FLAUBERT, Gustave

Madame Bovary

SUMARIO: 1. Introducción; 2. La novela dentro de su contexto literario; 3. Estructura; 4. Personajes que intervienen; 5. Resumen esquemático de la novela; 6. Perfil psicológico de los protagonistas; 7. Errores contenidos en la novela.

1. INTRODUCCIÓN

Gustave Flaubert invirtió cinco años en esta obra, publicada por entregas en la "Revue de París", cuya dirección asumían por entonces sus amigos Téophile Gautier, Arsène Houssaye y Maxime du Camp, entre el 1 de octubre y el 15 de diciembre de 1856.

Madame Bovary figura en la historia de las letras como una de las piezas más acabadas de la literatura francesa y como el canon de la novela realista. Antes de Madame Bovary, Balzac, Stendhal, Merimé, son precursores del llamado realismo novelesco; después, Zola, Maupassant, los Goncourt, etc. desplazan el objetivo de la novela a un experimentalismo científico, que la convierte en "documento humano". Pero es claro que el mérito de Madame Bovary no estriba solo en haber establecido las características de una escuela, sino en haber creado unos cuantos personajes-tipo sobre un escenario eterno.

Los héroes de esta novela son —naturalmente— antihéroes, seres hechos para morir sin dejar rastro de su paso, ni por su espíritu ni por sus hazañas; mas la propiedad de representar el barro humano, en toda la mezquindad de su materia, es lo que da a sus vidas un rasgo de tragedia colectiva. La retina de Flaubert es impecable en el registro de la vulgaridad, de la pequeña vanidad, de la impostura, de las miserables ilusiones.

La esposa de Carlos Bovary, Madame Bovary, ha pasado a ser el símbolo de la belleza sensual en posesión de ciertos principios de educación femenina, de esa cultura "de adorno" que infunde en la joven burguesa el tedio de convivir con un hombre de incurable atonía mental, médico de pueblo, tan abnegado en el amor a su esposa como incapaz de superarse en la profesión, en el gusto o en las ideas... "Los burgueses son tontos —ha escrito Flaubert—, pero la mujer, que aspira a la vida de artista, es lo más tonto de todo". Sin embargo nada hay más tonto que ese Carlos Bovary, inclinado a reverenciar, sin comprender, la "agitación intelectual" de su infeliz esposa.

De igual modo, el boticario, monsieur Homais, se ha hecho universal. Es el pequeño burgués, ya nieto de la revolución francesa, cuya diosa razón se adorna con el manto de la ciencia. Su petulancia ideológica, trasegada de unas cuantas lecturas, de los discursos parlamentarios y los artículos de fondo de la prensa anticlerical y progresista, crean en él una superioridad locuaz, de laico mentor, en el reducido medio de Yonville, donde su botica es el faro de la educación ciudadana. Junto a éste, el cura Bournisien es el campesino cerril que desempeña su oficio con la concienzuda rutina de un zapatero remendón.

2. LA NOVELA DENTRO DE SU CONTEXTO LITERARIO

Madame Bovary se inscribe, como novela, dentro de la tendencia de la narrativa realista europea del siglo XIX. Participa de esa veta del realismo que condujo a la novelística del citado siglo a nueva edad de oro dentro del contexto literario europeo. Sin embargo, con Madame Bovary el realismo literario europeo del siglo XIX abre un nuevo sendero, orientándose hacia la penetración y estudio psicológico de los personajes.

La novela, dejando en un segundo plano la acción y el paisaje, concentra su atención en las múltiples perspectivas que le ofrece el personaje, su devenir psicológico, la descripción de sus estados de ánimo, etc. Madame Bovary es comienzo de esa tendencia nueva, dentro del realismo. Emma se va a constituir, de esta manera, en modelo permanente de toda novela de carácter psicológico que tenga en su estructura un protagonista femenino.

3. ESTRUCTURA

La novela está dividida en tres partes, dotada cada una de ellas de nueve, quince y once capítulos respectivamente. De igual manera, son tres los principales escenarios en los que se desarrolla lo principal de la acción novelesca: Tostes y sus alrededores en la primera parte, Yonville en la segunda, y Rouán y periferia en la tercera.

Tres son también los acontecimientos eje de los respectivos lugares de la acción narrativa:

1) La boda de Emma con Carlos y la asistencia del matrimonio al baile celebrado en Vanleyssard, mansión del marqués de Audervilliers.

2) El traslado del matrimonio Bovary a Yonville, donde tienen lugar el conocimiento de Rodolfo y Emma, la seducción por parte de éste y las relaciones entre ambos.

3) El desplazamiento del matrimonio Bovary a Rouán para asistir a la ópera: encuentro con León, antiguo pasante en Yonville y establecimiento de relaciones amorosas por parte de Emma.

Del mismo modo se resuelven en graves crisis nerviosas las relaciones amorosas de cada una de las partes:

1) Principio de una depresión nerviosa en Tostes, tras la asistencia al baile del marqués de Audervilliers.

2) Grave crisis nerviosa con un lento proceso de recuperación en la segunda, tras el abandono de Rodolfo y la negativa de "llevarla consigo",como amante, fuera de Yonville, a París.

3) Gran decepción, humillación y suicidio ante el embargo de sus posesiones y la negativa de León a "robar" el dinero necesario para pagar la cantidad adeudada.

En esta disposición trial de la estructura narrativa de Madame Bovary puede descubrirse quizá una cierta relación con la distribución y estructura de una obra dramática. Desde este punto de vista las partes de la novela serían parangonables a la exposición, nudo y desenlace, propias de la acción dramática, salvadas las distancias que, y como géneros literarios diferentes, median entre la novela y el drama.

De esta manera, la primera parte —acción desarrollada en Tostes— sería la exposición, planteamiento del problema, primer perfil de Emma, así como la aproximación a su intrincado y cambiante ego desde el punto de vista psicológico.

La segunda parte, con el traslado del matrimonio Bovary a Yonville, las relaciones de Emma con Rodolfo, la ruptura y la segunda grave crisis nerviosa, vendría a corresponderse con el nudo de una acción dramática.

Y la tercera parte, con el desplazamiento del matrimonio Bovary a Rouán para asistir a la ópera, el encuentro con León la decepción amorosa y el suicidio, así como el descubrimiento de todo a cargo de Carlos Bovary, coincidiría con el desenlace de una obra dramática.

La estructura típicamente narrativa de Madame Bovary, avalada por tantos otros elementos como el tratamiento del paisaje, la descripción pormenorizada del entorno vital, mobiliario y demás enseres, tratamiento de personajes, utilización reiterada de la tercera persona como medio expositivo de los acontecimientos, juego del tiempo narrativo, con alternancia de sucesos presentes, evocación retrospectiva del pasado, bien en forma de relato o de recuerdo, así como la prospección hacia el futuro en forma de deseo o proyecto. De igual manera está presente la voz del narrador, recurso tan propio de la novela, adelantando hechos no aprehensibles de otra manera para el lector, o emitiendo juicios de valor, opiniones personales, etc. En resumidas cuentas una perspectiva —tradicional en la novela del siglo XIX— que presenta al autor como "narrador omnisciente".

Todo esto lo conjuga Flaubert, sin renunciar a la utilización del diálogo —recurso tan propio del teatro— para conseguir a través de él la vivacidad de la novela, la sensación del lector de formar parte de la acción a guisa de espectador. También utiliza el dialogo como un medio de dejar en libertad a los personajes, para que sean ellos los que nos presenten sus ideas, actitudes, y, en última instancia, sus vidas.

4. PERSONAJES QUE INTERVIENEN EN LAS TRES PARTES

Primere parte:

— Sr. Roger: director del Colegio.

— Maestro de escuela.

— Carlos Bovary: alumno, estudiante, médico, esposo.

— Compañeros de colegio de Carlos.

— Carlos Dionisio Bartolomé Bovary: padre de Carlos.

— El cura: preceptor rural de Carlos.

— La madre de Carlos.

— Quincallero: especie de tutor de Carlos en Rouán. Eloisa: Primera mujer de Carlos Bovary: viuda de un curialote de Dieppe.

— Anastasia: sirvienta del matrimonio Bovary.

— El Sr. Roualt: campesino, padre de Emma.

— Emma: hija del Sr. Roualt.

— El marqués de Audervilliers.

— Invitados del marqués.

— Duque de Lavardière: suegro del marqués.

— Vizconde: compañero de baile de Emma.

— Felicidad: Nueva sirvienta del matrimonio Bovary.

Segunda Parte:

— Sr. Homais: farmacéutico.

— Viuda de Lefrançois: dueña de la hospedería.

— Sr. Binet: recaudador, capitán del cuerpo de bomberos.

— Hipólito: patizambo al que opera Carlos Bovary.

— Sr. Cura: Bouinisien, sacerdote rural.

— Hivert: Vendedor ambulante.

— Sr. Lheureux: mercader de paños.

— León: pasante de Yonville, galanteador de Emma.

— Justino: ayudante de la farmacia.

— Carlos Bovary.

— Emma Bovary.

— Berta: hija recién nacida de los Bovary.

— Sr. Bovary: padre de Carlos.

— Sra. Bovary: madre de Carlos.

— Sra. Tuvache: mujer del notario.

— Nodriza de Berta: tía Rollet.

— Camus: tendero.

— Guillaumin: jefe del pasante León.

— Sra. de Homais: la mejor esposa de Normandía.

— Sr. Tuvache: alcalde de Tonville.

— Felicidad: sirvienta de los Bovary.

— Napoleón y Atalia: hijos del farmacéutico.

— Tío Tellier: paciente de Carlos Bovary.

— Letisboudois: sacristán, sepulturero, etc.

— Rodolfo Boulanger: seductor y amante de Emma.

— Sr. Lieuvain: enviado por el gobierno para los comicios.

— Sr. Derozerays: orador de los comicios.

— Catalina Nicasia Isabel Leroux: campesina premiada en los comicios.

— Sr. Canivel: médico de Canivel.

— Teodose: criado del Sr. Guillaumin, pretendiente de Felicidad.

— Girard: criado de Rodolfo y mensajero portador de la carta de despedida.

Tercera parte:

— León

— Emma.

— Pertiguero: especie de cicerone de la iglesia y sus piezas de valor.

— Cochero.

— Hivat: comerciante del pueblo.

— Carlos.

— Sr. Homais: farmacéutico de Yonville.

— Justino: ayudante de la farmacia.

— Esposa del farmacéutico.

— Atala: hija del farmacéutico .

— Hipólito: patizambo al que operará Bovary.

— Sra. Bovary: madre de Carlos.

— Sr. Lheureux: comerciante.

— Berta: hija del matrimonio Bovary.

— Barquero.

— Vda. Lefrançois: dueña de la hospedería.

— Binet: recaudador.

— Sra. Liegard: vecina de Yonville.

— Artemisa: empleada de El León de Oro.

— Srta. Lempereur: profesora de música.

— Bournisien: cura de Yonville.

— Bridoux: amigo del farmacéutico y residente en Rouán.

— Sr. Vincart: hombre de negocios.

— Hareng: alguacil.

— Sr. Guillaumin: jefe de León.

— Sra. Tuvache: mujer del alcalde.

— Sra. Rolet: antigua nodriza de Berta.

— Dr. Lariviere: médico que tratará —de desintoxicar a Emma.

— Canivet: médico, venido igualmente a desintoxicar a Emma.

— Ciego: desheredado que asaltaba la diligencia pidiendo limosna.

— Felicidad: criada de los Bovary.

— Letisboudois: sacristán, sepulturero.

— Rodolfo: Antiguo amante de Emma.

5. RESUMEN ESQUEMÁTICO DE LA NOVELA

PRIMERA PARTE

Capítulo I :

— Carlos como estudiante, médico y casado en primeras nupcias.

— Escena de clase: Presentación del novato Carlos Bovary.

— Presentación de los padres de Carlos Bovary.

— Perfil más completo del hijo, Carlos Bovary, así como de su educación.

— Retrato de Carlos como estudiante en el colegio de Rouán.

— Perfil de Carlos como estudiante de Medicina.

— Establecimiento de Carlos Bovary como Médico.

— Boda con la viuda Dubuc; retrato de la esposa.

— El tiempo narrativo del capítulo cambia del presente, en forma de relato en primera persona, hacia un pasado en tercera persona. Procedimiento de gran efectividad para mantener dos planos simultáneamente en el interés del lector; para realizar el retrato del personaje principal del capítulo, tanto en el presente del relato como en el pasado de su existencia, así como el perfil de los padres y tutores o maestros.

En este capítulo hay ya presentado un "modelo" de educación digno de ser comentado, por lo disparatado del mismo.

Capítulo de personaje, así como de situación del relato, elección de la forma narrativa, tiempos verbales y orientación de la novela.

El perfil "moral" del personaje es muy jugoso para ser analizado desde una óptica cristiana.

Capítulo II:

— Conocimiento del Sr. Roualt y de su hija Emma Muerte de Eloisa.

— Carlos visita al enfermo Sr. Roualt en su granja.

— Retrato del enfermo.

— Descripción de la granja.

— Primer perfil de Emma.

— Diálogo entre Carlos y Emma.

— Nuevo retrato físico más pormenorizado de Emma.

— Interés de Carlos, que se traduce en visitas semanales y otras inesperadas.

— Eloisa, la esposa de Carlos, recela de las visitas de su marido, critica la figura de Emma Roualt.

— Nuevos detalles sobre Emma: físicos, educación, etc.

— Carlos acaba por prometer a su esposa no volver a la granja de Roualt.

— Ruina económica de Eloisa y reacción negativa de los padres de Carlos.

— Muerte de Eloisa; breve reflexión de Carlos sobre su difunta esposa.

Capítulo III:

— Relaciones con Emma y boda.

— El tío Roualt invita a Carlos para que reanude sus visitas a la granja.

— Carlos pasa la tarde con Emma; de vuelta a casa piensa en el matrimonio.

— Carlos y Roualt acuerdan la boda para la primavera.

— Acaba el capítulo con la boda.

Capítulo IV:

— Descripción de la fiesta de bodas.

— Descripción de vestidos, trajes, de forma colorista.

— Descripción pormenorizada de los ingredientes y platos de la comida nupcial. Gran lujode detalles en la descripción de los postres.

— Reacciones de los familiares ante la boda.

— Los nuevos esposos parten camino de su casa. Les recibe el servicio.

Capítulo V:

— Vida doméstica del matrimonio Bovary.

— Carlos se siente dichoso, Emma también.

— Comentario sobre la felicidad de Carlos.

— Reflexiones de Emma sobre la felicidad, pasión y embriaguez, "quetan hermosas le parecieron en las novelas".

Capítulo VI:

— Recuerdos de la adolescencia de Emma.

— Se nos inicia en los sueños de Emma, derivados de las lecturas.

— Sus experiencias en el Convento, en las que destaca el espíritu clerical que se desprende de ellas.

— Descripción de su personalidad, temperamento, gustos, etc.

— Se citan sus heroínas.

— Sensaciones de Emma ante las lecturas.

— Razones de marcha del convento de monjas.

— Explicación del motivo de su boda, y de la presencia de Carlos dentro de ese mundo forjado en su imaginación.

Capítulo interesante para conocer la psicología de Emma y cómo las lecturas deforman su personalidad, sacándola de la realidad y proyectándola al mundo de la fantasía y del sentimentalismo.

Capítulo VII:

— Invitación al baile del marqués de Audervilliers.

— Reflexiones sobre la luna de miel.

— Aparece ya el primer retrato negativo de Carlos, realizado por Emma.

— Retrato artístico de Emma: pintora, pianista....

— Retrato positivo de la Sra. Bovary, como esposa y colaboradora de su marido.

— Carlos se siente satisfecho de su vida y de la posesión de tal mujer.

— Visita de la madre de Carlos. Recelos contra su nuera.

— Emma trata de aumentar el amor de su marido al modo romántico de sus lecturas.

— Emma concluye "que la pasión de Carlos no tenía nada de exorbitante".

— Emma comienza a dar paseos en solitario, acompañada de una galguilla.

— Comienza a imaginar cómo habría sido su vida con otro hombre.

— Imagina cómo serían los maridos de sus amigas del convento.

— Invitación en septiembre a la mansión de Audervilliers.

— Retrato del marqués.

Capítulo VIII:

— Se celebra el baile en Vanleyssard. — Descripción del exterior del castillo.

— Algunos retazos, de matiz romántico, del interior.

— El marqués recibe al matrimonio Bovary. Hay una elegante comitiva.

— La cena: detalles costumbristas.

— Descripción de los asistentes al baile.

— Reflexiones de Emma sobre su vida pasada. Su deseo de eternizar ese momento embriagador del baile.

— Emma baila con el vizconde.

— El baile termina al amanecer.

— Desayuno, paseo por el invernadero.

— El matrimonio Bovary vuelve a Tostes

Capítulo IX:

— Nostalgia del baile. No son invitados al año siguiente: decepción.

— Recuerdos del vizconde y de su petaca verde, de sus posibles amantes.

— París fascina la imaginación de Emma; compra un mapa de la ciudad.

— Emma se suscribe a revistas de señoras; lee obras de Sue, Balzac, Sand.

— Emma confunde sus fantasías y sueños con la realidad.

— Desprecio de Emma por la sociedad de su entorno.

— Carlos le parece a su esposa cada día más grosero de costumbres.

— Gran tristeza y decepción al no ser invitada al baile del marqués.

— Llega a sentirse enferma; se impone un traslado, un cambio de aires.

— Al salir de Tostes, la sra. Bovary estaba encinta.

Capítulo interesante para el estudio de la evolución de la psicología de Emma, su actitud ante la vida real, su enfermedad, etc.

SEGUNDA PARTE

Capítulo I : Presentación de Yonville: el pueblo, habitantes, etc.

—Descripción de Yonville, sus alrededores, su historia, sus características: casas, iglesia, mercados, alcaldía, calle principal, cementerio.

—El guardián, sepulturero y sacristán.

—Se nos pinta Yonville como un pueblo en el que nada cambia, cambiará. Aparece aquí la voz del "narrador omnisciente".

—Descripción detallada del movimiento que registraba Yonville el día de la llegada de los Bovary.

—Presentación de la fonda El León de Oro y de los personajes más representativos: Binet; el farmacéutico, Sr. Homais, que se presenta ya como anticlerical, disparatando hasta límites heréticos; el Sr. Cura.

—Los Bovary, en su viaje, pierden la galguita, hecho que desagrada profundamente a Emma.

Capítulo II: Tertulia de los Bovary. Comentarios sobre la vida de Yonville.

—La llegada de los Bovary. Descienden de la diligencia.

—Los Bovary junto al fuego: descripción casi pictórica.

—La cena: el boticario les pone al corriente sobre las enfermedades más frecuentes, costumbres, clima, etc.

—Emma comienza a hablar con el pasante, León: paisajes, música, etc.; poco a poco , en su conversación, van encontrando muchos puntos en común: la concepción del arte, actitudes, etc.

—El farmacéutico pone su biblioteca a disposición de la Sra Bovary.

—La cena sirve a Carlos para intimar con el boticario.

—Los Sres. Bovary son acompañados a su nueva casa.

—Emma cree que va a comenzar una nueva vida, una vida mejor.

Capítulo III: Nacimiento de Berta. Excursión de Emma y León.

—Perfil de León, el pasante: su afición a la pintura, música, literatura.

—El farmacéutico se deshace en atenciones con la Sra. Bovary. Su propósito era atraerse al matrimonio, para poder practicar la medicina clandestinamente en la rebotica. Por esto mismo ya fue amonestado anteriormente.

—La clientela no acudía a la consulta de Carlos.

—Carlos se sentía más ligado a Emma por el hecho de su próxima maternidad: Carlos enloquecía ante la idea de ser padre.

Emma reaccionó de distinto modo; quería que fuese un varón, para que no sintiera la falta de libertad propia de la mujer. Se exponen sus curiosas ideas sobre el hombre y la mujer.

—Emma da a luz una niña.

—Opiniones sobre el nombre que pondrán a la niña. Emma decide que se llame Berta.

—Bautizo de la niña. El padre de Carlos, en el banquete, "bautiza" a la pequeña con una copa de champán; indignación del sacerdote.

—Los padres de Carlos pasaron un mes en casa de su hijo. La madre, temiendo que su marido ejerciera alguna influencia inmoral sobre su nuera, apresuró la partida.

—Emma va a casa de la nodriza de su hija acompañada por León; comentarios negativos en el pueblo de Yonville.

Capítulo IV:

—Cena del farmacéutico con los Bovary.

—Partida de cartas y dominó en casa del boticario.

—León leía las revistas con Emma, le recitaba versos y conversaban quedamente.

—León y Emma se intercambian regalos.

—León sufría ante su indecisión para declararse a Emma; siempre vacilaba en el último momento.

Capítulo V:

—Paseo para ver una hilandería que estaban instalando en el valle: los Bovary, el cura, el boticario e hijos, y León.

—La Sra. Bovary recuerda el paseo, una vez en casa, y no puede apartar de su mente a León.

—Emma recibe la visita de Lheureux, tendero de novedades.

—León visita a Emma. Hablan de cosas insustanciales, al mismo tiempo sostienen otra "conversación" interior, relativa a sus inclinaciones mutuas.

—Se produce un cambio inesperado en la conducta de Emma, que se entrega con ahínco a sus obligaciones de ama de casa, de madre y de esposa.

—León, en sus nuevas visitas, percibe este cambio y pierda la esperanza de conseguir a Emma. Espiritualiza el atractivo que siente por ella.

—La mutación de Emma ofrece un poder de seducción que no escapa ni a los extraños.

—Ese cambio es sólo aparente, pues en su interior ella estaba enamorada de León y deseaba que los demás no lo advirtiesen.

—Carlos se le presenta, en su imaginación, como el mayor obstáculo para la consecución de su felicidad.

—Emma se siente inclinada al adulterio, encontrando motivaciones hasta en los acontecimientos más triviales.

—Felicidad, la sirvienta, se da cuenta de las crisis nerviosas en que se sume su señora por ese fingimiento continuo, y le compara su dolencia con la que sufría una joven aldeana, llamada Guerine.

—Emma afirma que su dolencia es causada por el matrimonio.

Capítulo VI:

—Una tarde Emma oye el toque del Angelus. Su fantasía viaja al tiempo de su adolescencia, recordando la estancia en el colegio de religiosas. El clima del recuerdo refleja una religiosidad meramente externa.

—El recuerdo la induce a buscar una iglesia.

—Entrevista del sacerdote con Emma. La figura del cura rural está dibujada como la de una persona incapaz de ver más allá de las cosas materiales.

—Emma, excitada, maltrata a su hija cuando llega a su casa. Carlos soluciona el incidente.

—León vuelve a aparecer en escena y seduce a Emma.

—León pretende resolver la situación, y se marcha de Yonville.

—El boticario visita al matrimonio Bovary y comenta la partida de León.

Capítulo VII:

—Desolación de Emma ante la partida de León.

—Aparece en escena Rodolfo Boulanger, de la Huchette.

—Retrato de Rodolfo.

—Propósito de Rodolfo de seducir a Emma Bovary.

Capítulo VIII:

—Se celebran los Comicios locales.

—Primer paseo y entrevista de Rodolfo con Emma.

—Descripción costumbrista del ambiente de la localidad en tan señalada fecha.

—Discurso del sr. Lieuvain, representante oficial del Gobierno.

—Festín oficial de autoridades y próceres del pueblo.

Capítulo interesante para conocer el perfil moral de Rodolfo, deducible del largo parlamento que mantiene con Emma, en su paseo y entrevista. Igualmente deja de manifiesto el mismo personaje su concepción de la moral. Por último, es reseñable el anticlericalismo del farmacéutico en la información que envía al periódico con motivo del acto de los Comicios .

Capítulo IX:

—Vuelta de Rodolfo, tras una corta ausencia.

—Parlamento amoroso del mismo.

Paseo a caballo y relaciones entre Emma y Rodolfo

Capítulo X:

—Nuevas y frecuentes citas de los amantes, tanto en casa de uno como de la otra.

—Carta del tío Roualt, padre de Emma.

—Arrepentimiento muy pasajero de Emma.

Capítulo XI:

—Operación realizada por Carlos Bovary a Hipólito.

—Reseña periodística del farmacéutico, alabando a Carlos.

—Fracaso, en última instancia, de la operación llevada a cabo por Carlos.

—Tremenda desilusión de Emma, que se siente humillada en su orgullo.

Capítulo XII:

— Los amantes reanudan sus amoríos.

—Emma regala una pierna ortopédica a Hipólito.

—Petición y proyectos de fuga de Emma con Rodolfo.

Capítulo XIII:

—Carta de Rodolfo a Emma, despidiéndose de ella.

—Crisis nerviosa de Emma; intento de suicidio

Capítulo XIV:

—Carlos endosa pagarés al comerciante Lheureux, por cantidades importantes.

—Convalecencia de Emma Bovary: visión celestial.

—Preparativo del viaje de los Bovary a Rouán, para asistir a la ópera.

—Llegada a Rouán del matrimonio.

Capítulo XV:

—En la Opera: reencuentro con León.

—Descripción costumbrista del ambiente del teatro. Reacciones de Emma ante el espectáculo. Opiniones de Carlos Bovary.

—Carlos aconseja a Emma que se quede algún día en Rouán.

TERCERA PARTE

Capítulo I:

—Declaración amorosa de León a Emma.

—Nueva cita de los dos en la catedral. —Paseo en coche de ambos por la cuidad. Despedida al atardecer.

Capítulo II:

—Vuelta a Yonville de Emma Bovary.

—Muerte del Padre de Carlos Bovary.

—Nuevo viaje de Emma a Rouán.

Capítulo III:

"Luna de miel" de Emma y Carlos en Rouán.

Capítulo IV:

—Emma decide tomar lecciones de música en a Rouán, mero pretexto para reunirse periódicamente con León.

Capítulo V:

—Descripción de las relaciones entre León y Emma.

—Firma de pagarés por altas sumas de dinero a Lheureux y venta de una casa por parte de Emma.

Capítulo VI:

—Viaje del sr. Homais a Rouán y entrevista con León.

—Aviso de la posibilidad de embargo a los bienes de la sra. Bovary, en caso de no pagar los ocho mil francos más los intereses de ese capital, importe total de su deuda al sr. Lheureux.

Capítulo VII:

—Visita del alguacil Hareng para el inventario de los bienes de los señores Bovary.

—Emma corre a casa de Guillaunin y otros, buscando dinero.

Capítulo VIII:

—Emma va a casa de Rodolfo, antiguo amante, en busca de ayuda económica. Rodolfo le niega el dinero, pretextando no tenerlo.

—Emma se envenena con arsénico en la botica, al facilitarle la llave Justino, empleado de la farmacia,

—Muerte de Emma.

Capítulo IX:

—Velatorio del cadáver.

—Entierro,de Emma.

Capítulo X

—Llegada del Sr. Roualt.

—Final de la ceremonia religiosa y sepultura de Emma.

Capítulo XI:

Nuevos problemas económicas para Carlos Bovary.

—Carlos descubre la secreta vida de su mujer, a través de unas cartas.

—Entrevista con Rodolfo.

—Muerte repentina de Carlos.

6. PERFIL PSICOLÓGICO DE LOS PROTAGONISTAS

Las notas distintivas de la protagonista, que han quedado como un arquetipo literario y humano, se podrían resumir en los siguientes puntos:

— Infancia y primera juventud fuera del contexto familiar.

— Educación adquirida dentro de una institución religiosa (convento de monjas) .

— Clericalismo y espíritu clerical en la base de su formación cristiana.

— Lecturas poco convenientes a su edad y temperamento, que la llevan a confundir los límites de la fantasía y de lo literario con la vida real y lo cotidiano.

— Carácter sentimental, propenso a grandes efusiones , que le impiden mantener una conducta coherente.

— Complicado mosaico de actitudes que siempre desembocan en la tristeza, en el descontento personal, o en crisis nerviosas.

— Abandono de sus ocupaciones familiares de forma intermitente para saciar sus caprichos personales.

— Desprecio de la sociedad de su entorno.

— Deformación de la conciencia, impregnada más de ideas literarias que de un contenido doctrinal cristiano.

— Lleva una doble vida: mujer casada y amante.

— Falta de una auténtica fe y esperanza en Dios, que la llevarán en última instancia al suicidio.

Estos aspectos de la personalidad de la protagonista, son diseñados por Flaubert del siguiente modo:

Primera Parte.

Cap. II: "Lo más bello de ella eran los ojos, que, aunque pardos, parecían negros bajo el espesor de las cejas. Su mirada era franca y de cándido atrevimiento" (p. 484).

Cap. V: "Antes de casarse creyóse enamorada, pero como la felicidad que de un tal enamoramiento esperaba no se había presentado aún, preciso era —tal pensaba— que se hubiese equivocado".

"Emma trataba de saber qué se entendía exactamente en la vida por las palabras felicidad, pasión, embriaguez, que tan hermosas le parecieron en las novelas" (p. 505).

Cap. VI: "Emma, que leyera Pablo y Virginia, había soñado con la casita de bambú, con el negro Domingo y con el perro fiel....." (p. 506).

"Al principio, lejos de aburrirse en el convento, complacíase con la compañía de los buenos hermanos, los cuales para entretenerla, conducíanla a la capilla" (p. 506).

"A la hora del recreo jugaba muy poco".

"Comprendía perfectamente el catecismo y era la que siempre contestaba a las preguntas difíciles del señor vicario" (p. 506).

"En lugar de seguir la misa, contemplaba en su libro las piadosas viñetas de cerco azul...." (p. 407).

"Quiso imponerse un voto, y hasta trató de pasar todo un día sin comer para mortificarse" (p. 407).

"Al confesarse urdía pecadillos para permanecer más tiempo de hinojos, hundida en la sombra, con las manos juntas " (p. 501) .

"El prometido, el esposo, el amante celestial, el matrimonio eterno, todas estas imágenes, que tanto se prodigan en los sermones, levantaban en lo profundo de su espíritu insospechados placeres" (p. 507).

"Necesitaba extraer de las cosas un como personal provecho, y rechazaba por inútil cuanto no contribuía al consumo inmediato de su corazón; más sentimental que artista, por temperamento, eran emociones y no paisajes lo que buscaba" (p. 507).

"Durante seis meses, con quince años ya, Emma se ensució las manos con este polvo de viejas bibliotecas públicas" (508)

"Carlos no le enseñaba nada........y ésta comenzaba a tomarle ojeriza por su inconmovible pachorra, por su pesa da apacibilidad incluso por la vastura que a ella le debía". (p. 513).

"Quiso, empero, proporcionarse el amor con arreglo a las teorías que consideraba como buenas, y a la luz de la luna, en el jardín, recitábale a su marido todas las apasionadas rimas que sabía, y le cantaba entre suspiros melancólicas canciones...." (p. 515).

"........persuadióse Emma fácilmente de que la pasión de Carlos no tenía nada de exorbitante" (p. 516).

"Su vida, en cambio, era fría, como desván como ventanuco al norte, y el aburrimiento —silenciosa araña— hilaba su tela bajo la sombra en todos los rincones de su corazón" (p. 517).

"Sentía ansias de viajar o de vivir nuevamente en el convento. Deseaba a un mismo tiempo morirse y residir en París" (p. 533).

"La ansiedad de un acontecimiento que iluminara su vida iba creciendo en lo más recóndito de su alma"(p. 536).

"Toda la amargura de la existencia le parecía servida en su plato y con el humo de la sopa subían del fondo de su alma como otras bocanadas de aplastamiento" (p.539).

Cap. IV: "El amor —tal creía ella— debía presentarse de improviso, con grandes estruendos y fulguraciones, como tempestad celeste que se desencadena sobre la vida y la trastorna, y arrastra como a secas hojas las voluntades, y hunde en el abismo y por completo a los corazones" (p. 577).

"Hallábase enamorada de León y buscaba la soledad para poder deleitarse más gustosamente con su imagen. La presencia del joven turbaba la voluptuosidad de aquella meditación. Emma, al oír sus pasos, conmovíase, y luego, ante él, sentíase derrumbarse la emoción, y tras esto sólo le quedaba un inmenso asombro, ave se resolvía en tristeza" (p. 585).

"El orgullo, además, y el placer de decirse: "soy virtuosa", y de contemplarse, con resignado talante, en el espejo consolábala un poco del sacrificio que creía hacer" (p. 585).

"Todo el odio que atesoraba, originado por sus sin sabores, hízolo recaer sobre Carlos...." (p. 586).

"La propia apacibilidad de su vida incitábala a la rebelión, así como la estrechez doméstica y la paz conyugal ponían en su alma ensueños de grandeza y adúlteros deseos" (p. 586).

Cap. VI: ".....encaminose a la Iglesia dispuesta a hundirse en cualquier devoción con tal que absorbiera su alma y a olvidarse por completo de la vida" (p. 589).

"Entonces recordó a las heroínas de los libros que leyera, y la única legión de aquellas adúlteras mujeres comenzó a cantar, con voces de hermanas que la seducían, en su recuerdo. Ella misma convertíase en una verdadera parte de aquellas imaginaciones, y creyéndose el prototipo de la enamorada que tanto había envidiado, realizaba el prolongado sueño de su juventud" (p. 643).

Cap. X: "Emma, por otra parte, se iba poniendo demasiado sentimental; el cambio de miniaturas se impuso, así como el de los mechones de pelo, y por entonces quería una alianza, un verdadero anillo de bodas, en señal de compenetración eterna" (p. 651).

Emma, en aquel momento, se arrepintió e incluso preguntose por qué execraba a Carlos y si no hubiese preferido amarle" (p. 654).

Cap. XI: "Se arrepentía, como de un crimen, de su pasada virtud, y aquello que de ésta aún subsistía se desplomaba bajo los curiosos golpes de su orgullo. Así, se deleitaba con todas las aviesas ironías del adulterio triunfante y el recuerdo de su amigo volvía a atraerla con una fuerza vertiginosa. Hacia él lanzaba su alma, impulsada por un entusiasmo nuevo". (p. 667).

Cap. XII: "Buscaba a Rodolfo. Era para decirle que se aburría, que su marido le resultaba odioso, y la vida, horrible" (p. 668).

"A consecuencia de sus costumbres amorosas, la de Bovary cambió sus modales. Sus miradas hiciéronse más atrevidas y más libre su conversación, e incluso cometió la inconveniencia de pasearse en compañía de Rodolfo, con un cigarrillo en la boca, como para reírse del mundo" (p. 673).

Cap. XIV: "Su alma, rendida por el orgullo, acogíase a la humildad cristiana, y saboreando el placer de ser débil, asistía, dentro de sí misma, a la destrucción de su voluntad, que abríale paso a las dulzuras de la gracia" (p. 697).

"Quiso ser una santa. Compró rosarios, se puso amuletos y deseaba tener en su cuarto, a la cabecera del lecho un relicario con incrustaciones de esmeraldas para besarlo todas las noches" (p. 697).

"Su divisa era la resignación, la indulgencia para todos, y su lenguaje a propósito de cualquier cosa rebosaba sentimentalidad'' (p. 699 ).

Tercera Parte:

Cap.I: "¿Verdad que no hay nada más lamentable que arrastrar, como me ocurre a mí, una vida inútil?"(p. 718).

7. ERRORES CONTENIDOS —MÁS O MENOS EXPLÍCITAMENTE— EN LA NOVELA

— Concepción pagana del matrimonio, con clara distorsión y subversión de sus fines.

— Defensa insistente de la relaciones hombre-mujer fuera del matrimonio. Justificación del adulterio, ante lo irresistible de la pasión amorosa.

— Exceso de sensualismo a lo largo de toda la novela. Defensa más o menos solapada de este error.

— Visión hedonista de la vida del hombre en el mundo, con olvido del sentido último y trascendente de la existencia humana.

— Anticlericalismo furibundo. Ataque directo e indirecto a la Iglesia, a sus ministros, y a la misma religión.

— Ridiculización de los sacramentos: confesión, bautismo, etc.

— Mofa de la catequesis cristiana.

— Presentación de la Fe y de la Religión como enemigos de la ciencia y del progreso.

— Defensa de una "moral" individualista sin fundamento en la norma objetiva.

— Defensa de las ideas de la Enciclopedia, tesis de Rousseau, Voltaire, etc.

 

                                                                                                                                                              F.G. (1980)


 

                                                                                                                                                               ANEXO I

 

Algunas reflexiones en torno al Madame Bovary de Flaubert.

El suicidio de Emma es la expresión máxima de su fracaso vital, pero la heroína de Flaubert hacía mucho que estaba minada por dentro. ¿Por qué no tiene Flaubert ningún pudor en mostrar el carácter inexorable del fatal destino de la Bovary? Una reflexión de Camus sobre el suicidio en general me parece muy luminosa al respecto. Un acto como éste, dice, "se prepara en el silencio del corazón, lo mismo que una gran obra" (El mito de Sísifo, I,1).

En efecto, en estas páginas primeras pretendo mostrar que el suicidio de Emma y la gestación de la novela tienen un origen idéntico en las contradictorias necesidades del corazón de Flaubert.

Madame Bovary es un caso notable de polivalencia simbólica y sus distintos planos de significación se reflejan unos a otros con una extraña perfección, porque también Flaubert construye su obra a partir del sencillo recurso de la repetición de la misma idea en todos los planos posibles.

A mi juicio, el esquema ideológico que subyace a toda la obra puede sintetizarse en estas o parecidas palabras: la acción conduce a la muerte del hombre.

En el plano semántico, el esquema flaubertiano se concreta en la representación de un mundo de ficción donde no se produce la unidad de sus elementos, expresión verbal de la imposibilidad metafísica de la consecución de la felicidad. Miremos de cerca por ejemplo la descripción que sucede inmediatamente a la consumación física del adulterio por parte de Emma:

"Les ombres du soir descendaient; le soleil horizontal, passant entre les branches, lui éblouissait les yeux. Ça et là, tout autour d'elle, dans les feuilles ou par terre, des taches lumineuses tremblaient, comme si des colibris, en volant, eussent éparpillé leur plumes. Le silence était partout; quelque chose de doux semblait sortir des arbres; elle sentait son coeur, dont les battements recommençaient, et le sang circuler dans sa chair comme un fleuve de lait. Alors, elle entendit tout au loin, au delà du bois, sur les autres collines, un cri vague et prolongé, une voix qui se traînait, et elle l'écoutait silencieusement, se mêlant comme une musique aux derniers vibrations de ses nerfs émus. Rodolphe, le cigare aux dents, raccommodait avec son canif une de deux bridées cassée.

Ils s'en revinrent à Yonville, par le même chemin. Ils revirent sur la boue les traces de leurs chevaux, côte à côte, et les mêmes buissons, les mêmes cailloux dans l'herbe. Rien autour d'eux n'avait changé; et pour elle cependant, quelque chose était survenu de plus considérable que si les montagnes se fussent déplacées. Rodolphe, de temps à autre, se penchait et lui prenait sa main pour la baiser" (pp. 189-190 de la edición Garnier-Flammarion, París, 1979, a la que corresponden las sucesivas citas).

Sólo en este pequeño fragmento son casi innumerables los aspectos morfológicos y semánticos que ponen de manifiesto la falta de unidad aludida: la realidad, como las plumas de los colibrís, queda literalmente "esparcida"; se nombra habitualmente en su multiplicidad (téngase en cuenta el uso constante de los plurales), o en su carácter doble: nótese el empleo de prefijos verbales de repetición —revenir/revoir, raccomoder— o las disyuntivas referencias espaciales y temporales —Ça et là, dans les feuilles par terre (...), sur les autres collines (...) côte à côte (...) de temps à autre"—, o, más importante aún, en el segundo párrafo, el modo en el que se subraya precisamente la dualidad de una misma realidad con la fuerza sintética de la primera frase: "Ils s'en renviren à Yonville, par le même chemin".

Flaubert descree de la posibilidad de nombrar la realidad y se resigna a aludir a ella, pronombrándola con indefinidos, comparándola, en suma, imaginándola, porque hay en efecto algo inaprehensible en las cosas que las hace inquietantes y que de manera muy llamativa Emma barrunta pero no puede captar. Es curioso hasta qué punto se deja constancia de cómo le fallan los sentidos externos: los ojos quedan desde un principio deslumbrados y el oído confundido por la propia vibración sanguínea. Emma no se sabe lo que tiene delante porque, en su exaltación, lo confunde todo; cree oír algo donde sólo hay un terrible silencio, el del pecado.

Estamos en un momento clave para acertar con la interpretación de la obra: la percepción de Emma (unitaria y totalizadora pero insuficiente) es inseparable de su pensamiento, en una expresión radical de sensualismo epistemológico, pero el narrador se distancia de la protagonista en este punto, mostrándonos desde fuera esa identificación y, en el fondo, criticándola porque resulta confusa; por dulce que sea, no sirve para explicar del todo lo que pasa.

Si a lo largo de toda la novela se suceden los cambios en la percepción, manteniéndose narrativamente la misma voz, ahora es otro quien procede a la descripción, mientras que Emma se limita a sentir la dulzura de su sangre y a oír algo que no sabe lo que es y que confunde con sus propios movimientos internos. Emma es incapaz de comprender la realidad (cada vez le importa menos) y conforme avanza la novela lo será cada vez en menor medida, apuntando con todo ello claramente hacia lo que el citado Camus llamaría el absurdo (cfr. id.).

La realidad que objetiva el narrador es una realidad irreductible a la unidad, pero, a través de su expresión verbal, se sostiene idealmente; en modo alguno puede obtenerse su unidad por analogía con el proceso físico que ha tenido lugar. Por eso Flaubert no es un naturalista sino que apunta claramente hacia algo distinto que está en el plano de la representación del mundo.

Desde el comienzo, la inclinación novelesca de la protagonista es del todo superficial (también lo es su visión de la religión) y constituye sólo una primera etapa de su vida, una promesa frustrada, porque Emma apuesta decididamente por la acción, por el consumo, por el cuerpo, en una palabra, por la voluntad, constituyéndose ante los ojos de Flaubert en un símbolo de la estupidez de toda la sociedad burguesa. Así lo confirma el final del relato en el que Berta, la hija de los Bovary, queda condenada al infierno del proletariado. Flaubert pensaba que la burguesía de su tiempo caminaba, como Emma, hacia su propia aniquilación y a su sustitución por una clase obrera emergente. También en esto se equivocó.

La crítica ha visto acertadamente en esta dinámica textual la expresión de las leyes enunciadas por el positivismo. Pero hay algo más. Flaubert, a mi juicio, está todavía más cerca de Schopenhauer que de Comte porque, con el mantenimiento a lo largo de la obra de una voz propia y crítica del narrador, establece una distancia entre la "voluntad" de los personajes (de una sociedad entera) y la "representación" que va estableciendo de la realidad ese narrador (uno contra todos), introduciendo, de manera creciente, referencias claras al abismo al que aquellos se ven abocados.

Aunque volveré sobre esta específica cuestión, quiero llamar la atención sobre dos detalles que hacen en efecto pensar en el autor de El mundo como voluntad y representación, y más concretamente en lo que afirma en el célebre libro 3º de dicha obra, dedicado como se sabe a la representación del mundo. Me refiero al desprecio formal que Emma hace precisamente de la música en la última parte de la novela. La música es sustituida por la carne, tanto cuando la Bovary sale del teatro indiferente por completo a la belleza de Lucia de Lamermoor (que por cierto es incapaz, a pesar de que está adelantando la locura de Emma, de ejercer sobre ella el menor efecto catártico) como cuando engaña a su marido a propósito de las lecciones de música que no da.

Por otra parte, la misma búsqueda de Flaubert de la musicalidad de la prosa no puede ser únicamente un recurso estilístico; hay en ello una comprensión, precedente manifiesto de la poética simbolista, de las más altas virtualidades de la lengua.

Hay dos temas en la novela que apuntan claramente en la misma dirección interpretativa y que concretan literariamente la intuición flaubertiana. Me refiero al par pies-calzado y a la presencia constante de la comida.

Casi cada vez que alguien entra en escena nos son descritos sus pies y su calzado; es riquísima la morfología de este elemento convertido claramente por el autor en uno de los temas de su obra. Se puede proceder al análisis exhaustivo de esas presencias, observando las características concretas que Flaubert va desplegando en cada caso; piénsese por ejemplo en el episodio de la operación del pie contrahecho de Hyppolite. Sobre ese miembro deforme se lanza la "ciencia", dejándolo en un estado lamentable. No hay que olvidar que es Emma la que instiga semejante barbaridad y, sin forzar mucho la interpretación, se concluye que Flaubert apuesta también aquí por la inacción. Los remedios de Emma a la insatisfacción que le produce la mediocridad de Charles no pueden consistir en incidir sobre la realidad porque eso supone literalmente la aniquilación de esa misma realidad, simbolizada en la amputación final de toda la pierna.

He aludido al par pies-calzado porque me parece que, además de las connotaciones particulares de cada caso, este tema flaubertiano traduce la cuestión de la desnudez corporal. "Es propio de lo carnal el no mostrarse", dice con agudeza María Zambrano ("El espejo de Atenea", en Claros del bosque, IV). El pie es el miembro más bajo, y tal vez más burdo, del cuerpo. Con independencia de que para Flaubert fuera o no un elemento de fetiche, puede tomarse como sinécdoque del cuerpo e incluso de la misma corporalidad. El cuerpo, en su ciego dinamismo, se cubre con toda la gama de la zapatería o se muestra impúdicamente despertando el instinto erótico.

Qué decir en este contexto de las abundantes y pormenorizadas descrip-ciones de la comida. Qué puede haber sino una alusión directa a las "vulgares" necesidades del cuerpo, satisfechas hasta el hartazgo en la sociedad descrita en la novela. Comer es en primer término sobrevivir físicamente (recuérdese cómo comen el cura y el boticario, los dos a una, en el velatorio de Emma), pero se convierte en un morir espiritualmente porque "en la carrera que nos precipita cada día un poco más hacia la muerte, dice Camus, el cuerpo conserva una delantera irreparable" (id.).

En la carta a Louise Colet del 19 de septiembre de 1852, Flaubert dice algo que puede iluminar este punto. Ha leído la vida de un gran cocinero llamado Carême y le emociona leer lo que éste había dicho hablando de lo goloso que era: "...sentía tan a fondo mi vocación, que no me detuve a comer". Flaubert detesta ese detenimiento en el comer porque supone precisamente la negación nada menos que de una vocación.

Estamos ante una nueva formulación de la cuestión de las "armas del vientre" pero ahora en contra del dios del arte. La lucha maniquea del cuerpo y el espíritu, que, en su versión específicamente religiosa, ya había reclamado la atención de Flaubert desde su primera obra, la Tentación de San Antonio, inspirada en el impresionante lienzo homónimo de Pieter Brueghel, el Viejo.

Es verdad que Emma estaba hecha de una pasta un tanto diferente porque, en un principio, la comida no le llama la atención. En su caso no es la comida la que le lleva a la lujuria, sino, en un proceso que se muestra de ida y vuelta, ésta le conduce a la avidez de aquella, hasta volverse en sus últimos momentos "irritable, gourmande et voluptuese" (299).

El final de ese camino no puede ser otro que la muerte, "porque la carne devora y es devorada; es su castigo (...). El hombre, devorador universal de todo, de todo lo que puede, animales y plantas, la tierra misma, a la que devora arrasándola, de otro hombre, de sí mismo hasta su total combustión, hasta el suicidio" (María Zambrano, id.). Cabe de hecho preguntarse si el procedimiento suicida podía haber sido otro que el de "manger" (334) el polvo blanco del arsénico.

Otros de los temas de la novela muestran, por su mera disposición dialéctica, el carácter crítico de la obra de Flaubert. Me refiero a los valores contrapuestos del aire y el agua, por una parte, y de los colores azul y negro, por otra.

La transición cromática del azul al negro muestra claramente la evolución de Emma y ha sido como tal estudiada, desde el azul de sus sueños hasta el progresivo oscurecimiento de su espacio vital (un terrible fondo negro y abismal que desde el principio se mezcla con sus sueños) y de su misma sangre y rostro ennegrecidos en la hora final.

Por eso prefiero centrarme en los dos elementos básicos citados que, por lo demás, establecen una dicotomía equivalente y en muchos casos paralela a la cromática; recuérdese por ejemplo la imagen de las anunciadas aventuras de Emma como un canalones atrancados (133).

En efecto, toda la capacidad de ensoñación de Emma está envuelta por el aire; Emma es constantemente comparada con los pájaros y sus pensamientos revolotean entre el viento y el azur del cielo, en el amplio vuelo de su deseo. El narrador llega a calificar a la Bovary de "âme étherée" (240).

Por el contrario, el agua, sobre todo el agua de los diferentes ríos que circundan los pasos de Emma, corre paralela a su deseo. En cada escena amorosa se subraya la presencia del agua que murmura su inquietante mensaje. Son múltiples los paseos de los amantes al borde del agua, que se mimetizan así con el fluir inestable de la corriente.

Cuando Leon se va de Yonville, el narrador se adentra en los pensamientos de Emma con las siguientes palabras: "La rivière coulait toujours, et poussait lentement ses petit flots le longue de la berge glissante. Ils s'y étaient promenés bien de fois, à ce même murmure des ondes, sur les cailloux couverts de mousse (...). Comment n'avait-elle pas saisi ce bonheur-là, quand il se présentait! Pourquoi ne l'avoir pas retenu à deux mains, à deux genoux, quand il voulait s'enfuir? Et elle se maudit de n'avoir pas aimé Leon; elle eut soif de ses lèvres" (155).

En efecto Emma hubiera querido bañarse en el río del placer, beber el flujo de la vida que irremediablemente se va. Y en adelante no perderá más oportunidades. En sus salidas adúlteras para entregarse a Rodolphe, "Emma s'habillait vite et descendait à pas de loup le perron qui conduisait au bord de l'eau" (192). Y cuando aparece la hartura de la carne en esa relación con Rodolphe, el narrador la compara a la bajada de nivel de un río que fuera hundiéndose en su propio "lecho" dejando ver su fondo fangoso (cfr. 199). En fin, la cama de mancebía del Hotel de Boulogne en Rouen tiene forma de barca (cfr. 288) y, ya antes, el coche en el que Leon y Emma pasean su deseo por cada calle de Rouen da tumbos como un barco (cfr. 270). Por cierto un barco "más cerrado que un sepulcro" (id.).

Las imágenes se multiplican en este orden; me conformo con recordar quizá la más elocuente, presentada cuando el narrador describe un rayo argentino de la luna que se retuerce sobre el agua de un río como una "serpiente sin cabeza cubierta de escamas". Serpiente en el río, el río en el río como señala Jean-Pierre Richard (cfr. "La création de la forme chez Flaubert", en Littérature et sensation, 136), la vida descerebrada que se va irremediablemente.

La verdad es que desde el principio se pone de manifiesto sin tapujos el núcleo del temperamento de Emma, en el que bien cabe situar la causa primera de su fracaso: la necesidad de cambio por el cambio, su aprecio de las cosas no en sí mismas sino a partir de esta necesidad, su voluntad de gozar de las cosas en la práctica, de consumirlas, su carácter sentimental y utilitario, incapacitado en definitiva para la contemplación racional de la realidad (cfr. 71).

Por eso mismo es desconcertante la imagen de Minerva confeccionada por Emma que, dedicada a su padre, estaba colgada en la sala de la casa de Les Bertaux. La Diosa de los inspiradores ojos azules, la reina de la razón, la virgen del arte. No me cabe duda de que representa lo contrario de la posibilidad que Emma ha cumplido en su destino, pero no sé si al mismo tiempo expresa otra posibilidad de Emma o, tan sólo, indica la presencia del propio autor.

¿Y la "puesta en abismo" que supone la referencia a Paul et Virginie? El eterno problema de la naturaleza y la civilización, pero también el de la virginidad (la desnudez) y el incesto. Emma no necesitaba un marido sino un hermano, y su maternidad es la expresión más radical de su fracaso.

¿No estaría Emma, como Atenea, llamada a una concepción de otro orden, intelectual o artística? (cfr. María Zambrano, op. cit.). ¿No apunta hacia eso también su educación esmerada?¿ No se aprecia aquí una autojustificación de Flaubert, de su entrega al arte, aquello que Borges llamó "el destino ejemplar de Flaubert"? (cfr. Discusión). Y, por último, ¿no estaba, en el fondo, Madame Bovary, llamada a ser, como insinúa increíblemente Baudelaire, verdaderamente y hasta el final un hombre? (cfr."Madame Bovary, de Gustave Flaubert").

Todas ellas son cuestiones que a mi juicio Flaubert está respondiendo afirmativamente en su novela, reflejando una de las concepciones más tristes e inmorales del ser humano que quepa imaginar. Pero eso sería objeto de una segunda parte de este ensayo.

 

                                                                                                                                                             A.R. (1996)


 

                                                                                                                                                              ANEXO II

FLAUBERT, Gustave

Madame Bovary

Modern Library, New York 1982.

"Madame Cow"— that is hardly an appropriate title for a romance that some have said glorifies adultery. But this truly great novel presents nothing glorious about Madame Bovary's destructive way of life.

Gustave Flaubert's Madame Bovary is a satire similar, in one significant way, to Cervante's Don Quixote. Both dramatize harmful effects which bad books can have. Quixote devours books of chivalry and ends up imitating them in his own mad and comic way; Emma Bovary devours books of romance and she too imitates them in her own mad, but tragic, way. One enormous difference between the two books is that Cervantes looks upon his characters with forgiving benevolence while Flaubert looks upon Emma and all the other characters of her bourgeois world with unremitting condemnation. Cervantes' comedy points to a better world, but the dark and tragic view of this novel points to no positive alternative, and one can therefore understand why Flaubert has been called a nihilist.

The characters in Flaubert's beautifully crafted novel (it is a true masterpiece from a technical point of view) are all pitiful and grotesquely flawed[1]. For example, Charles Bovary is a humble and hard-working country doctor, a dedicated and loving husband, as well as a tender and devoted father. These potentially positive characteristics, however, become insignificant in light of his dull stupidity and his common "bourgeois" desires (Flaubert despised the humble aspirations of the middle class). This same negative presentation of character occurs with everyone in the book: Charles' mother, working the best she can under enormous difficulties, is presented as petty and base; the country parson is ignorant and insensitive; Emma's father is lazy and conniving.

In this bleak world, Emma seems, at first, to offer a refreshing view of beauty and nobility. But the glamour she aspires to is, as Flaubert might put it, a "false romanticism." One form of this counterfeit is religion, as seen in chapter 6 of part 1 where Emma's education at a convent school is described. There the narrator points out how Emma, at thirteen, "gently succumbed to the mystical languor induced by the perfumes of the altar, the coolness of the holy-water fonts, gleaming of the candles." The "romantic melancholy" she developed then led to a life-long infatuation with novels about "love affairs, lovers, mistresses, harassed ladies swooning in remote pavilions." These novels she first obtained from "the good spinster," a "protégée of the archdiocese" who helped out at the convent. The narrator also points out how the "sentimental songs she sang in music class" allowed Emma "to glimpse, through the silliness of the words and the indiscretions of the music, the alluring, phantasmagoric realm of genuine feelings" (40, 42).

Emma eventually marries dull Charles, not because she loves him, but because he can take her away from the dreary family farm. Her illusions of grandeur keep her from ever becoming happy, although Charles follows her every wish. At Emma's request, for example, he fires the helpful but too humble servant who has been with him for years; he moves from the country village where he has a good and well-appreciated practice; and he even tries a new medical specialty, for which he has neither the training nor aptitude, because Emma hopes it will give him more prestige.

Since Emma's romantic longings are unsatisfied by her marriage, by a bigger town and better house, or by a beautiful daughter (Emma had wanted a son, who would be "free to range the passions and the world"), she continues looking. In this state of dissatisfaction, she meets the unscrupulous and lascivious Rodolphe. From Rodolphe's point of view, "Emma was like all his other mistresses; and as the charm of novelty gradually slipped from her like a piece of her clothing, he saw revealed in all its nakedness the eternal monotony of passion..." (215). To the young and wildly imaginative Emma, however, monotony does not set in; instead, she becomes drunk "by the intensity of her own voluptuous feelings." Through her adulterous affair with Rodolphe, she becomes "something corrupt," and "her very soul" eventually becomes "drowned and shriveled" (216). This constant self-indulgence leads her to become hardened in that corruption: "Her desires, her sorrows, her experience of sensuality, her ever-green illusions, had developed her step by step, like a flower nourished by manure...; and she was finally blooming in the fullness of her nature" (emphasis added: Flaubert, while making few direct authorial comments, does comment regularly through his metaphors).

After Rodolphe leaves her, Emma collapses emotionally and physically. In this state she then begins another indulgence in sentiment--this time, it again takes the form of religion. After receiving Communion one day, she imagines that she sees "God the Father in all His glory, surrounded by the saints bearing branches of green palm" (240). The narrator goes on to show how these sentiments develop:

"Among the illusions born of her hope she glimpsed a realm of purity in which she aspired to dwell: it hovered above the earth, merging with the sky. She conceived the idea of becoming a saint. She bought rosaries and festooned herself with holy medals; she wished she had an emerald-studded reliquary within reach at her bed's head, to kiss every night" (241).

Emma then obtains a number of highly sentimental religious books through her parish priest, and she eventually becomes "convinced that hers was the most exquisite Catholic melancholy that had ever entered an ethereal soul" (242). This "pride of her [own] piety" is revealed by the narrator as a "vast fraud," as he points out in this masterful sentence: "When she knelt at her Gothic prie-dieu, she addressed the Lord in the same ardent words she had formerly murmured to her lover in the ecstasies of adultery" (242).

These emotional outbursts over religion soon give way to the loving embrace of opera, which brings her back to the "books she had read as a girl" (251) and the "same ecstasy, the same anguish that had brought her to the brink of death" (252). In this setting, she meets Léon and soon embarks on her second adulterous affair.

This second affair dramatizes again adultery's ill effects on all involved. "Before long, Léon began to give himself superior airs around the office. He kept aloof from his colleagues and totally neglected his work" (294). Emma began a new series of deceptions and a new wave of extravagant spending. For her, "lying became a need, a mania, a positive joy" (308). Despite her "reckless pursuit of pleasure" and despite her own desires, Emma found that her passion for Léon weakened and she had to "keep it alive by artificial means" (321). For example,

"She continually promised herself that the next rendezvous would carry her to the peak of bliss; but when it was over she had to admit that she had felt nothing extraordinary. Each disappointment quickly gave way to new hope; each time, Emma returned to him more feverish, more avid" (321).

Throughout these feverish quests for happiness, Emma "longed for that ineffable emotion of love that she had tried to imagine from her books"; but despite all her efforts, Emma "wasn't happy, and never had been" (322). And why? Because her "passions were the sole concern of her life" (323).

Her family, of course, suffered most. Her daughter "had never been given the slightest schooling" (327), and her reckless spending eventually causes complete f embarrassment and desperation caused by this ruin prompts Emma to kill herself. Yet even this she does with false illusions. She thinks that she will simply "fall asleep, and everything will be over" (358). But her death from arsenic is cruelly painful, and prolonged. In the midst of this agony, however, she experiences a recognition. Charles lovingly attends her, "and in his eyes [Emma] read a love such as she had never known" (359). As the novel ends, however, it is clear that Emma's "romantic" way of life causes Charles' paralyzing depression and eventual death, and their daughter is left a sad and impoverished orphan.

And yet, as powerfully as this novel seems to criticize romanticism and adultery, and as perceptively as it depicts the harm done by these, the novelist strongly supported both. He argued elsewhere, in fact, that adultery was glorious; it was a revolt against the most bourgeois and detestable of institutions (Steegmuller 63). Ultimately, Flaubert's highest good was the same aesthetic and emotional one that seduced Emma; and although he satirized what Emma did, Flaubert later insisted that "Madame Bovary, c'est moi!," indicating that he and Emma worshipped at the same altar of savored sentiment (Steegmuller 339, 342). Instead of Madame Bovary's bourgeois aspirations, however, Flaubert would substitute his own artistic aspirations; both, however, exalted in their own emotions and their private conception of beauty. Nonetheless, ironically, Madame Bovary itself as a work of art leads the attentive reader to see in it one of the greatest criticisms of this position ever penned. This interesting fact shows what a devoted and talented artist can produce despite his own ideological prejudices.

Flaubert's ambivalence also explains why readers react so differently to this novel. Many--perhaps most--read Madame Bovary the same way that Emma read the novels that corrupted her; they uncritically identify themselves with Emma's plight, and they relish the vicarious experience of her unrestrained emotions. These readers often see Emma as noble and as worthy of imitation. Others identify with Flaubert's contempt for conventional values, and they note the victory of the ruthless and Nietzschean Homais, whose success in the novel seems to be an effect of his complete liberation from Christian morality.

These all-too-common responses to Madame Bovary explain why great caution is needed in reading or teaching this ambivalent novel. Nonetheless, this novel reveals, with extraordinary effectiveness, the psychological workings and the full horror of what occurs when emotion and not truth is taken as the highest good of life.

 

                                                                                                                                                            G.W. (1995)

 

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[1] It has been rightly said that Flaubert prepares the way for the dark and grotesque realism of Zola's later novels.