la razón y la concupiscencia... Da una visión negativa, de tendencia protestante... la íntima corrupción de la naturaleza humana...

XVII: sobre las mujeres locas...

XVIII: sobre los festines...

XIX: sobre la dulzura y trato con los amigos...

XX: sobre el matrimonio...

Todo lo somete a su visión satírica, amarga, demoledora, sin esperanza, sin trascendencia...:

XXI: Resume así su visión:...

"En suma, de tal forma no hay ninguna sociedad ni relación humana que pueda ser placentera ni estable sin mí, que ni el pueblo al príncipe, ni el siervo al señor, ni la criada a la señora, ni el discípulo al maestro, ni el amigo al amigo, ni el marido a la esposa, ni el inquilino al casero, ni el camarada al camarada, ni el huésped al anfitrión les soportarían un instante si el uno con respecto al otro no fingieran, ni se adularan, ni se engañaran, prudentemente, ni se untaran con la miel de la Locura."

Este pensamiento resumido en el parágrafo XXI, como hemos dicho es por una parte un resumen de los anteriores y por otra parte la sustentación de los que siguen; XXII y XXIII :

"la primera condición de la felicidad es que cada cual esté satisfecho de ser lo que es".

"Filautía (el Amor Propio) da para ello grandes facilidades."

"logra que nadie tenga queja de su propia belleza, ni de su ingenio, ni de su progenie, ni de su estado, ni de su conducta, ni de su patria."

todas las empresas humanas son realizadas por la "hez de los mortales y no, por los filósofos que velan bajo una lámpara."

Como para reforzar las ideas expuestas hasta aquí, Erasmo ofrece en los siguientes parágrafos (XXIV a XXVII ambos inclusive) ejemplificación abundante tomada de hechos de la antigüedad. La tesis expuesta es la siguiente: la sabiduría no sirve para regir los pueblos; éstos la rechazan: "De cuán inútiles sean los sabios para todos los menesteres de la vida, nos sirve de ejemplo el mismo Sócrates." Hace alusión a la acusación de la que fue víctima y de la que no se defendió de corromper a la juventud porque le enseñaba a someter a crítica y revisión el saber tradicional.

"No obstante, podría tolerarse que gobernaran los sabios, aun cuando ejerciendo las funciones públicas produjeran el efecto de asnos tocando la lira (locución proverbial griega) si mostraran maestría en todos los actos de la vida (...) Mas llevad a un sabio a un convite, y aguará la fiesta con su triste silencio o con molestas cuestioncillas. Llevadlo a un baile, y diréis que salta como un camello." (cfr. XXV)

Y en el XXVI:

"¿Qué es lo que devolvió la concordia a la plebe romana cuando estaba próxima a sucumbir? ¿Tal vez un discurso filosófico? En modo alguno..." Introduce alguna ejemplificación de Temístocles, Sertorio, Licurgo "por cuyas fabulosas ficciones se gobernó la necia multitud. Son estas necedades las que conmueven esa ingente y poderosa bestia que es el pueblo."

O "¿Qué hay más insensato, dicen que lisonjear un candidato al pueblo para pedirle sus votos, comprar con largueza sus favores, perseguir el aplauso de los necios, complacerse con las aclamaciones, ser llevado en triunfo como una bandera o verse en el foro convertido en una estatua? Añadid a esto la adopción de nombres y sobrenombres. Añadid los honores divinos rendidos a esos mentecatos, añadid las ceremonias públicas en que son puestos en el rango de los dioses los tiranos más infames (...) de tal fuente han nacido las más brillantes hazañas de los héroes (...) Esta locura engendra las ciudades, mantiene los imperios, las magistraturas, la religión, los consejos y la justicia, porque la vida entera del hombre no es otra cosa que un juego de locos." (cfr. XXVII).

Y termina en el parágrafo XXVIII hablando de las artes.

"¿Qué es sino la sed de gloria lo que induce a los mortales a cultivar estas disciplinas, reputadas como excelsas, y a transmitir a la posteridad el fruto de sus trabajos?."

"No obstante, a esta Locura debéis una de las mayores y más dulces ventajas de la vida, como es sacar partido de la locura de los demás."

A partir del parágrafo XXIX no sólo reclama para la locura las excelencias del valor del ingenio sino también las de la prudencia.

"Si la prudencia reside en el uso que se haga de las cosas, ¿a quién compete más el honor del nombre de prudente, al sabio que, en parte por vergüenza, en parte por timidez de ánimo, no emprende nada, o al loco, a quien ni la vergüenza, de la cual carece, ni el peligro que no se para a considerar, hacen que ante nada retroceda? Se refugia el sabio en libros vetustos y no aprende más que un mero artificio de palabras. El loco, en cambio, abordando las realidades y los peligros, adquiere, a mi juicio, la verdadera prudencia. Homero, aunque ciego, lo vio bien cuando dijo que los hechos incluso los locos los entienden."

Pero no se trata de invitar a vivir la prudencia como virtud sino la prudencia de la vida, la astucia para triunfar en ella; lo podemos ver claro en algún párrafo más que transcribo literal de este mismo parágrafo y en el XXIX:

"Precisamente la ficción y el engaño es lo que detiene los ojos de los espectadores. Ahora bien, ¿qué otra cosa es la vida de los mortales, sino una comedia cualquiera, en la que unos y otros salen cubiertos con sus máscaras a representar sus respectivos papeles, hasta que el director de escena les ordena retirarse de las tablas? (...) De la misma manera que nada hay más loco que la inoportuna sabiduría, tampoco hay nada más imprudente que la prudencia mal entendida. Y actúa con prudencia mal entendida quien no se acomoda a las cosas presentes ni obedece las costumbres, quien olvida la regla de los banquetes que dice: =Bebe, o márchate=, y pide que la comedia no sea ya comedia. Por el contrario es verdaderamente prudente quien, teniendo en cuenta que es mortal, no se preocupa por saber más que los hombres, y considera que la mayoría de los hombres, o se avienen a simular que no ven, o se engañan con mucha cortesía.

Y esto, se dirá, es propiamente locura. En modo alguno lo negaré, a condición de que se reconozca que ésta es la manera de representar la comedia de la vida."

La vida es una comedia, hay que adaptarse a ella. De los parágrafos XXX a XL insistirá en las mismas ideas aún con mayor cinismo:

"¿Debo decir, o debo silenciar lo que resta, dioses inmortales? Mas, ¿por qué silenciarlo, cuando es más verdadero que la verdad?.

En primer lugar hay que confesar que todas las pasiones humanas pertenecen a la Locura.(...) Volveré a hablar de los demás bienes que reporto."

Contrapone una visión dolorida, pesimista y amarga de la vida a una visión venturosa que sólo se puede alcanzar con la Locura; la realidad de la primera lo lleva a justificar el suicidio, la segunda a la felicidad inconsciente. "¿Qué te importa que te silbe todo el mundo si tú mismo te aplaudes?"

Transcribo algunos párrafos de los parágrafos citados en los que se recogen algunas de estas ideas:

"vería cuántas calamidades pesan sobre la vida de los hombres, lo miserable y sórdido del nacimiento..." (de nuevo su experiencia amarga...)

"lo engorroso de la crianza, los rigores a que está expuesta la niñez, las fatigas a que se halla sujeta la juventud, las molestias de la senectud, la dura necesidad de la muerte. (...) Pero quien medite sobre esto, ¿acaso no disculpará el suicidio?

"Por eso yo, valiéndome unas veces de la ignorancia, otras de la irreflexión, algunas del olvido de los males, otras de la esperanza de los bienes, y en ocasiones de un poco de miel de los deleites, alivio a los hombres de tantos males, que nadie puede dejar la vida."

"Estas circunstancias, que deberían ser el motivo de que los hombres no desearan conservar la vida, son las que más les encienden las ganas de vivir, hasta tal punto aborrecen experimentar cualquier tristeza."

"Pues lo que el vulgo considera una vergonzosa deshonra, no es tal para mis locos, que, o no sienten ese mal, o, si algunos lo sienten, no le hacen ningún caso. Si cae una teja en la cabeza, esto es verdaderamente un mal. La vergüenza, la infamia, el oprobio, el insulto, tanto ofenden en cuanto se tiene conciencia de ellos. Si falta esta conciencia, no son ciertamente males. ¿Qué te importa que te silbe todo el mundo si tú mismo te aplaudes? Pues bien, si alguien dispensa tanto favor, no dudéis de que es la Locura."

Así el engaño es lo verdadero. Cuanto más incompetente sea una persona, más grata será su vida y más se le admirará. Ser engañado, parece una desgracia pero, no serlo, constituye una desgracia mucho mayor.

Sigue insistiendo, la cordura es una desdicha, la presunción es la felicidad.

Bajo esta perspectiva y en corroboración de la tesis que sostiene, hace desfilar a numerosos oficios y profesiones; ciencias, las más preciadas, las del común sentir. Sólo el médico es estimado por los hombres; la Medicina, tal y como hoy la ejercen muchos, no es otra cosa que una forma de adulación, no menos que la retórica, la profesión de leguleyos, propia de asnos; la de teólogos, sólo les sirve para roer legumbres. Los más felices, los que consiguen abstenerse de todo trato con el saber; la felicidad está reservada a los que sólo se dejan conducir por la naturaleza, los animales se contienen dentro de los límites de su condición. "sólo el hombre se esfuerza por franquear los que se le han impuesto a la suya".  Los más alejados de la felicidad, los que cultivan el saber; los más felices, los chiflados, locos, imbéciles... a quienes todo el mundo protege.

Presenta la "egregia imagen de un sabio".

"siempre sobrio, pobre, triste, sombrío, severo y duro para sí mismo, grave e insoportable para los demás (...) ¿qué importa que muera así quien nunca ha vivido?"

Este último párrafo es sintomático en cuanto a la manera de enseñar de Erasmo; anteriormente parece que criticara por boca de la Locura el modo de vivir el género humano contemporáneo suyo, los valores no son valores son otros esquemas los que se imponen y, al final, la crítica no es tal crítica es incluso tesis defendida.  La Locura lo invade todo; distingue por esta razón dos clases de locura: una la engendran las Furias, la pasión de la guerra, inextinguible sed de oro; otra, aligera el alma de preocupaciones, la sumerge en múltiples deleites. "No es raro observar que el más loco de los dos es el que ríe más fuerte."  La tesis sostenida por Erasmo reflorece: la verdadera sabiduría tiene mucho que ver con un cierto aire de locura.

Los parágrafos XL a XLVIII nos ofrecen un ataque frontal, una censura sin paliativos a "todos los pecados de la Iglesia". Es una mano tendida a la Reforma. Se entiende bien que Lutero buscara su apoyo. Expresa con una inconsciencia sin límites ideas que no por decirlas en tono jocoso representan un menor peligro. Se pone de manifiesto en estos parágrafos la incapacidad de Erasmo para valorar la gravedad de la herejía protestante, a la par que su propia ligereza para tratar estos puntos.

Asimismo, con la imagen de que Philautía es la que se acaricia a sí misma y Adulación, la que acaricia a las demás, hace el panegírico burlesco de los linajes y de los amores patrios.

También en estos juicios Erasmo en boca de la Locura se deja llevar de la huella de su propia vida, carente de vínculos y estabilidad, infatigable viajero, ciudadano del mundo, europeo.

La rudeza, dice en frase de Horacio, es desaliñada y molesta. En cambio, la adulación "levanta las almas abatidas, alegra a los tristes, vigoriza a los débiles, despabila a los torpes, alivia a los enfermos, doma a los soberbios, reconcilia a los enamorados, mantiene las reconciliaciones.  En suma, consigue que cada cual sea más agradable y caro a sí mismo, que es sin duda parte muy esencial de la felicidad."

Como colofón de lo escrito en estos parágrafos, el XLVIII nos ofrece una rica ejemplificación de abundantes paradojas:

"Hay algunos que se preocupan diligentemente de los negocios del vecino y descuidan los propios. Algunos consideran que es suyo el dinero que han tomado a préstamo y suyas las riquezas ajenas, y enseguida quiebran. Hay quien cifra su felicidad en vivir en la estrechez, para dejar rico al heredero."

"En suma, si como Menipo en otro tiempo pudierais observar desde la Luna la inenarrable confusión de los mortales, pensaríais ver una multitud de moscas o mosquitos riñendo entre sí, luchando, tendiéndose trampas, robándose, burlándose unos de otros, holgándose, naciendo, enfermando, muriendo. No se puede creer qué tumultos, qué tragedias se producen entre esos insignificantes animalillos que tan pronto perecen. A veces una corta guerra o el azote de una epidemia arrebatan y aniquilan en un instante a millares de ellos."

Una vez más la visión arrogante de Erasmo hacia su entorno, mezclada con la experiencia amarga de su vida... la peste.

En los parágrafos XLIX a LIII desfilan gramáticos, poetas, jurisconsultos, filósofos y teólogos. A todos ataca, de todos se queja. Concretamente en el XLIX expone parte de su sentido crítico hacia la educación que seguía aún vigente y en concreto hacia los "gramáticos", "porque siempre los veréis mugrientos y famélicos en sus escuelas —dije escuelas— y mejor haría en llamarlas letrinas o cámaras de tortura—, entre una tropa de muchachos, encaneciendo a causa de los trabajos, ensordecidos por los gritos y envenenados por el hedor y la suciedad, y sin embargo yo hago, con mis beneficios, —es la Locura quien habla—, que se estimen como los primeros entre los mortales. Hasta qué punto están satisfechos de sí mismos cuando aterrorizan con su rostro y con su voz a la multitud temblorosa de chiquillos, cuando martirizan a los desdichados niños con la palmeta, con la vara y con las correas."

Como se puede apreciar la descripción es harto elocuente.

Los poetas... "De todos mis familiares son los más devotos del Amor Propio y de la Adulación y no hay en todo el género humano quien me rinda culto más sincero y constante."

Los retóricos y los que publicando libros quieren alcanzar fama inmortal. "los que escriben con erudición (...) se torturan perpetuamente: añaden, modifican, suprimen, escriben de nuevo lo que habían tachado, insisten, rehacen, aclaran, guardan el manuscrito nueve años y no se satisfacen jamás."

Los jurisconsultos, los filósofos, los teólogos! En este parágrafo LIII vuelve Erasmo a perder la medida de la crítica, aunque la ponga en boca de la Locura. Sus protestas de amor a la Iglesia y de querer morir dentro de Ella nos hacen pensar en su buena voluntad, pero no se puede pasar por alto sin decir que sus expresiones, al querer condenar a los teólogos, son irreverentes cuando no heréticas.

Asimismo los parágrafos siguientes. En el LIV habla de religiosos y monjes. Se siente con autoridad para vejarlo todo: la confesión, la memoria de los Apóstoles. Si no se debe pensar en su mala fe, una vez más nos admiramos de su ligereza y frivolidad, de su falta de sensibilidad y delicadeza.

En los parágrafos LV y LVI desfilan Reyes, príncipes de la Corte y Cortesanos. La sátira, aunque dura, es mucho más suave y respetuosa. Hace una llamada a la responsabilidad:

"las miradas de todos están fijas en él, que puede ser el astro propicio por cuya influencia se difundan las buenas costumbres y el bienestar público, o el cometa mortal que les aporta innumerables daños."

Acusa: "creen realizar su misión cazando de continuo, sosteniendo hermosos caballos, vendiendo a su gusto los cargos. Imaginaos ahora un príncipe tal como es a menudo, un hombre ignorante de las leyes, casi enemigo del bien general. Ponedle además el collar de oro, que indica la armonía y la unión de todas las virtudes; la corona guarnecida de piedras preciosas, que le advierte su obligación de sobrepujar a los demás en todas las virtudes heroicas; también el cetro, símbolo de la justicia y de un alma incorruptible; y por último la púrpura, emblema de su perfecta entrega al Estado. Y si el Príncipe comparara tales atributos con su conducta."

En el LVII, LVIII y LIX , partiendo de lo anteriormente dicho sobre los príncipes e incluso valiéndose de las mismas imágenes —el significado de los vestidos— fustiga al Sumo Pontífice, cardenales y obispos. Termina con un quiebro frívolo, sin sentido o si se prefiere, lleno de sentido: el de desviar la atención hacia la Locura. Erasmo no habla; Erasmo no entra en responsabilidades, es la Locura quien habla.

"Por lo poco que llevo dicho, y tratado con mucha ligereza, se verá, sin embargo que no existe ningún mortal que pueda vivir dichoso si no está iniciado en mis ritos y no cuenta con mi protección." (par. LX)

Estamos llegando al final...

Parágrafo LXI : "la Fortuna ama a las gentes poco reflexivas (...) la sabiduría hace a las gentes tímidas y así veréis por todas partes sabios a quienes acompaña la pobreza, el hambre y la oscuridad, y viven olvidados, sin gloria y sin simpatía."

LXII: Cita a Catón: "La mayor sabiduría es parecer loco"; a Horacio, con varios versos y Epístolas; a Homero que llama a Telémaco, niño loco; a Cicerón que afirma que "el mundo está lleno de locos."

Y por si tales autoridades son de poco peso para los cristianos, —LXIII— trata de robustecer las alabanzas a la Locura con textos de la Sagrada Escritura. En este parágrafo como en el siguiente —LXIV— tanto por el contexto como por el modo de interpretar algunos textos, parágrafos citados y los siguientes, no podemos por menos de rechazar toda gracia y todo posible ingenio, además de merecernos una total repulsa desde el punto de vista doctrinal.

El parágrafo LXVIII, como señalábamos al principio, sirve de epílogo.

2.3 OBSERVACIONES

A. Sobre el autor:  En palabras de Menéndez Pelayo, Erasmo, "hijo natural, sometido en sus primeros años a durísima tutela y entregado luego a sus propios recursos, se abrió camino en el mundo mendigando el favor de los poderosos, sin escrupulizar mucho en cuanto a alabanzas.  Su odio a los frailes, más que de la ignorancia de éstos en Alemania, de su grosería y liviandad y de su odio a las buenas letras, procedía de una causa enteramente personal."

"Hombre que todo lo juzgaba por impresiones personales, sigue diciendo M.P. o, como ahora dicen, subjetivas, condenó los votos, porque él no había sabido cumplirlos; el ayuno y la comida de viernes, porque su salud no lo toleraba y le producía náuseas hasta el olor del pescado; los largos rezos y oraciones, porque le hastiaban y cansaban.  Que éstas y otras no más altas causas reconoce la decantada filosofía cristiana de Erasmo, el cual era, después de todo, un mal fraile, si bien no fuese suya toda culpa, sino de aquellos tutores y amigos que por fuerza le hicieron tomar un estado para el cual no tenía vocación alguna."

En efecto, toda su obra rezuma autosuficiencia, arrogancia y una soberbia desmedida: se constituye en medida de todo, de todos, de todas las cosas.

No necesita reflexionar acerca de lo que escribe; lo hace "a modo de distracción". Le es suficiente dejar correr la pluma. Es un revolucionario, pero no quiere revolución; es cristiano pero ataca a la religión, ataca a la Iglesia, al Papa, a los Obispos, a los religiosos: ninguno es ejemplar en su vida y olvida él la suya.

Propugna la renovación del cristianismo, atacando, abandonando el Magisterio de la Iglesia; ostenta el banderín, el atractivo banderín de una reforma de corazones: mayor intimidad con Dios, menos supersticiones, más trato directo con Jesucristo y ataca la Sagrada Escritura y los mismos Sacramentos instituidos por Cristo.

Erasmo intenta asociar sabiduría pagana y verdad cristiana teóricamente: neutralidad, libertad, independencia. Se diría que desconoce la consiguiente responsabilidad que conllevan estas actitudes. Se entiende muy bien que Lutero buscara su apoyo —vio que coincidían en lo que atacaban—. Lutero llevó sus ataques a sus últimas consecuencias y las ideas defendidas arrastraron su propia vida. Erasmo, al ser interpelado para tomar postura, para que inclinara su balanza hacia uno u otro lado, se pronuncia por fin en su "De libero arbitrio" pero había dejado la siembra nefasta del resto de sus obras, lo que quizá impidió que éstas le arrastraran —como en el caso de Lutero— fue una amistad —Tomás Moro— que hace que Erasmo busque paliativos a sus expresiones y reafirme su fidelidad a la Iglesia.

Erasmo es, ante todo, un humanista. Sus valores, la armonía el equilibrio, la concordia, la aspiración a la cultura, a una cultura mayor, a una mayor civilización.

No acepta la sociedad de su tiempo en la que "todos riñen con todos y cada uno consigo mismo". Todos deben ser humanistas, una mayor cultura clásica que rompa con oscurantismos ancestrales, una postura más crítica debe sustituir a la actitud dócil, humilde de siempre. En este europeísmo humanista el latín será su instrumento de comunicación, la imprenta ayudará a la difusión de sus ideas. Erasmo se siente en posesión de la verdad y dice cómo deben ser "todos": los gobernantes y los gobernados; los príncipes, los intelectuales y los plebeyos; los educadores y los educandos.

B. Sobre el libro:  Recogiendo palabras que Erasmo apuntaba en su prefacio, está clara su intencionalidad: emplea la sátira para enseñar.

En efecto, desde el punto de vista didáctico es una obra lograda en el sentido de que transmite íntegramente, todo lo que quiere decir.

Los recursos que utiliza instrumentalmente son variados:

        —Riquísima ejemplificación clásica, satírica.

        —Elocuente lenguaje descriptivo.

        —Ironía corrosiva.

        —Acentuación de lo ridículo, hasta que la burla se convierte en impiedad.

Quizá su objetivo está logrado en cuanto a la forma. Desde luego no lo está en cuanto al contenido. Erasmo mismo lo atestigua con su afán de salir al paso de las reacciones de sus contemporáneos, reacciones que, por otra parte, prevé o intuye pero su ligereza, su irreflexión le impide realmente medir el alcance de lo que dice. Se le ve asustado ante las actitudes que él mismo provoca, de ahí su empeño en eludir responsabilidades. Es la Locura quien habla dirá en el Epílogo.

Aunque en el Prefacio pretende salvaguardarse del reproche de irreverencia, es justo hacérselo.

3. VALORACIÓN DOCTRINAL

Estas son las tesis sostenidas y aunque ya hemos ido haciendo algunos apuntes al hilo de los mismos parágrafos, intentaré puntualizar algo más:

— La vida es una comedia. Cada actor debe llevar su propia máscara. Es conveniente adaptarse a estas circunstancias para que el juego no deje de serlo; es por tanto no sólo lícita, sino conveniente la simulación, el engaño.

— Motor de las acciones humanas es el Amor Propio —todo ser humano debe agradarse a sí mismo— y la Adulación. No existe afecto cordial sin ella y no es posible agradar a los demás si uno no empieza estando satisfecho de sí mismo.

— Quizá se había llegado a pensar que el engaño llevaba a la desgracia. Por el contrario, mayor desgracia es no ser engañado. El engaño hace agradable la vida; la cordura es la que constituye la desdicha, la inconsciencia, la felicidad. La cordura es un impedimento para la acción. Los locos son los que actúan animosamente. Por tanto, la Locura es la verdadera sabiduría, la sabiduría es completa locura.

Hasta aquí ausencia de virtudes humanas y por supuesto de todo valor trascendente. Aunque el tono general es ambiguo se afirman auténticas aberraciones: la necedad rige la vida de los hombres y sin ella es imposible la felicidad; tampoco se conseguirá gozar la verdadera y principal felicidad, a no ser que se la busque en los placeres sensibles.

Al tratar de aspectos más directamente doctrinales:

— Censura la creencia en los milagros, las indulgencias, el culto a los santos; incluso pone en entredicho el culto a la Santísima Virgen; se ríe de los votos y promesas.

— Ataca las "sutilezas teológicas del escolasticismo" considerando incluso —como cuestiones absurdas e inútiles— temas como la transustanciación, la eficacia "ex opere operato" de los Sacramentos, el carácter sacrificial de la Santa Misa...

— Trata la Sagrada Escritura con ligereza y desenfado, haciendo con las palabras sagradas elogios a la Locura: el contexto es grotesco y la interpretación arbitraria y falsa.

— Rechaza todo culto externo, ridiculiza a los monjes y a los religiosos, se burla de la formulación de los dogmas...

— Esta obra es reflejo de una concepción del mundo y de la vida que une a un profundo criticismo racionalista, una ironía escéptica y corrosiva —no constructiva— en la que mezcla la sátira más hiriente con las creencias más sagradas y trascendentes.

 

                                                                                                                  A.E. (1987)

 

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