FERRATER MORA, José

Ética aplicada. Del aborto a la violencia

CONTENIDO

En el capítulo introductorio se hace una definición de ética. Ya en el prólogo se dice que esta introducción sobre la noción de ética no debe considerarse cómo la formulación de una serie de principios de donde emanan las posiciones adoptadas sino "una orientación en el laberinto de la naturaleza humana como realidad bio-social y socio-cultural".

Se afirma que los filósofos han manoseado la ética y que ha llegado el momento de que los biólogos se ocupen de ella. Los problemas éticos se plantean dentro de las sociedades humanas que están formados por individuos que constituyen una especie animal. "La especie animal llamada hombre es un producto de la evolución biológica y está condicionada por factores biológico-evolucionarios" (p. 12).

La ética y específicamente las propuestas de reglas y normas morales y las teorías éticas, son una de las producciones culturales, y son, por tanto, elementos en el continuo social-cultural. Las producciones éticas son resultados de actividades llevadas a cabo por individuos de una especie biológica y biosocial constituidos por ingredientes físicos. A la hora de examinar la ética, hay que tener en cuenta los factores biológicos y sociobiológicos, comprensibles dentro del contexto evolucionario. De ahí la necesidad de una perspectiva evolucionaria o biológico-evolucionaria. Esta perspectiva tiene unas consecuencias, entre ellas la actitud anti-antropocentrista, que permite ampliar nuestros intereses extendiéndolas a los animales y a la Naturaleza" (p.13). "Permite adoptar ciertos supuestos, el de no adoptar el supuesto de que la vida humana es sagrada —un residuo secularizado de una visión religiosa según la cual la Naturaleza es algo así como un escenario armado para que la humanidad represente sobre su tablado, su papel de imagen de Dios. Curiosamente la santidad de la vida humana ha sido acompañada de una cierta falta de interés hacia vidas no humanas" (p.13).

"Ha llegado el momento de tomar en serio la idea de que los llamados problemas morales se plantean en el contexto de situaciones sociales" (p. 14). "La ética está en una situación similar a la economía. Las creencias y actitudes que se llaman morales lo son de forma social. ¿Qué creencias podrían ser individuales? Las creencias son sólo procesos psiconeuronales (p. 18). Se pueden codificar constituyendo sistemas o teorías. Diversos tipos de productos culturales prácticos tienen un componente teórico, entre estos están las creencias y actitudes, las teorías éticas o morales.

No hay autonomía de la moral, bueno y malo son características de ciertas acciones, pero bueno y malo carece de sentido (p. 19). Nada es moral si no es integrable en lo social.

El sentido moral no es un don que viene del cielo, viene de la tierra, de nuestra constitución biosocial, y del curso de nuestra experiencia cultural e histórica. Ese sentido sería ciego sin la razón, pero un pura razón práctica sin un sentido moral arraigado en nuestra realidad bio-social y social-cultural sería vacía.

La ética no puede estar en manos de los filósofos, tiene que estar en manos de los biólogos, de los etólogos, de los sociólogos, de los antropólogos (p.40).

El aborto

"Quienes disputan sobre el aborto concuerdan en muy pocas cosas. Ello se debe a un conflicto básico, es un conflicto entre valores positivos: el de la santidad de la vida y el de la libertad. La actitud pro-elección no es incompatible con la noción de que un feto tenga derecho a la vida. El derecho a la vida del feto es relativo, no absoluto, y solamente puede ser abolido por los derechos de la madre. El valor del feto es admitido por quienes adoptan una posición más moderada y permiten el aborto sólo en determinadas circunstancias. ¿Cómo se puede destruir algo que es portador de valores?. El feto depende de la madre, en la fase presente del desarrollo tecnológico: es una realidad absolutamente dependiente de la madre. Obligar a una mujer a seguir llevando un organismo viviente que no quiere llevar parece ser algo así como una especie de esclavitud, una pérdida de autonomía, lo que desde el ángulo moral es aborrecible. Podría compararse un embarazo obligado con un secuestro" (p. 44).

"Si hay alguna propiedad de algo es la propiedad del propio cuerpo. Si alguna persona tiene derechos de alguna clase, son ante todo los derechos de su propio cuerpo" (p. 45).

"Si se adopta la idea de que la única finalidad del acto sexual es la procreación, entonces cualquier otro uso de dicho acto es un abuso" (p. 46). Los que se oponen al aborto —pro vida— piensan que la vida es buena.

"Insistir en que la mujer que concibe debe llevar el feto en su seno porque debe asumir responsabilidades por las consecuencias de sus acciones, equivale a considerar el embarazo como una especie de castigo. Puesto que haces esto debes aceptar sus consecuencias. Ese modo de ver las cosas expresa una concepción estereotipada y falsa de la mujer y una concepción poco atractiva del embarazo (un castigo por haber experimentado placer). Hay una inconsistencia en la posición pro-vida: la vida es buena, pero el portador de la vida merece ser castigado".

"La mayor parte de las sociedades han establecido leyes que disponen lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer con la propiedad de una persona. Hay leyes relativas a la compra de una casa... estas leyes aspiran a proteger las prerrogativas del propietario de manera que pueda hacer lo que quiera con su propiedad. No hay límites a que uno haga lo que quiera con su propiedad. El cuerpo es una propiedad, aunque hay cosas que no se pueden hacer por respeto a los demás: dar patadas, porque ese modo coarta la libertad de otros; limitaciones que son restricciones concernientes a lo que se puede hacer con la propiedad de uno en tanto que se tiene en cuenta el bienestar de otra persona independiente. El cuerpo es propiedad de una manera íntima, debemos tener más dominio, un dominio completo". (p. 48).

"¿Se puede afirmar que una mujer posee su propio cuerpo siempre que no se halle embarazada?. Puede hacerse un trasplante de riñón. ¿Hay diferencia entre sacar un riñón y eliminar un feto?. En la historia han abundado los que han declarado que la vida no es un valor supremo. Ha habido gente para los que la libertad, la fe, el honor, etc. son más valiosos que la vida. Sócrates dijo: una vida sin reflexión no debe vivirse. Otro ejemplo es Jesucristo. Estos los llamamos héroes o fanáticos". Se cita el caso de Abraham para el que la fe es más importante que la vida, "porque para el verdadero creyente, si Dios mandara hacer algo, independientemente de lo repugnante que parezca debe hacerse. La Biblia contiene enseñanzas que son valiosas y otras que no".

La vida no es el valor supremo, el derecho a vivir no es un valor absoluto. Si esto es cierto, la mujer embarazada puede alegar que hay antecedentes respetables para creer que puede tomar una decisión moral entre el valor de la vida que lleva en su seno y su propia cualidad de vida.

A continuación se platea una serie de preguntas ¿si toda vida es sagrada o sólo la vida humana? ¡en qué consiste ser sagrado? ¿qué entiendo por vida humana, es lo mismo que persona?. ¿Es alguien persona por ser racional o por ser capaz de tomar decisiones libremente? ¿cuándo empieza a existir un ser humano o persona?.

Se ve como intolerancia obligar a todo el mundo a poner en práctica las propias opiniones. La intolerancia es inadmisible. "Aborto y no aborto son igualmente legítimos y aceptables dentro del contexto de la idea de tolerancia que expongo".

El aborto es discutible, y la opinión de que puede practicarse es tolerable, porque si concierne a un feto, y aun suponiendo que el feto sea una persona, su derecho a la vida está asociado a una multiplicidad de derechos de otra vida. Esta otra vida puede renunciar a sus derechos, incluso al derecho de seguir viviendo, pero no tiene obligación de renunciar a ellos. Si renuncia a los derechos en cuestión se opondrá al aborto, pero su oposición tendrá efecto sólo sobre la persona que toma tal decisión.

Quienes defienden el derecho a abortar rehusan la etiqueta pro-aborto y adoptan la etiqueta pro-elección. Son tolerante. Quienes se oponen al aborto y manifiesta que este es condenable en todos los casos y para todo el mundo de modo que debería prohibirse, son intolerantes. Para que la actitud contraria al aborto sea tolerable, es menester que quienes la adoptan sean así mismo tolerantes y que por consiguiente, permitan la tolerancia respecto a la decisión libre de abortar o no abortar. Pero entonces no tienen más remedio que manifestarse en favor de la libre elección.

Los derechos de los animales

Muchos de los miembros de la especie "homo sapiens", que se han manifestado en contra de la discriminación, practican la discriminación de los animales. Los hombres juzgamos que somos mejores que los animales por nuestra naturaleza, pero esto se basa en un prejuicio, el de la preferencia por nuestra propia especie. Se plantea si somos superiores en naturaleza o sólo de grado. Esto se relaciona con los movimientos de liberación, como el de los negros o de las mujeres. El movimiento de liberación animal trata de llamar la atención sobre el abominable tratamiento de que los animales suelen ser objeto y aspirar a poner fin a ello.

En el capítulo va apoyándose en diversos autores a los que hace decir lo que el autor le parece: S. Agustín, S. Tomás y la Biblia. Concluye que si los seres humanos tienen derechos, los animales deben tener también derechos, ambos tienen el mismo fundamento. Hace una distinción entre derechos morales y legales, y derechos intrínsecos y otorgados, y señala que si se considera que la racionalidad o la pertenencia a una sociedad humana constituye un requisito previo a la posesión de derechos, entonces no cabe mantener que los animales tienen derechos. Se plantea el derecho de los débiles mentales, de los que están en coma, del feto y concluye que una de las cualificaciones necesarias para la posesión de derechos es la racionalidad o acaso la autonomía moral. Se dice que los animales hay que tratarlos con benevolencia, pero benevolencia es igual a derecho, ya poniendo ejemplos variados: si mata al perro del vecino le causo daño al vecino. "Hacer que un animal caiga en una trampa es producirle sufrimiento a una criatura capaz de sentirlo. ¿Desde el punto de vista legal puedo negar que haya sufrimiento y justificarlo? Si deseo vestir con la piel de un animal ¿es motivo para que lo mate?. Los animales experimentan sufrimiento, tiene un sistema nervioso semejante al nuestro. Pueden sufrir más que los hombres porque no pueden razona abstractamente. El dolor puede inundar la capacidad total de experiencia de los animales de un modo que es infrecuente en nosotros porque tenemos inteligencia" (p. 73).

También habla de la vergüenza de los animales, de la tensión y dolor que sufren los que están en los parques zoológicos. Los animales tienen derecho a que no se les haga sufrir y también a la vida.

Se plantea si es moralmente reprobable matar a un animal haciéndole sufrir.

"No tenemos razones de peso para creer que somos más reales para nosotros mismo que un animal para consigo mismo. Así una persona que vea que su futuro va a fracasar será menos feliz que un gato, la anticipación de un gato de su futuro por ser vaga y difuminada, contiene una dosis mayor de felicidad que la que le toca en suerte a muchos seres humanos, de ahí que sería peor matar a un gato que a un ser humano (p. 79). La especie humana es especie animal que exhibe diferencias de grado respecto a otras especies, pero no es diferencia de naturaleza, hay que integrarla dentro de la Naturaleza en general" (p. 84).

La eutanasia

Se llama buena muerte la que tiene lugar sin padecimientos y con rapidez. Por tanto se debe prolongar la vida de otra persona si esta afirma que no quiere vivir, está sufriendo y tiene pocas posibilidades de vivir una existencia normal, entonces habría que complacerle. Creo firmemente en el valor de la libertad individual, la eutanasia activa es el mejor medio.

Parece que la dosis de culpa implicada en el dejar que una persona muera o el no hacer nada para impedir que muera depende de una gran variedad de factores. Hay grados de dejar morir, y grados de responsabilidad, en el mismo sentido que hay grados de homicidio. Por esta razón no se puede afirmar que haya una distinción simple y tajante entre matar a una persona y dejar que muera. La distinción entre eutanasia pasiva y activa es equivocada y arbitraria. Si la vida es deseable a toda costa, entonces no se debería permitir la eutanasia ni activa ni pasiva.

Si se admite como obligación superior la de aminorar el sufrimiento, entonces siempre que la persona en cuestión acceda a ello reflexiva y voluntariamente, sería deseable adoptar los medios más eficaces para alcanzar el indicado fin. En tales casos habría que considerar moral la práctica de la eutanasia activa.

En todos los debates sobre la eutanasia se hallan entreveradas dos nociones: la del llamado valor de la vida y la de la titulada cualidad de la vida.

El problema del valor de la vida o sentido de la vida o finalidad de la vida ha dado lugar a discusiones innumerables. si todo tiene un valor, así la vida también lo tiene, pero si el sentido que tiene le vida es la preparación para un estado beatífico después de la vida, entonces será mejor acabar cuanto antes con esta, pero además si la vida no nos sirve sino que sirve a los dioses, entonces lo que hacemos es servir para algo, de modo que la vida no tiene sentido.

El paternalismo

Como en la introducción a esta obra se ha puesto de relieve que los problemas morales son un aspecto particular de los problemas sociales que se plantean dentro de un contexto biosocial, cabe alegar que el antipaternalismo es incompatible con esta afirmación de la sociabilidad o insociabilidad de la moral. Sin embargo no es así. El antipaternalismo no es necesariamente anti-social. Una filosofía moral con un fuerte ingrediente social no es incompatible con una filosofía según la cual los individuos componentes de una sociedad son libres y asumen la responsabilidad de su libertad. Los términos social y libertario son mucho más compatibles entre sí de lo que las gentes autoritarias y dictatoriales de toda clase pueden suponer.

La pornografía

El autor es partidario de la pornografía ya que ésta lleva al acostumbramiento, la equipara a la libertad de expresión. Se ha preguntado si se debe admitir la libertad de expresión cuando ésta puede incitar a la violencia contra un poder que se supone legítimamente constituido. Si se puede admitir la libertad de expresión si ésta incita al asesinato y al robo. Concluye que en asuntos concernientes a la pornografía no es fácil dar con casos particulares de daño efectivo a menos de adoptar posturas muy conservadoras o muy restrictivas.

VALORACIÓN DOCRINAL

Después de exponer los capítulos más importantes del libro, fácilmente se puede descubrir la ideología y las concepciones filosóficas del autor, así como las incoherencias de los razonamientos, pero que reflejan bien la situación de muchos planteamientos que están muy difundidos entre el vulgo y que pesan sobre los medios de comunicación social.

Se niega que en el hombre haya algo que no sea pura materia, por lo que no se distingue entre hombre y animal, todos pertenecemos a la Naturaleza y las leyes son las leyes biológicas o sociológicas. La vida no tiene finalidad ni sentido, de ahí que se equipare la vida humana a la vida animal y a veces se opte por esta última. Al no reconocer la dignidad de la persona, se admite el aborto y la eutanasia. Se establece como valor supremo el hedonismo y el utilitarismo. La libertad es pura arbitrariedad.

Desde esta visión materialista la ética se reduce a pura sociología y economía y debe ser tema de estudio de los biólogos y no de los filósofos. El bien moral es el placer y el mal moral el dolor, de modo que la bondad de una acción se mide por el placer que resulta de ella. La calidad de vida depende del confort y del bienestar. Este es el único patrón por el que se mide y decide cuales existencias son dignas de ser vividas.

Esta situación puede expresarse con las palabras de Ratzinger "el hombre se desprecia a sí mismo, el hombre es el gran destructor del mundo, un producto infeliz de la evolución. El hombre que no tiene acceso a lo infinito es un ser contradictorio, un producto fracasado. El hombre queriendo ser Dios busca la independencia absoluta. La raíz última del odio contra la vida humana, de todos los ataques contra la vida humana es la pérdida de Dios. Donde Dios desaparece, desaparece también la dignidad absoluta de la vida humana".

En el libro se reproducen las ideas de autores como Singer en lo referente a la persona. Para este autor todo lo generado por los hombres es un hombre incluido los individuos en el seno materno. Pero considera un error generalizar los derechos del hombre. Se opone al derecho absoluto de la vida. Pertenecer al género humano no funda absolutamente este derecho. Según él los derechos sólo los pueden reivindicar los seres que disponen de determinadas cualidades y capacidades, concretamente autoconciencia y racionalidad. Solo tales seres serían personas. Ni los embriones, ni los niños hasta el primer año de edad, ni los minusválidos con graves taras mentales, ni los viejos incapaces de raciocinio serán personas. En principio se podría disponer de las vidas de estos grupos humanos. El derecho a la vida de un mamífero superior adulto tendría mayor peso que el de un niño menor de un año. De ahí su tesis en favor de los derechos de los animales.

Quienes pretenden la separación entre los conceptos de hombre y persona, no han llevado su razonamiento hasta las conclusiones últimas. Pues si sólo son personas quienes aquí y ahora gozan de las propiedades de autoconciencia y racionalidad, se podría matar al que duerme en tanto que en ese momento no es evidentemente persona. El deber de respetar su vida sólo podría derivarse del acuerdo común de poder ir a dormir sin la angustia de no volver a despertar. O del deber hacia los otros hombres, en cuanto que padecerían una grave pérdida por la desaparición del que dormía.

Ser persona no es una consecuencia de meros estados de conciencia. Persona es el hombre mismo, no un determinado estado del hombre. Y si esto es así, no hay ningún estado del hombre que pueda justificar el suprimir su existencia terrena.

Vivimos actualmente en una sociedad hedonista. Y esta sociedad es potencialmente terrorista. Parece como si en ella hubiera obligación de sonreír continuamente, aunque sea de modo artificial. Mientras se considera inaceptable la visión del dolor, de la enfermedad, de lo deforme y de la muerte.

Su máxima suprema es que el sufrimiento no debe existir. Y si no se puede ayudar al que sufre, entonces el padecimiento puede suprimirse eliminando al paciente. Pero la inconmensurabilidad de la persona, la evidencia de que tiene, no precio sino dignidad, significa que el valor de la vida de una persona nunca puede ser medido por patrón alguno.

Claramente se ve la confusión entre placer y felicidad, el hombre no puede dejar de buscar la felicidad, pero esta no se puede reducir al placer.

También sigue el autor del libro a Singer en el capítulo El derecho de los animales. El gran gurú intelectual de la liberación de los animales, que en 1977 publicó el libro La liberación animal, punto de partida del movimiento del mismo nombre.

Su tesis principal es que vivimos en un mundo dominado por el especismo, fenómeno tan nefasto como el racismo y sexismo. Toda su elaboración ética se basa en el principio de que se han de considerar a la par los intereses de los hombres y de los animales no humanos. Es el triunfo del utilitarismo ético aplicado a todos "los seres vivos capaces de sentir placer, dolor, sufrimiento y alegría". Dicen que un perro adulto o un caballo son mucho más racionales que un niño recién nacido. Pues como, según el utilitarismo, la característica fundamental para ser dignos de consideración moral es la capacidad de sentir placer o dolor, ya no se podría trazar una frontera insuperable entre hombres y animales.

Este animalismo radical tiene la ventaja de mostrar el absurdo a que conduce toda teoría ética basada primordialmente en el factor sensible o útil. Y es que una ética que no tenga en cuenta que sólo la persona humana es sujeto de derechos y agente de moralidad no puede ser más que de vuelos cortos. En definitiva la racionalidad marca una diferencia esencial, y no sólo de grado, entre el hombre y el animal. La noción de persona es aplicable al hombre y a todo hombre porque tiene una base ontológica y no sólo fenomenológica. Se refiere a la raíz entitativa de los actos que caracterizan tanto la racionalidad humana como el organismo humano y sus expresiones somáticas. Por tanto no se puede llamar persona sólo al sujeto que explica su racionalidad, sino al que tiene aunque sea latente, la naturaleza racional.

 

                                                                                                               P.F.R. (1993)

 

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